Si la situación climatológica ha
sido y sigue siendo en estos días, más que adversa para
determinas zonas españolas, provocando riadas e
inundaciones. La situación política, económica, cultural y
social es más de lo mismo o mucho peor, estando el asunto
más que oscuro, tiznado o negro. No existiendo ni por asomo
un rayo de luz en años luz, porque de nuevo ha aumentado en
el mes de octubre pasado, el desempleo en unos 128.242
desempleados. Siendo, al parecer, los sectores de Hostelería
y de Sanidad los más perjudicados.
A esa cifra oficialista habría que añadirles los cientos de
miles de extranjeros que han regresado a sus países de
origen. Además de, los españolitos que han tenido que hacer
sus maletas, marchándose a otros lugares en busca de un
mundo mejor, porque el que nos proporciona la política
actual española, carece de lo elemental y esencial para
poder subsistir en esta España, de cortadillos y papas
fritas encebolladas.
Situación de falta de empleos, que no es ajena para mí,
porque la sufrí con unos dieciocho años de edad, a finales
de los sesenta. Viendo obligado en aquel invierno, con lo
puesto, que tuviera que partir en el expreso de media noche
desde Algeciras a Barcelona. Porque el trabajo por esta zona
del Campo de Gibraltar escaseaba con la misma intensidad o
más que ahora.
Circunstancias, que me sirvieron de mucho, al abrir mi mente
a pensamientos de ciudadanos de pueblos y mundos distintos
al andaluz. Pero, todos los que concurrimos allí procedentes
de distintos lugares, huimos del hambre y la miseria. Por lo
que, al haberme tenido que buscar mis sustentos desde muy
joven. Y al no deberle nada a alguien, procedo contra
cualquier mameluco, muy educadamente de acuerdo a mis
atributos constitucionales.
Consecuentemente, si tuviera hoy la misma edad que entonces
cuando emigré a Cataluña, no me lo pensaría dos veces. Y, me
marcharía, en esta ocasión, no allí sino a un país europeo,
huyendo de la flor de fango española, de ciertos
pensamientos arcaicos de cabezas huecas y cangalladas.
Y como desde que tengo uso de razón, quise y quiero ser
persona. Siempre me alejé situándome a la otra orilla de los
fulanos con mentes, presuntamente, atrofiadas por los
sistemas imperantes, por muy alto que fuera y sea el cargo
que ostentaban y ostentan. Ya que, un considerable grueso de
ellos, utilizan sus estandartes contra los más débiles, en
procesos con fundamentos de peyorativas intencionalidades,
por imperativos de los pináculos de las huestes que los
cobijan en sus status de escalas superiores.
Anacarsis, filósofo del siglo VII AC, al parecer dijo por
aquellas remotas fechas de su existencia: “Muchas veces las
leyes son como las telarañas: los insectos pequeños quedan
prendidos en ella; los grandes la rompen”. Praxis de
Anacarsis, tan real que ha perdurado en este mundo manejada
por la mano negra del hombre y la de ciertas damas de
hierro, ataviadas con finas telas de terciopelo.
Por ello, cuantos más pobres sean los que se queden
atrapados en la tela de araña reinante. Más ricos y
poderosos serán los otros de sustratos superiores. Hasta tal
punto, que muchos de estos privilegiados, rompen a través
del poder que le confiere su grandeza, no sólo la tela de
araña, sino todo cuanto se les ponga de frente, por la
espalda o por derecho.
Dudando mucho, que esta casta poderosa sea sabia y humana, a
pesar de que el filósofo británico, Francis Bacon, dijera
que: “los cocodrilos vierten lágrimas, cuando devoran a sus
victimas”. Creyendo, que eso de “verter lágrimas los
cocodrilos cuando devoran a sus victimas”, sería
filosóficamente por entonces. Porque en la actualidad, por
mucho que me ilustre en los programas de natura, jamás he
visto a un cocodrilo emanar lágrima alguna, pero si realizar
giros sobre sí mismo para desgarrar a sus presas.
Y ese despedazamiento, es el que se está llevando a cabo
contra la esencia de los pueblos, por parte de aquellos que
han de orientarlos hacia el albor de la vida. Pero como al
ser el dinero el único sustrato que les mantiene, hacen todo
lo contrario. Opinando, sobre ese aspecto lo mismo que el
filósofo y escritor francés, Voltaire, el que decía:
“Quienes creen que el dinero lo hace todo, terminan haciendo
todo por dinero”.
Siéndoles permitido, por tanto, llegada esa situación
depredadora, realizar cuanto les venga en ganas, al no tener
cortapisas que los frenes, porque son los cocineros y
aprendices de todo lo que se condimenta política, económica
y social en el universo. Siendo nosotros, los ciudadanos de
cualquier país, presuntos meros cobayas en los tentáculos de
sus dominios.
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