En mis últimos años, como maestro
y tutor de un grupo de alumnos, que ponían fin a su
escolaridad, programamos una visita a Jimena de la Frontera,
donde tanto alumnos como profesores acompañantes lo pasamos
muy bien. En una reciente visita a Jimena he recordado con
añoranza aquella visita, con el añadido de conocer algo que
no existía o no se ha había promocionado, como es el caso
del “Parque de las Aves”. Se trata de una finca con una
superficie de 220.000 metros cuadrados, con una amplia
selección de animales de los cinco continentes en estado de
semilibertad, junto a dos parques Infantiles, pajarera,
recinto del mapache, diversas aves y mamíferos en estado
salvaje.
El Programa de Actividades es el siguiente: Recorrido por
todo el Parque con monitor especializado, donde se podrán
ver canguros, ciervos, cebras, gacelas… Y actividades con
exhibición de vuelos con aves rapaces, safari en vehículos,
reportajes fotográficos, paseos en canoas e hidropedales en
el “Lago de los Cisnes”, junto a diferentes especies de
aves; visita a la llamada “Casa de Tarzán”, junto al recinto
de los monos.
Y con un programa apretado quedará tiempo para visitar los
monumentos de interés que tiene la ciudad. “Nada deba
escribirse de la Muy Noble, Muy Leal y Fiel Ciudad de Jimena
de la Frontera si no son elogios. Comenzando por su larga
memoria, sea Oba, Succuba, sea Xemina o noble villa de
Ximena, y terminando con su privilegiada situación en el
corazón del Parque de los Alcornocales: los remotos
vestigios dan fe no sólo de los asentamientos neolíticos
sino de una permanente invitación al extraño, como hoy día
sucede para instalarse en tan generoso y bello paraje. La
ciudad a sus pies, en la carretera, acogiéndose a una
afortunada frase de Cayetano Luca de Tena, se exhibe “como
en un escaparate, tallado en escalones de blancura casi
hasta las mismas derruidas murallas del antiguo castillo”.
En la memoria reposando en el regazo, la edición de José
Riquelme Sánchez sobre Jimena, “entre la prosa y la
pintura”, la realidad se confunde con la plasmada en los
lienzos de Bertuchi, en los de López Canales… en los de
tantos que no se han resistido al encanto del lugar: si
existe el cielo, probablemente su trayecto final, el último
tránsito, sea muy parecido a cualquier cuesta arriba del
Barrio Alto, cuando en otoño, colorean con rabiosa luz y
alegría….
Y tendremos que hacer huecos para visitar sus monumentos de
más relieve, como es el caso del “Castillo de Jimena”, que
es el edificio emblemático de la ciudad, probablemente
levantado sobre las ruinas de la romana Oba y que, por su
fácil defensa y localización estratégica, con la dominación
musulmana y, sobre todo, con su posición fronteriza en el
período cristiano y el reino nazarí cobrar su máximo
esplendor.
Consta de una irregular muralla alargada para adaptarse al
terreno hábil de la cima. Torreones dispuestos por trechos,
el conjunto de la torre del Reloj con el arco acodado de
ingreso, aljibes de distinta época y construcción más el
Alcázar, muy reformado tras la toma por parte de los
cristianos, con su airosa y circular torre del homenaje que,
en su interior oculta otra anterior de planta poligonal,
conforman una apresurada vista de conjunto.
A espalda del castillo existen posibles restos, en planta,
de iglesia mozárabe cuales una pila, conocida por “el baño
de la reina mora” y excavados en vertical de la roca, cuatro
grandes nichos.
Otros monumentos de interés son: la Iglesia de Nuestra
Señora la Coronada: aislado en medio de la plaza de la
Constitución, casi como emerge un faro del mar, que el
campanario, testigo de la antigua y desaparecida Santa María
la Coronada, parroquia que ya durante el XVIII, amenazaba
ruina: una torre prismática de dos cuerpos; el inferior un
recio paralelepípedo con escalera de caracol interior para
acceder al superior o cuerpo de campana, con cuatro vanos,
en tradicional ladrillo visto y ochavado.
La Iglesia de Nuestra Señora de la Victoria, situada en el
Barrio Alto, surge dicha iglesia, de dos naves y aneja al
antiguo convento de los frailes Mínimos o “Victorios”,
quienes, en torno a 1600 se instalaron en el lugar,
haciéndose cargo de dicha Iglesia, anterior, cuya advocación
primera persistió en la denominación de la frontera y actual
calle de Santa Ana.
Muy reformada, conserva el airoso campanario, aportada muy
simple, nave central y otra lateral a su izquierda y un
hermoso patio.
De especial importancia es el Santuario de Nuestra Señora de
los Ángeles, que se encuentra a unos dos kilómetros de
Jimena. Construido a finales del siglo XV, albergó a
Franciscanos y, tras la toma de Gibraltar por los ingleses,
sirvió de refugio a las monjas de Santa Clara que huían del
Peñón. Hoy día se puede visitar la Iglesia, de una nave
cubierta con bóveda de cañón y lunetos que conduce hasta la
capilla mayor, está cerrada por cúpula sobre trompas y coro
alto a los pies. La sacristía es digna de mención y el
claustro, cuadrado, con arquerías y pilares de ladrillo, al
igual que otros de la misma Orden, muy fresco, posee un
hermoso jardín con pozo en el centro. La imagen titular de
la Virgen, en piedra pintada, parece ser muy primitiva hasta
el punto de que la tradición la considera obra del Apóstol
San Lucas: el primer domingo de septiembre se renueva
devotamente el juramento de fidelidad a la misma…
Elaborar un proyecto de visita a Jimena resultaría muy
ameno, interesante, uniendo a lo lúdico a lo cultural. Por
supuesto que los alumnos no se aburrirían y pasarían una
jornada irrepetible.
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