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OPINIÓN - JUEVES, 8 DE NOVIEMBRE DE 2012

 

OPINIÓN / EL OASIS

Mentiras superfluas
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Cualquiera que lea la historia académica y profesional de Luis de Guindos, ministro de Economía y Competitividad, lo primero que piensa es que está ante uno de esos hombres que nacen cada mucho tiempo. Es lo que me ocurrió a mí. Incluso me atreví a decir, ante testigos, que tales lumbreras son nacidas dos o tres en medio siglo. Y aseguré que me estaba quedando corto.

Mis palabras llenaron de gozo a un militante del PP que compartía mesa conmigo y con otros comensales, y, todo entusiasmado, calificó a De Guindos de cráneo privilegiado. Y hasta se atrevió a pronosticar: Con el talento, el prestigio y las amistades celebérrimas que tiene Luis en el mundo mundial –sí, el militante popular se refería al ministro como si hubieran crecido juntos y quedaran todos los fines de semana para comer en familia-, ten por seguro que el Gobierno de Mariano acabará con la crisis económica en un suspiro.

Fue entonces cuando uno de los contertulios se nos quedó mirando con esa expresión de malaleche presta a entrar en combate dialéctico, sin reparo alguno. Se le notaba a punto de estallar. Pero, tras carraspear lo justo para aclararse la voz, sólo se le ocurrió decir: no creo que vuestra intención sea quedaros conmigo. Porque si es así, ahora mismo os puedo mandar muy lejos. Lejísimos. Y, seguidamente, nos enumeró las tropelías cometidas por De Guindos en Lehman Brothers. Esa banca de inversión que arruinó a medio mundo y al otro medio también.

De lo reseñado han pasado ya varios meses. Y hoy me he acordado de aquella conversación porque he leído las opiniones vertidas por el ministro de Economía y Competitividad en “The Wall Stret Journal”. El titular es un clamor: El futuro de España es brillante, dice De Guindos. Y, a continuación, insiste en las mismas muletillas de siempre: Que a menudo se nos olvida que el Gobierno lleva menos de un año gobernando; que las medidas tomadas lo arreglarán todo y harán posible que no haya que pedir el rescate; que los sacrificios son necesarios. Es decir, que si hay que seguir aumentando el número de pobres se hace y no pasa nada. Que en todas las guerras ya se sabe: el muerto al hoyo y el vivo al bollo. Y, como no podía ser de otra manera, nos recuerda lo mucho que está haciendo el Gobierno para resolver el paro. Que si está en el 25% se debe, principalmente, al pinchazo del ladrillo, que ha afectado al sistema financiero, y al déficit público. Y bla, bla, bla. Eso sí, es la primera vez que no le oigo mentar a Zapatero como hacedor de todos los males habidos y por haber. Con tales declaraciones (máxime tratándose de un ministro tan importante, inteligente, repleto de títulos, y que lleva muchos años codeándose con lo mejorcito del mundo financiero, o sea, con quienes cada equis tiempo deciden, aliados con los políticos de turno, regar la tierra de muertos en vida), a uno se le caen los palos del sombrajo. Tras la decepción, y como no podía ser de otra manera, la pleamar de la malaúva afluye. Y las ganas de jugar con De Guindos al abejorro se incrementan. Y para más INRI, cuando estoy acordándome del ministro de Economía y Competitividad, con las del Beri, suena el teléfono y me llega la voz opaca del contertulio que nos dijo un día, al militante del PP y a mí, durante una sobremesa, que De Guindos, con todo su golpe de títulos, mentía como mienten los tontos que van de pillos: de manera superflua. Es decir, que miente pero que no engaña a nadie. Como los análisis de la FAES. ¡Viva Aznar!
 

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