Hace tres años, en uno de mis
viajes a El Puerto de Santa María, tomaba yo el aperitivo en
Casa Flores, cuando se me fue la vista hacia donde se
hallaba una mujer conversando con otra que sí me conocía. Al
percatarse ésta de mis intenciones, decidió saludarme.
Seguidamente, me presentó a su amiga.
Ambas conservaban la belleza. A pesar de que frisaban en los
cincuenta, debo decir que estaban de muy buen ver. La mujer
que me fue presentada vive en uno de los pueblos blancos de
la serranía gaditana. Y me contó sus peripecias políticas,
debido a que había sido concejal en su momento.
Aurora Castel, que así se llama la mujer con la que me
relacioné aquel día, suele llamarme de vez en cuando para
que le explique el motivo de algunas de mis columnas o bien
para criticarme sin remilgos cuando está en desacuerdo con
mis pareceres. Y yo se lo agradezco muchísimo. Ya que está
muy preparada y, dado que es lectora compulsiva, sabe de qué
va la cosa.
Hoy lunes, ayer para ustedes, cuando aún no he elegido el
asunto del cual escribir, recibo la llamada de Aurora y,
como otras veces, hablamos por los codos. De modo que no me
cabe más que resumir. Empezaré por decir que Aurora ha sido
una defensora a ultranza y lo sigue siendo de los derechos
de la mujer. Lo cual me consta por las averiguaciones
hechas. Lo cual, sin embargo, no le impide ser muy crítica
con ellas cuando se tercia.
Así que no se ha cortado lo más mínimo en decirme que
Fátima Báñez está metiendo la pata sin solución de
continuidad. Y larga: “La última fue decirnos que
principiaba a ver brotes verdes en la economía. ¡Con lo que
esta mujer decía cuando semejante expresión animosa salía de
la boca de Elena Salgado!”. Y, con cierta ironía,
remata la faena: “Cualquier día nos cuenta que tiene hilo
directo con la Señora del Rocío”.
-¿Qué te parece Ángela Merkel?
Y Aurora, por más que tenga fama de comedida, pierde los
papeles. Hasta el extremo de que debo decirle que voy a
censurarla. Que en este espacio ni siquiera ella puede
desbarrar así. Pero a mi amiga le importa un carajo mi
admonición y sigue soltando por una boca que fue motivo
principalísimo para que yo clavara los ojos en ella el día
que la vi en Casa Flores.
Cambio de tercio y le pregunto por las declaraciones de
María Dolores de Cospedal acerca de que la reforma
laboral es estupenda pero que tardará mucho tiempo en
producir efectos beneficiosos. Y Aurora brama contra la que
ella llama señora de peineta y mantilla. Y principia a
nombrarme miembros de su familia que están en el paro, y de
vecinos, y de amigos. Y me recuerda cómo hay gente que está
perdiendo las ganas de vivir. Y, claro, no tengo más remedio
que escucharla atentamente. Cualquiera le lleva la
contraria…
Dado el rumbo que está tomando la cosa, y sabiendo lo
futbolera que es, le digo que mañana, hoy para ustedes,
Vicente del Bosque estará en Ceuta, acompañado de
Toni Grande, para inaugurar un césped artificial. Y,
cuando yo esperaba otra respuesta destemplada de Aurora, va
y me dice que daría lo que no tiene por estar aquí y
saludarlo. Pues le encanta Del Bosque por ser un tipo con
cachaza más que reconocida como para aguantar tostones
protocolarios que cualquier otro evitaría por todos los
medios a su alcance. ¡Menuda es Aurora! ¡Qué mujer!
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