PREGUNTA.-Haga un breve resumen de su infancia.
RESPUESTA.-Nací en La Línea el 14 de febrero de 1941 en un
año muy difícil. Teníamos una frutería en la calle Granada y
mi padre trabajaba llevando frutas a los cuarteles de
Gibraltar, éramos siete hermanos. Estudié con don Andrés y
en vez de entrar a las nueve de la mañana lo hacía a las
diez porque tenía que ayudarle a mi padre a cargar y a
descargar la fruta, primero era con un caballo y un carro, y
después con un coche.
P.-¿Hasta cuándo estudió?
R-Estudié hasta los catorce o quince años porque alternaba
el colegio con el trabajo. La situación estaba muy mala pero
nosotros gracias a Gibraltar vendíamos mucho y en mi casa no
se pasó hambre. Mi padre por entonces como todo el mundo se
dedicaba a traer todo lo que se vendía en La Línea.
P.-¿La Línea se creó a la sombra del Peñón?
R.-Así es y el que diga otra cosa está totalmente
equivocado. Aquí nos hemos servidos tanto unos como los
otros. Esto era muy diferente a todo porque si le preguntas
a los abuelos ningunos nacieron en La Línea sino en los
alrededores.
P.-¿Cuándo le llegó su afición al mundo del toro?
R.-Fue casi de carambolas porque quería salir en el año
sesenta cuando salió Carlos Corbacho que entrenábamos
juntos, pero en el mes de junio de ese año murió mi padre y
ya se me trastocaron las cosas, porque había que trabajar
para salir adelante. Tenía unos 19 años, que era la edad
ideal para haber salido.
P.-¿Hizo el Servicio Militar?
R.-En una batería de costa y en la Almoraima. Por las noches
toreábamos las vacas de Ramón Vázquez. Cuando escuchábamos
los caballos de la Guardia Civil salíamos por patas.
P.-Finalizado el Servicio Militar, ¿qué hizo?
R.-Me marché a Marbella a trabajar pero me tuve que venir
para La Línea y me puse a trabajar con mi suegro en un
negocio de frutos secos. Después con mi casa montada para
casarme; aguantándome mi novia mucho, dije que quería
torear. Tuve la suerte la primera vez de cortar las orejas y
rabo, y me apoderaron los Belmonte. Creía que las orejas y
rabos se cortaban todos los días porque eso fue lo que hice
en las novilladas que toreé. Pero cuando debuto con caballos
el toro me pidió los papeles y la cosa cambia.
P.-¿Se le notó la falta de oficio?
R.-De parvulito me metí en la universidad y ahí fue cuando
me percaté que el rodaje lo debería haber hecho antes. Así
que, pensé que ya no provocaba más sufrimientos.
P.-Actualmente los aspirantes aprenden el oficio a través
de las escuelas, donde les enseñan a saber colocarse delante
del toro.
R.-Hoy los niños van con una seguridad muy grande, tienen un
profesor y en el campo lo tratan como si fueran matadores de
toros. Antes no, porque era la tapia y toreaba primero un
matador de toros. Y cuando ya la vaca tenía sesenta pases
dados, el ganadero nos avisaba que saltáramos de la tapia
para torearla, si no lo hacíamos saltaba otro. Aquello era
muy duro y difícil. Hoy por suerte los niños van muy bien
vestidos y conduciendo todoterrenos y coches de grandes
cilindradas. Además de tener capotes y muletas nuevas no
faltándoles de nada. Yo antes no sabía lo que era un traje
de torear nuevo ni un capote nuevo. Porque en esos años,
además, iba andando o en bicicleta.
P.-¿Dónde alquilaba los trajes?
R.-En Algeciras y el que me los alquilaba que me conocía y
me apreciaba, al saber que entraba en la plaza muy
peinadito, pero al ser algo torpe me cogían mucho los toros,
y cuando le entregaba el traje veía el ‘lío’ para saber cómo
se lo entregaba. No llegué a tener nunca un traje nuevo
propio, aunque sí me regalaron uno los Belmonte, pero cuando
me retiré lo regalé para no volver a tener intención de
volver a torear.
