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OPINIÓN - DOMINGO, 11 DE NOVIEMBRE DE 2012

 
OPINIÓN

Miscelánea semanal

Por Manuel de la Torre


LUNES 5.

La lluvia me mantiene en casa. Salgo lo preciso, por mi barrio, y luego me centro en estar al tanto de cuanto sucede durante el día. Los periódicos no cesan de contarnos cuanto se va sabiendo acerca de la tragedia ocurrida en el Madrid Arena. La confusión reina mientras los padres entierran a sus hijas muertas en un vomitorio ya siniestro de por vida. Salen a relucir los trapos sucios del Ayuntamiento madrileño. Las relaciones interesadas entre políticos y empresarios de baja estofa. Tipos capaces de todo con tal de hacer caja. La señora Botella cuando habla embrolla aún más la situación. Le cuesta lo indecible reconocer que el recinto carece de muchas cosas y sobre todo de licencia. Oyéndola, aprecio que sus expresiones y ademanes de burguesa ricachona, no encajan de ningún modo con su cargo. Y es entonces cuando me pregunto qué le habrá visto su marido para estar obsesionado con que sea la próxima candidata a la presidencia del PP y del Gobierno de España. He aquí, pues, que los amigos de los Bush tienen, sin embargo, las mismas apetencias que los Clinton. Que Dios nos coja confesados.

Martes. 6

La visita de Vicente del Bosque a la ciudad, motivada por un acto tan trascendente (!) como es la inauguración de un césped artificial, y la muerte de Jesús Reyes, excursionista que murió el pasado sábado en el pico Toubkal -Marruecos- acaparan el interés de los lectores. Tengo delante de mí la fotografía del infortunado Jesús, y trato de acordarme de él y de las veces que hayamos podido conversar. Pero a fe que ahora estoy in albis. Ahora bien, de las declaraciones de sus amigos, de cuantos lo conocían e incluso se aventuraban con él a hollar cumbres peligrosas, me quedo con la que reconoce que era la alegría de todos ellos. Y es entonces, mediante esa frase, que me acuerdo de unos versos de don Jorque Manrique: Y aunque su vida murió, nos dejó harto consuelo su memoria. Parafraseando al poeta, cuyo nombre no hay por qué mencionar, pláceme recordar. Harto consuelo, en efecto, le ha dejado Jesús Reyes a sus amigos al morir, el mejor y, acaso, el único que puede dejar un hombre cuando muere. Se fue, pero no se nos fue, quiero decir que algo suyo, muy suyo, inconfundiblemente suyo ha quedado vibrando en los corazones de quienes le trataron y se sintieron realzados con su amistad. A este algo inconfundible y, por ello mismo, indefinible, llamo yo, por boca del poeta, para entenderme, la alegría de Jesús Rodríguez.

Miércoles. 7

Paseo por el centro de la ciudad aunque la lluvia siga siendo la protagonista. Pero dado que tengo verdadero “mono” de barzonear por sus calles, después de varios días sin hacerlo, no dudo en exponerme a las inclemencias de este principio de noviembre que nos ha salido ventoso y lluvioso. Saludo a unos y a otros y así me olvido de obligaciones profesionales o bien de ataduras domesticas. Pero siempre hay algún conocido que me cuenta algo con el fin de que le dé su parecer. En esta ocasión, ha sido un buen aficionado al fútbol y además muy apreciado por mí, quien me pone al tanto de la mala actuación que tuvo el árbitro que dirigió el partido Ceuta-Coria el domingo pasado. Lo primero que le digo, antes de que siga hablando, es que yo no he ido todavía al Martínez Pirri. Bueno, a ese campo no he ido yo nunca (ni siquiera cuando fue inaugurado. Y motivos tengo, pero eso no toca contarlo hoy). Y, tras la interrupción, fui ya todo oído. Me contó lo del penalti indicado contra el equipo local y que le dio la victoria a un buen equipo como es el Coria. Y otras menudencias relacionadas con el desarrollo del partido. Y acabó rematando la faena de su malestar contra el árbitro gaditano: “Yo lo tengo muy claro, Manolo, si el periódico donde tú escribes denuncia las tropelías que viene cometiendo Antonio García Gaona, dime tú qué podemos esperar de los árbitros que llegan a esta ciudad y son recibidos por Antonio Soto Mariscal. Persona por la que yo no tengo la menor animadversión. Pero que siempre terminará barriendo para su casa con comentarios despectivos hacia el club local. Así, quieras que no, quienes dirigen los encuentros terminan, ante decisiones dudosas, beneficiando a los equipos visitantes. Mi amigo, aficionado al fútbol e hincha de los equipos de Ceuta, me ha hecho que cavile de un asunto que a mí se me había pasado por alto. Será porque nunca he dejado de estimar a Soto Mariscal.

