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OPINIÓN - DOMINGO, 11 DE NOVIEMBRE DE 2012

 

OPINIÓN / EL OASIS

Paseo sabatino
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Estoy cansado de decir que en la calle se generan problemas de la misma manera que se resuelven. Por tal motivo, a mí me agrada sobremanera darme mis barzones. Es sábado. Ha dejado de llover y no dudo en encaminar mis pasos hacia el centro de la ciudad.

En mi interior bulle el deseo de hablar con la gente. Necesito charlar con ella. Máxime cuando hemos llegado a una situación donde la desesperanza, siempre más aterradora que la desesperación, ha cundido entre las clases más necesitadas. Sin embargo, los ricos son cada vez más ricos. Deberían tener mucho tiento.

Me dirijo al Mentidero. Reconozco que me cae muy bien Jesús Vázquez, su propietario. Y allí coincido con dos lectores de este periódico. Lectores desde hace muchos años. Son Juan Manuel Canca Román y Luis Cos García. Y, como no podía ser de otra manera, les pongo al tanto de que nuestra página web tiene una media diaria de nueve mil visitantes. Se alegran. Se alegran de verdad.

En la Esquina Ibérica me encuentro con Antonio Tirado y Margot, su mujer; ambos se muestran con la cordialidad que en ellos es habitual y me permiten pasar un rato muy agradable. Los sábados, me dice Antonio, se los dedico a Margot. Y ella asiente con esa afabilidad que la caracteriza.

Me llego a Pedro’s. Y me pongo a pegar la hebra con Alejandro Diacomanolis Ruiz. Su primer apellido es griego. Así que no hay por qué extrañarse de que haga del ocio un ejercicio diario. Y hasta se permite recitarme de memoria algo bien conocido y que, en principio, no aceptaban los romanos: “Las grandes ideas que han hecho progresar a la Humanidad nunca fueron fruto del estudio, sino del ocio”.

Con Alejandro suelo yo pegar la hebra a menudo. Y me lo paso en grande. Pues suele derrochar un humor fino que para sí lo quisieran quienes viven de hacer reír. Profesionales de la burla fina que no le llegan ni a la suela del zapato a este conocido mío que tiene un apellido tan majestuoso como Diacomanolis. Los griegos, a pesar de que ahora les haya dado por suicidarse, por mor de la malaleche que viene exhibiendo la señora Merkel, son gente a la que le debemos lo que somos. Mis palabras llenan de satisfacción a Alejandro.

Hablando con él estaba, es decir, con Alejandro Diacomanolis, cuando llegan Manolo Vega y Juani, su mujer, a Pedr’os. Y nos cunde la cháchara. Eso sí, en un momento determinado sale a relucir el accidente que estuvo a punto de costarle la vida a Paquita; hija del matrimonio. Y, seguidamente, surge el nombre del policía a quien Paquita le debe que ahora mismo esté respirando y con renovados bríos de vivir.

Me cuentan la gesta de José Antonio Artiel. Quien por socorrer a Paquita se hizo añicos un hombro. Amén de que en el empeño auxiliador por poco se desnuca. Juani y Manolo me ruegan que haga público el deseo que tienen de conocer a Artiel. Al cual todavía no han podido expresarle su agradecimiento. Misión cumplida.

También tenemos palabras elogiosas para Eduardo Hernández: dueño que fue de La Esmeralda y regidor de los destinos de la tertulia del Muralla durante muchos años. La calle, en Ceuta, como ustedes pueden comprobar, da para mucho. Lo que hay que saber es pasearla y vivirla intensamente.
 

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