Después que los Romanos hubieron dado muerte de esta manera
a un número crecido de los Ambrones, sobreviniendo la noche
se retiraron; pero a esta retirada no se siguieron los
cantos de victoria que a tan señalados triunfos acompañan,
ni convites en las tiendas, ni regocijos en los banquetes,
ni tampoco lo que es más dulce a los soldados después de
haber peleado con suerte próspera, un sueño sosegado y
plácido, sino que aquella noche la pasaron en la mayor
inquietud y sobresalto, porque tenían el campamento sin
valladar y sin fortificación alguna, quedando de los
bárbaros muchos millares de hombres todavía intactos, y de
los Ambrones cuantos se habían salvado se habían reunido con
éstos; así, por la noche se sentía un bullicio en nada
parecido a los lamentos o a los sollozos, sino que más bien
un aullido feroz y un crujir de dientes, mezclado con
amenazas y lloros, enviado por tan inmensas gentes, resonaba
por todos los montes de alrededor y por las concavidades del
río…” Plutarco, Vidas paralelas, Cayo Mario, XX
Tuvo lugar en el año 102 a.C. y enfrentó a las legiones
romanas, comandadas por el cónsul Cayo Mario, con las tribus
germanas formadas por teutones y ambrones.
El emplazamiento se sitúa en las proximidades del poblado de
Aquae Sextiae, en concreto en un valle que bloqueaba el
acceso desde los Alpes a la península itálica.
Los antecedentes
El desastre de Arausio, en el que los romanos fueron
derrotados por las tribus germanas, coincidió con el regreso
triunfante de Cayo Mario tras la guerra africana con Yugurta.
Su éxito le convirtió en el general más famoso de su época y
de nuevo fue elegido cónsul por los romanos.
Sin apenas transición, una vez en Roma se dirigió a
enfrentarse a las hordas germanas que amenazaban con asolar
Italia, el emplazamiento que eligió para acampar y esperar
la llegada de su enemigo fue Aquae Sextiae, el lugar no fue
escogido al azar, era el punto por el que debían cruzar los
Alpes y acceder a las llanuras italianas las tribus
germanas.
Fueron casi tres años los que hubo de aguardar hasta que los
germanos decidieron irrumpir, tres años dedicados a
construir obras públicas y a ejercitarse.
En este lugar se adaptó el pilum para que funcionara una
sola vez, la de su lanzamiento, impidiendo que fuera
utilizado de nuevo por sus enemigos, para ello se le
introdujo una mejora consistente en una unión débil entre la
punta metálica y su enmangue de madera. Una vez era lanzada
el arma e impactaba, la unión se rompía, dejándola
inutilizada, tras la batalla se recogían y reparaban con
facilidad.
Tras vagar por Hispania y Galia, los invasores se dividieron
en tres grupos, uno de los cuales, los teutones, debían
entrar en Italia atravesando los Alpes, precisamente en Aqua
Sextiae.
Los ejércitos
Los romanos contaron con 40.000 combatientes, entre
legionarios, auxiliares y alaes de caballería, repartidos en
seis legiones.
Los guerreros germanos se distribuían entre 30.000 cimbrios
y 90.000 teutones. Teniendo en cuenta que arrastraban
consigo a toda su tribu, el total de personas se estima
alrededor de 300.000 entre ambas tribus.
La batalla
“Cuando ya los Romanos se decidieron a hacerles frente, y,
cargando sobre ellos, los rechazaron en el acto de subir,
desordenados algún tanto, se dirigían a lo llano, y los
primeros empezaban a tomar formación en él; pero a este
tiempo sobrevino gritería y desorden en los últimos, porque
Marcelo estuvo atento a aprovechar la oportunidad, y luego
que el rumor se sintió en las alturas, inflamando a los que
tenía a sus órdenes, cargó por la espalda, causando en los
últimos gran destrozo; éstos, impeliendo a los que tenían
delante, en breve llenaron de turbación todo el ejército; ni
sufrieron tampoco por mucho tiempo el ser heridos por dos
partes, sino que dieron a huir en completo desorden.
Siguiéronles los Romanos el alcance, y a doscientos mil de
ellos o los cautivaron o les dieron muerte, y apoderándose
de tiendas, de carros y de otros despojos…” Plutarco, Vidas
paralelas, Cayo Mario, XXI
Mario contó con espías que le informaban periódicamente de
los movimientos de los teutones, así que cuando supo que se
disponían a atacar, ordenó a su segundo Claudio Marcelo que
se ocultara con tres mil legionarios en las colinas cercanas
y que se preparara para realizar una emboscada.
La posición defensiva romana, elevada, dificulto el ataque
ya que los germanos habían de acometer cuesta arriba.
La batalla comenzó con el ataque de los ambrones, que atacó
las defensas romanas sin esperar refuerzos, pronto la
formación quedó rota, el terreno empinado y rocoso hizo
complicado el avance y la lluvia de pilum romanos acabó por
diezmar a los ambrones, cuando estos alcanzaron la cima, la
batalla se libró cuerpo a cuerpo, los romanos provistos de
scutum y gladius, más descansados, mejor entrenados y
situados, se llevaron la mejor parte devolviendo a los
atacantes hasta el llano, pero esto solo era el principio,
derrotados, los supervivientes cimbrios se atrincheraron y
esperaron la llegada del grueso de las tropas formadas por
teutones.
Cuando estos llegaron, después de pasar la noche, atacaron
sobre la marcha y cuando parecían una fuerza imparable y
arrolladora, las tropas de Claudio Marcelo aparecieron por
la retaguardia teutona. El ataque combinado de vanguardia
con Cayo Mario y retaguardia con Claudio Marcelo hizo que
esta última desorientada, cediera y se dispersara, en el
caos todo el ejército germano se disgregó e intentó huir.
A partir de ese momento se desató la masacre, cayeron mas de
cien mil germanos, noventa mil fueron hechos prisioneros y
destinados a la esclavitud. Teutobod su rey se encontraba
entre los prisioneros.
Las consecuencias
“Fue a este tiempo Mario llamado a la ciudad, y, pasando a
ella, todos creían que triunfaría: lo que el Senado decretó
con la mejor voluntad; pero él no lo tuvo a bien, o por no
querer privar a sus soldados y cooperadores de aquel honor,
o por dar aliento en las cosas presentes, cediendo a la
fortuna de Roma la gloria de su primer vencimiento, para que
ésta apareciera mis brillante en el segundo…” Plutarco,
Vidas paralelas, Cayo Mario, XXIV
Mario no quiso celebrar el Triunfo que el Senado y el Pueblo
de Roma le brindaron, aun quedaba un enemigo que batir, los
cimbrios, por lo que Cayo Mario se unió a Cátulo, el otro
cónsul, dispuesto a eliminarlos, la batalla de Vercelae
acabará con las invasiones bárbaras durante cientos de años.
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