LUNES 5.
La lluvia me mantiene en casa. Salgo lo preciso, por mi
barrio, y luego me centro en estar al tanto de cuanto sucede
durante el día. Los periódicos no cesan de contarnos cuanto
se va sabiendo acerca de la tragedia ocurrida en el Madrid
Arena. La confusión reina mientras los padres entierran a
sus hijas muertas en un vomitorio ya siniestro de por vida.
Salen a relucir los trapos sucios del Ayuntamiento
madrileño. Las relaciones interesadas entre políticos y
empresarios de baja estofa. Tipos capaces de todo con tal de
hacer caja. La señora Botella cuando habla embrolla
aún más la situación. Le cuesta lo indecible reconocer que
el recinto carece de muchas cosas y sobre todo de licencia.
Oyéndola, aprecio que sus expresiones y ademanes de burguesa
ricachona, no encajan de ningún modo con su cargo. Y es
entonces cuando me pregunto qué le habrá visto su marido
para estar obsesionado con que sea la próxima candidata a la
presidencia del PP y del Gobierno de España. He aquí, pues,
que los amigos de los Bush tienen, sin embargo, las
mismas apetencias que los Clinton. Que Dios nos coja
confesados.
Martes. 6
La visita de Vicente del Bosque a la ciudad, motivada
por un acto tan trascendente (!) como es la inauguración de
un césped artificial, y la muerte de Jesús Reyes,
excursionista que murió el pasado sábado en el pico Toubkal
-Marruecos- acaparan el interés de los lectores. Tengo
delante de mí la fotografía del infortunado Jesús, y trato
de acordarme de él y de las veces que hayamos podido
conversar. Pero a fe que ahora estoy in albis. Ahora bien,
de las declaraciones de sus amigos, de cuantos lo conocían e
incluso se aventuraban con él a hollar cumbres peligrosas,
me quedo con la que reconoce que era la alegría de todos
ellos. Y es entonces, mediante esa frase, que me acuerdo de
unos versos de don Jorque Manrique: Y aunque su vida
murió, nos dejó harto consuelo su memoria. Parafraseando al
poeta, cuyo nombre no hay por qué mencionar, pláceme
recordar. Harto consuelo, en efecto, le ha dejado Jesús
Reyes a sus amigos al morir, el mejor y, acaso, el único que
puede dejar un hombre cuando muere. Se fue, pero no se nos
fue, quiero decir que algo suyo, muy suyo,
inconfundiblemente suyo ha quedado vibrando en los corazones
de quienes le trataron y se sintieron realzados con su
amistad. A este algo inconfundible y, por ello mismo,
indefinible, llamo yo, por boca del poeta, para entenderme,
la alegría de Jesús Rodríguez.
Miércoles. 7
Paseo por el centro de la ciudad aunque la lluvia siga
siendo la protagonista. Pero dado que tengo verdadero “mono”
de barzonear por sus calles, después de varios días sin
hacerlo, no dudo en exponerme a las inclemencias de este
principio de noviembre que nos ha salido ventoso y lluvioso.
Saludo a unos y a otros y así me olvido de obligaciones
profesionales o bien de ataduras domesticas. Pero siempre
hay algún conocido que me cuenta algo con el fin de que le
dé su parecer. En esta ocasión, ha sido un buen aficionado
al fútbol y además muy apreciado por mí, quien me pone al
tanto de la mala actuación que tuvo el árbitro que dirigió
el partido Ceuta-Coria el domingo pasado. Lo primero que le
digo, antes de que siga hablando, es que yo no he ido
todavía al Martínez Pirri. Bueno, a ese campo no he ido yo
nunca (ni siquiera cuando fue inaugurado. Y motivos tengo,
pero eso no toca contarlo hoy). Y, tras la interrupción, fui
ya todo oído. Me contó lo del penalti indicado contra el
equipo local y que le dio la victoria a un buen equipo como
es el Coria. Y otras menudencias relacionadas con el
desarrollo del partido. Y acabó rematando la faena de su
malestar contra el árbitro gaditano: “Yo lo tengo muy claro,
Manolo, si el periódico donde tú escribes denuncia
las tropelías que viene cometiendo Antonio García Gaona,
dime tú qué podemos esperar de los árbitros que llegan a
esta ciudad y son recibidos por Antonio Soto Mariscal.
Persona por la que yo no tengo la menor animadversión. Pero
que siempre terminará barriendo para su casa con comentarios
despectivos hacia el club local. Así, quieras que no,
quienes dirigen los encuentros terminan, ante decisiones
dudosas, beneficiando a los equipos visitantes. Mi amigo,
aficionado al fútbol e hincha de los equipos de Ceuta, me ha
hecho que cavile de un asunto que a mí se me había pasado
por alto. Será porque nunca he dejado de estimar a Soto
Mariscal.