P.-¿Estuvo poco tiempo?
R.-Debuté en La Línea en junio y me llevaron los Belmonte a
Jerez, estuve dos años y pico toreando. Después no veía ni
mis fotos de torero. Mi mujer no es antitaurina pero sí
sufre mucho, al ser una amante a los animales. Pero siempre
que hemos ido al campo se ha llevado un susto, porque el
gusanillo está ahí y siempre una becerra se escapaba y le
pegaba varios muletazos, pero me da mucho miedo porque si me
da una becerra un porrazo me tienen que recoger en un
carrillo. Cuando voy al campo con Curro Escarcena o con los
Duarte mi mujer me avisa que ni me tome una copa de vino,
porque me creo que soy Espartaco.
P.-Lo suyo de querer ser torero tenía su mérito.
R.-Creo que no hubo en La Línea otro caso igual como el mío,
porque teniendo veinticinco años querer torear sin haber
toreado ni a una vaca, y muchos creían que iba a ser el
ridículo. Pero en la primera novillada me salieron las cosas
bien y me llevaron a hombros por la calle Clavel hasta el
Hotel Universal. Que por cierto no me había quedado allí
sino en La Esteponera. Y después tuve la suerte de debutar
en la Maestranza de Ronda, así como, en Jerez, Cádiz, La
Línea, Cartagena y no me echaron ningún toro al corral. Por
aquella época tenía que haber matado muchos toros en el
campo, pero no tuve tiempo ni de eso, así que, aprendimos
toreando de salón. Pero si me hubieran cogido empresarios de
aquí como Enrique Ponce o Pedro Crespo me hubieran hecho más
rodaje, pero al cogerme una empresa de fuera que llevaban
toreros como Antonio Ordóñez y Andrés Vázquez, no se iban a
entretener con un novillero sin caballos. Félix Román el que
lleva actualmente la cuadra de caballos toreaba conmigo y
éramos amigos.
P.-¿Cómo observa actualmente el mundo del toro?
R.-Los que tiran más piedras en su tejado son los taurinos.
Ahora se han dado cuenta que los toros había que enseñárselo
a la juventud. Las grandes empresas deberían de haber hecho
hace muchos años ir a los colegios para enseñar la cultura
taurina. Llevar a los niños al campo y que le peguen un par
de muletazos a una becerra, el que haga eso jamás se le
olvida en la vida. Pero si lo llevan a la plaza de toros se
aburren al no existir emoción por culpa de lo que echan en
muchos sitios tan arreglados y de aquella manera con dos
plátanos por cuernos. Los toreros que torean esas corridas
fuertes, torean muy pocas corridas de esas, pero de las
otras torean cien o ciento veinte. Aún me acuerdo de los
rizos que tenía uno de los toros que toreé en Ronda. En la
cama muchas veces me acuerdo y doy un salto encima de mi
mujer (ríe).
P.-Su mujer cuando le dijo que no toreaba más, ¿se lo
creyó?
R.-Para nada, pero se acuerda de aquello y está muy contenta
porque aquello era muy duro. Pero si yo volviera a nacer
haría lo mismo e intentaría torear.
P.-Aquella tarde que lo sacaron a hombros, ¿sintió un
subidón?
R.-Imagínate, pero no me lo creía, pero también me sacaron a
hombros en Cartagena y no conocía a nadie (ríe). Me metieron
en el tren en un esportón de esparto y me dijeron “cuando
cortes orejas irás en un Mercedes”. Imagínate en un
mercancías desde Jerez a Alcázar de San Juan y mi vagón
lleno de guardias civiles que iban a examinarse (ríe),
aunque se portaron muy bien conmigo...
|