Si quieres saber quién es Antoñito,
dale una gorra y un pito. Perdónenme la frase hecha, tan
manoseada y con un pareado horrísono. Pero es debida a lo
mal que le ha sentado el cargo de presidente de la
Federación de Fútbol de Ceuta a Antoñito. Tan mal, que a
chufla lo toma ya la gente.
El cargo de presidente de la FFC se le ha subido a la cabeza
a mi estimado García Gaona, Antoñito él, porque está
convencido de que el pito y la gorra con la que está
revestido de poder omnímodo están bendecidos por la primera
autoridad de la ciudad.
Bien es cierto que un cargo, incluso el más insignificante,
adultera a muchos tontos su memez ingénita. De ahí que
abunden los bobos cuyo desarrollo ha sido entorpecido por
los cargos, pero sin debilitarlo mucho. Algunos, como es el
caso que nos ocupa, están viviendo en la cresta de la ola,
pero sus meteduras de pata no tienen solución de
continuidad.
García Gaona, Antoñito él, lleva ya mucho tiempo
persiguiendo al primer equipo de la ciudad. Hace nada en
Segunda División B, hogaño en Tercera División. A él le da
igual la categoría. Pues, dado que los tontos no son ni
buenos ni agradecidos, su obsesión consiste en ver sus
deseos cumplidos. Y los deseos del hombre armado de pito y
gorra son meridianos: fastidiar al Ceuta por la aversión que
siente hacia sus directivos.
Un odio africano. Sin percatarse de que la vida es corta, y
odiar la reduce siniestramente. Pero a ver quién es capaz de
acercarse a él y susurrarle al oído que está poniendo en
peligro su salud. Que si sigue levantándose cada mañana con
el ceño fruncido por haber estado toda la noche meditando
sobre cómo hundir al Ceuta en la miseria, nunca dejará de
lucir esa expresión de mártir con la que los bobos suelen
justificar sus malas acciones.
Lo peor que le ha podido ocurrir a Antoñito, García Gaona
él, es crecer a la vera de personas que le han dado mucha
importancia a la falsa humildad. Sin que nadie le advirtiera
de que esa forma de proceder es tan peligrosa como
detestable.
La falsa humildad, como decía el jesuita Bermudo de la
Rosa, es la que hace que mucha gente sienta repeluz
cuando se halla ante quienes la practican constantemente. Es
decir, de las personas que se han hecho profesionales del
fingimiento de cualidades, virtudes o sentimientos que en
realidad no tienen. Y el presidente de la FFC ha mamado de
esa fuente durante mucho tiempo y sigue mamando. Eso sí, lo
ha hecho y lo sigue haciendo con verdadero deleite. Con el
placer de verse ganando mucho dinero por el simple hecho de
adoptar una identidad falsa. Y estar siempre presto a
cumplir las órdenes que recibe. Ya que un bobo, si no es de
baba, puede muy bien servir de correveidile de quien manda y
lo dirige.
En fin, que el presidente de la FFC ha vuelto a demostrar
esta semana que no está dispuesto a que el primer equipo de
la ciudad tenga una temporada sosegada para que sus
directivos puedan centrarse solamente en los aspectos
deportivos. Y lo ha hecho negándoles la posibilidad de que
los entrenamientos se realicen a una hora adecuada. Y,
además, trata de apropiarse de la publicidad estática que
sea expuesta los días de partido oficial.
Sí, ya sé que los tontos no son buenos ni agradecidos. Pero
hay bobos que, de vez en cuando, tienen un punto de lucidez.
La que le falta al presidente de la FFC. Quien vive confiado
en el poder omnímodo que le concede su pito y su gorra.
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