Jueves. 8
Estamos inmersos en una crisis terrible. Se nota por
doquier. Y los medios escritos la están sufriendo con
virulencia. Por razones que son sobradamente conocidas. Se
impone, pues, echar mano de la imaginación; esa loca de la
casa tan importante como necesitada de atar en corto. Creo
que todos los que escriben en periódicos están obligados a
crecerse ante una situación que irrumpió en su momento con
las ideas de un miúra emplazado en el centro del ruedo para
mandar a la cola del paro a todos los que osen perderle la
cara. Pues bien, dicho ello, vuelvo a resaltar lo que ya
dije en una columna, a mediados de semana, que la página web
de esta Casa ha conseguido ser visitada, diariamente, por
una media de nueve mil personas. Que son muchos lectores.
Muchísimos. Y, claro, la noticia me llena de satisfacción. Y
no me queda más que felicitar a la gente que hace posible,
con la que está cayendo, mantener el interés del medio.
Cuánto me agradaría que el éxito de lectores sirviera para
que hubiera la posibilidad de conversar, entre quienes
proceda, con el fin de aportar nuevas ideas que redunden a
favor de hacer cada día un medio aún mejor. Un medio que
logre aumentar el número de lectores ya obtenidos.
Viernes. 9
Camino bajo la lluvia, una mañana más, cuando veo venir a
Rafael Hernández. Y nos paramos a charlar. Como siempre
que nos topamos en la calle. Que es algo que sucede de tarde
en tarde. Rafael Hernández fue jugador a quien
futbolísticamente se le nominaba como Rafa y también era
conocido por el apelativo de El negro. Rafa me ha mostrado
siempre afecto. El mismo o más que yo le tengo a él. Y así
me lo ha vuelto a confirmar hoy. A Rafa lo reclamé yo para
la plantilla de la Agrupación Deportiva Ceuta y le hice
titular. A pesar de las malas críticas que recibía por parte
de quienes se negaban a reconocerle sus méritos. Era Rafa,
como jugador, generoso en la entrega; disciplinado a
machamartillo; de muy buena complexión física y, sobre todo,
consciente de sus limitaciones. Era un futbolista al que le
venía muy bien encomendarle misiones concretas. Tan bien
que, a partir de realizarlas perfectamente, obtenía
confianza más que suficiente para mostrar otras cualidades
que nadie le adjudicaba. Hoy, tras muchos meses sin vernos,
le he vuelto a recordar dos partidos donde tuvo actuaciones
extraordinarias. La primera, en Badajoz, en medio de un
diluvio, anulando a Herrera. Enorme futbolista,
actualmente entrenador del Celta de Vigo. La segunda, en
Córdoba; derrochando entusiasmo, energía y sentido táctico,
al hacer posible que Anquela, hoy entrenador del
Granada, se hundiera en la miseria. Ante la desesperación
del entrenador, Manolo Ruiz Sosa, ya fallecido. En
los dos partidos salimos victoriosos. Rafa, insisto, a pesar
de que no contaba con el apoyo de nadie, merece que yo
recuerde, aunque sea de higos a brevas, que fue un
futbolista muy interesante. Más que interesante.
Sábado. 10
Tomo el aperitivo en el Bar El Mentidero con conocidos que,
además de ser lectores de periódicos, desde hace la tira de
tiempo, lo son también de ‘El Pueblo de Ceuta’. De pronto,
surge la conversación acerca del auge que vivió la prensa
española, caracterizado por el crecimiento de la oferta de
prensa regional y local, en los años noventa. Y estamos de
acuerdo en que la batalla más decisiva se libraba en
domingo. Y es que los diarios más importantes de tirada
nacional y los locales competían con el reclamo de los
suplementos, a veces con regalo incluido, con el fin de
triplicar sus tiradas habituales. Por más que ese día la
prensa costara el doble. Y a mí se me ocurre decir que en
1990 es verdad que se produjo el auge de la prensa regional.
Pero que fue posible gracias a que había publicidad por un
tubo. Y porque los periódicos se hacían con modelos
económicos muy sencillos a partir del escaso personal
industrial que requería la nueva tecnología. Medios de
comunicación muy locales, volcados en la tarea de prestar
servicios inmediatos a sus lectores. Lo contrario a lo que
está sucediendo actualmente. Ahora bien -y perdonen mi
insistencia-: los nueve mil lectores que visitan nuestra
página web, nos obligan a buscar fórmulas para seguir
creciendo. Y es que camarón que se duerme…
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