Jueves. 8

Estamos inmersos en una crisis terrible. Se nota por doquier. Y los medios escritos la están sufriendo con virulencia. Por razones que son sobradamente conocidas. Se impone, pues, echar mano de la imaginación; esa loca de la casa tan importante como necesitada de atar en corto. Creo que todos los que escriben en periódicos están obligados a crecerse ante una situación que irrumpió en su momento con las ideas de un miúra emplazado en el centro del ruedo para mandar a la cola del paro a todos los que osen perderle la cara. Pues bien, dicho ello, vuelvo a resaltar lo que ya dije en una columna, a mediados de semana, que la página web de esta Casa ha conseguido ser visitada, diariamente, por una media de nueve mil personas. Que son muchos lectores. Muchísimos. Y, claro, la noticia me llena de satisfacción. Y no me queda más que felicitar a la gente que hace posible, con la que está cayendo, mantener el interés del medio. Cuánto me agradaría que el éxito de lectores sirviera para que hubiera la posibilidad de conversar, entre quienes proceda, con el fin de aportar nuevas ideas que redunden a favor de hacer cada día un medio aún mejor. Un medio que logre aumentar el número de lectores ya obtenidos.

Viernes. 9

Camino bajo la lluvia, una mañana más, cuando veo venir a Rafael Hernández. Y nos paramos a charlar. Como siempre que nos topamos en la calle. Que es algo que sucede de tarde en tarde. Rafael Hernández fue jugador a quien futbolísticamente se le nominaba como Rafa y también era conocido por el apelativo de El negro. Rafa me ha mostrado siempre afecto. El mismo o más que yo le tengo a él. Y así me lo ha vuelto a confirmar hoy. A Rafa lo reclamé yo para la plantilla de la Agrupación Deportiva Ceuta y le hice titular. A pesar de las malas críticas que recibía por parte de quienes se negaban a reconocerle sus méritos. Era Rafa, como jugador, generoso en la entrega; disciplinado a machamartillo; de muy buena complexión física y, sobre todo, consciente de sus limitaciones. Era un futbolista al que le venía muy bien encomendarle misiones concretas. Tan bien que, a partir de realizarlas perfectamente, obtenía confianza más que suficiente para mostrar otras cualidades que nadie le adjudicaba. Hoy, tras muchos meses sin vernos, le he vuelto a recordar dos partidos donde tuvo actuaciones extraordinarias. La primera, en Badajoz, en medio de un diluvio, anulando a Herrera. Enorme futbolista, actualmente entrenador del Celta de Vigo. La segunda, en Córdoba; derrochando entusiasmo, energía y sentido táctico, al hacer posible que Anquela, hoy entrenador del Granada, se hundiera en la miseria. Ante la desesperación del entrenador, Manolo Ruiz Sosa, ya fallecido. En los dos partidos salimos victoriosos. Rafa, insisto, a pesar de que no contaba con el apoyo de nadie, merece que yo recuerde, aunque sea de higos a brevas, que fue un futbolista muy interesante. Más que interesante.

Sábado. 10

Tomo el aperitivo en el Bar El Mentidero con conocidos que, además de ser lectores de periódicos, desde hace la tira de tiempo, lo son también de ‘El Pueblo de Ceuta’. De pronto, surge la conversación acerca del auge que vivió la prensa española, caracterizado por el crecimiento de la oferta de prensa regional y local, en los años noventa. Y estamos de acuerdo en que la batalla más decisiva se libraba en domingo. Y es que los diarios más importantes de tirada nacional y los locales competían con el reclamo de los suplementos, a veces con regalo incluido, con el fin de triplicar sus tiradas habituales. Por más que ese día la prensa costara el doble. Y a mí se me ocurre decir que en 1990 es verdad que se produjo el auge de la prensa regional. Pero que fue posible gracias a que había publicidad por un tubo. Y porque los periódicos se hacían con modelos económicos muy sencillos a partir del escaso personal industrial que requería la nueva tecnología. Medios de comunicación muy locales, volcados en la tarea de prestar servicios inmediatos a sus lectores. Lo contrario a lo que está sucediendo actualmente. Ahora bien -y perdonen mi insistencia-: los nueve mil lectores que visitan nuestra página web, nos obligan a buscar fórmulas para seguir creciendo. Y es que camarón que se duerme…
 

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