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OPINIÓN - DOMINGO, 11 DE NOVIEMBRE DE 2012

 
OPINIÓN / BATALLAS

La batalla de Aquae Sextiae

Por Juan Manuel Sánchez Valderrama


Después que los Romanos hubieron dado muerte de esta manera a un número crecido de los Ambrones, sobreviniendo la noche se retiraron; pero a esta retirada no se siguieron los cantos de victoria que a tan señalados triunfos acompañan, ni convites en las tiendas, ni regocijos en los banquetes, ni tampoco lo que es más dulce a los soldados después de haber peleado con suerte próspera, un sueño sosegado y plácido, sino que aquella noche la pasaron en la mayor inquietud y sobresalto, porque tenían el campamento sin valladar y sin fortificación alguna, quedando de los bárbaros muchos millares de hombres todavía intactos, y de los Ambrones cuantos se habían salvado se habían reunido con éstos; así, por la noche se sentía un bullicio en nada parecido a los lamentos o a los sollozos, sino que más bien un aullido feroz y un crujir de dientes, mezclado con amenazas y lloros, enviado por tan inmensas gentes, resonaba por todos los montes de alrededor y por las concavidades del río…” Plutarco, Vidas paralelas, Cayo Mario, XX

Tuvo lugar en el año 102 a.C. y enfrentó a las legiones romanas, comandadas por el cónsul Cayo Mario, con las tribus germanas formadas por teutones y ambrones.

El emplazamiento se sitúa en las proximidades del poblado de Aquae Sextiae, en concreto en un valle que bloqueaba el acceso desde los Alpes a la península itálica.

Los antecedentes

El desastre de Arausio, en el que los romanos fueron derrotados por las tribus germanas, coincidió con el regreso triunfante de Cayo Mario tras la guerra africana con Yugurta. Su éxito le convirtió en el general más famoso de su época y de nuevo fue elegido cónsul por los romanos.

Sin apenas transición, una vez en Roma se dirigió a enfrentarse a las hordas germanas que amenazaban con asolar Italia, el emplazamiento que eligió para acampar y esperar la llegada de su enemigo fue Aquae Sextiae, el lugar no fue escogido al azar, era el punto por el que debían cruzar los Alpes y acceder a las llanuras italianas las tribus germanas.

Fueron casi tres años los que hubo de aguardar hasta que los germanos decidieron irrumpir, tres años dedicados a construir obras públicas y a ejercitarse.

En este lugar se adaptó el pilum para que funcionara una sola vez, la de su lanzamiento, impidiendo que fuera utilizado de nuevo por sus enemigos, para ello se le introdujo una mejora consistente en una unión débil entre la punta metálica y su enmangue de madera. Una vez era lanzada el arma e impactaba, la unión se rompía, dejándola inutilizada, tras la batalla se recogían y reparaban con facilidad.

Tras vagar por Hispania y Galia, los invasores se dividieron en tres grupos, uno de los cuales, los teutones, debían entrar en Italia atravesando los Alpes, precisamente en Aqua Sextiae.

Los ejércitos

Los romanos contaron con 40.000 combatientes, entre legionarios, auxiliares y alaes de caballería, repartidos en seis legiones.

Los guerreros germanos se distribuían entre 30.000 cimbrios y 90.000 teutones. Teniendo en cuenta que arrastraban consigo a toda su tribu, el total de personas se estima alrededor de 300.000 entre ambas tribus.

La batalla

“Cuando ya los Romanos se decidieron a hacerles frente, y, cargando sobre ellos, los rechazaron en el acto de subir, desordenados algún tanto, se dirigían a lo llano, y los primeros empezaban a tomar formación en él; pero a este tiempo sobrevino gritería y desorden en los últimos, porque Marcelo estuvo atento a aprovechar la oportunidad, y luego que el rumor se sintió en las alturas, inflamando a los que tenía a sus órdenes, cargó por la espalda, causando en los últimos gran destrozo; éstos, impeliendo a los que tenían delante, en breve llenaron de turbación todo el ejército; ni sufrieron tampoco por mucho tiempo el ser heridos por dos partes, sino que dieron a huir en completo desorden. Siguiéronles los Romanos el alcance, y a doscientos mil de ellos o los cautivaron o les dieron muerte, y apoderándose de tiendas, de carros y de otros despojos…” Plutarco, Vidas paralelas, Cayo Mario, XXI

Mario contó con espías que le informaban periódicamente de los movimientos de los teutones, así que cuando supo que se disponían a atacar, ordenó a su segundo Claudio Marcelo que se ocultara con tres mil legionarios en las colinas cercanas y que se preparara para realizar una emboscada.

La posición defensiva romana, elevada, dificulto el ataque ya que los germanos habían de acometer cuesta arriba.

La batalla comenzó con el ataque de los ambrones, que atacó las defensas romanas sin esperar refuerzos, pronto la formación quedó rota, el terreno empinado y rocoso hizo complicado el avance y la lluvia de pilum romanos acabó por diezmar a los ambrones, cuando estos alcanzaron la cima, la batalla se libró cuerpo a cuerpo, los romanos provistos de scutum y gladius, más descansados, mejor entrenados y situados, se llevaron la mejor parte devolviendo a los atacantes hasta el llano, pero esto solo era el principio, derrotados, los supervivientes cimbrios se atrincheraron y esperaron la llegada del grueso de las tropas formadas por teutones.

Cuando estos llegaron, después de pasar la noche, atacaron sobre la marcha y cuando parecían una fuerza imparable y arrolladora, las tropas de Claudio Marcelo aparecieron por la retaguardia teutona. El ataque combinado de vanguardia con Cayo Mario y retaguardia con Claudio Marcelo hizo que esta última desorientada, cediera y se dispersara, en el caos todo el ejército germano se disgregó e intentó huir.

A partir de ese momento se desató la masacre, cayeron mas de cien mil germanos, noventa mil fueron hechos prisioneros y destinados a la esclavitud. Teutobod su rey se encontraba entre los prisioneros.

Las consecuencias

“Fue a este tiempo Mario llamado a la ciudad, y, pasando a ella, todos creían que triunfaría: lo que el Senado decretó con la mejor voluntad; pero él no lo tuvo a bien, o por no querer privar a sus soldados y cooperadores de aquel honor, o por dar aliento en las cosas presentes, cediendo a la fortuna de Roma la gloria de su primer vencimiento, para que ésta apareciera mis brillante en el segundo…” Plutarco, Vidas paralelas, Cayo Mario, XXIV

Mario no quiso celebrar el Triunfo que el Senado y el Pueblo de Roma le brindaron, aun quedaba un enemigo que batir, los cimbrios, por lo que Cayo Mario se unió a Cátulo, el otro cónsul, dispuesto a eliminarlos, la batalla de Vercelae acabará con las invasiones bárbaras durante cientos de años.
 

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