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OPINIÓN - LUNES, 12 DE NOVIEMBRE DE 2012

 

OPINIÓN / EL OASIS

Llevamos mal camino
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Hace ya muchos días, sesentaitantos tal vez, se me ocurrió visitar a Diego Sastre en su oficina, sita en el edificio del Ceuta Center. Y ante la presencia de un compañero suyo, cuyo nombre lamento no acordarme cuando escribo, le hablé, porque se encartó, de la miseria que reinó en Andalucía durante los llamados años del miedo. Es decir, los años de la posguerra.

Lo informé sobre cómo era la vida en aquellos terribles años cuarenta y parte de los cincuenta: una auténtica provocación de los ricos hacia los pobres. Por algo tan simple como la situación de las viviendas. Había barrios repletos de calles en las que junto a una casa donde los niños lloraban permanentemente, aunque con languidez, la canina que arrastraban, se erguía otra en la cual afloraba la riqueza y el despilfarro era lo habitual mediante celebraciones de fiestas mundanas.

Frente a la opulencia de aquellas mansiones estaban las casas vecinales en las que primaba el hambre, la indigencia, y la gente que se iba muriendo a chorro por culpa de no tener medios para combatir la tuberculosis. Casas donde el odio de sus moradores contra los poderosos iba creciendo por encima incluso de sus necesidades y dolencias.

Muchas veces, a las tremendas carencias diarias, en todos los sentidos, se unía una situación extrema que sacaba de quicio a los pobres. Estado propicio para cometer cualquier locura contra quienes más tenían y hasta se permitían el lujo de hacer ostentaciones. Sabiendo que en la casa de enfrente se lloraba la pérdida de un hijo desnutrido y por no tener dinero para comprar las unidades de penicilina necesarias para combatir la enfermedad. Pero rebelarse suponía ser detenido inmediatamente y, tras la paliza estipulada, acabar en la cárcel.

Diego Sastre, a quien le seguí contando situaciones horripilantes de aquello años de hambruna, mientras los ricos miraban hacia otro lado -los ricos y los protegidos de los ganadores de la guerra-, me respondió que aquella desgracia no volvería a ocurrir nunca jamás.

Y yo no tuve el menor inconveniente en advertirle de que ya nos estábamos deslizando por el camino conducente a repetir aquella triste página de la Historia de España. Aunque por otros motivos. Por mor de una guerra económica, declarada por el capital contra la clase media. La que ha venido exigiendo, desde la Segunda Guerra Mundial, ser ese colchón muelle que debe existir entre pobres y ricos.

Hoy, tras leer lo que viene sucediendo en Jerez de la Frontera, ciudad en la que reina el caos en todos los sentidos, tengo más que asumido que los españoles no vamos a levantar cabeza en muchos años. Jerez no es sino la prueba evidente de cómo han robado los políticos. A mansalva. Jerez se ha convertido en un ejemplo de ciudad donde se ha dado la suma perfecta de errores que han llevado a España a una situación insostenible.

Errores como el crecimiento municipal a crédito, desmantelamiento de industrias, apuesta por el urbanismo feroz y obras faraónicas.”Una burbuja sin aire donde ahora reina la ruina y ya dan igual las protestas de sus 34.000 parados”. Eso sí, en los tiempos que corren, y conociendo la ciudad de la cual escribo, ojalá que a los ricos no se les ocurra, por más que ya vivan alejados de la periferia y de casas vecinales, hacer exhibiciones de tipo suntuario. Porque Jerez ha sido siempre cuna de anarquistas. Oído al parche.
 

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