Yo me apunto a un bombardeo”. Quien se reafirma en esta idea
no es ningún joven recién salido de la Universidad,
dispuesto a comerse el mundo y lanzarse a cualquier
oportunidad. Tampoco un reportero intrépido sin miedo a
viajar al corazón de un conflicto armado para mostrarlo al
resto del mundo a través de sus lentes o su pluma. Es una
mujer menuda, de piel arrugada con suavidad y pequeños ojos
vivaces escondidos tras unas gafas de pasta oscuras.
África Benítez tiene 81 años y es una de las voluntarias más
ancianas de Cruz Roja Ceuta. Junto a ella se sienta Sonsoles
Jiménez, que esta misma semana ha celebrado su 71 cumpleaños
y se alistó como voluntaria hace unos cinco años en la misma
entidad. Desde entonces ambas comparten muchas vivencias,
experiencias que van más allá de las que ya vivían juntas
como usuarias del Centro del Mayor de Villajovita, y que hoy
recuerdan con un ojo en la conversación y otro en la tarea
que les tiene ocupadas en este momento: confeccionar los
trajes para la gala de Escala en Hi-Fi que organiza el
Centro del Mayor de Cruz Roja a finales de este mes.
“Hemos colaborado para vender los boletos del sorteo del
Oro, visitado a personas en sus casas para enseñarles a
ahorrar agua, entregado folletos en la playa para cuidar el
medio ambiente...” Lo que cuenta una se convierte
prácticamente en un eco en la voz de la otra, según ambas
van enumerando el buen número de actividades que han
desarrollado a lo largo de los últimos años, experiencias
que les han servido no solo para ayudar a los demás, sino
también para mantenerse activas, seguir siendo útiles para
la sociedad y no sentirse “como un trasto en casa”.
“Ser voluntario da mucha vida”, dice África, mientras
Sonsoles asiente con complicidad. “Yo me iba a cualquier
sitio si me enviaran a ayudar a los demás, no tengo ningún
miedo, lo que pasa es que ahora no puedo porque tengo que
estar pendiente de mi hija”. Según explica la anciana, en la
actualidad su hija se está recuperando de un cáncer. Por eso
África ha dejado su hogar en Ceuta unos meses y se ha
trasladado a Málaga con ella. Estos días está la ciudad solo
de visita, antes de regresar a la península.
“Mi hija se está recuperando bien. Me la llevo a caminar y
cada día hacemos un poquito más. La animo, como siempre, a
seguir adelante, aunque ella tiene mucha fuerza”, asiente.
Eso sí, en cuanto llega a Ceuta, aunque sea por poco tiempo,
África recoge su casa “en un periquete”, y se planta en el
Centro del Mayor. Tarda bien poco en coger una aguja o que
haga falta para estar activa. ¿Es cuestión de forma de ser?
¿Una actitud aprendida en familia? La octogenaria dice que
siempre ha sido una mujer muy inquieta, y recuerda que su
madre era también una persona muy activa. Sonsoles,
igualmente añora a una madre que no paraba quieta, “ni
cuando ya estaba muy mayor”, hasta llegar a subirse a una
silla para limpiar los muebles con más de 70 años de edad.
“Todos lo que hacemos nos parece poco. Nos gustaría hacer
más actividades pero a veces no nos llaman. Estamos en una
lista para cuidar niños cuando sus padres van al hospital, y
también en un intercambio de mayores voluntarios para ir a
París”- apunta Sonsoles-. ¿Qué vamos a hacer una vez viudas,
quedarnos encogidas y arrugarnos cada vez más? Mi marido
falleció hace dos años, y si no lo hago por mi al menos debo
hacerlo por mi hijo”.
Sonsoles explica que tiene un hijo diabético, con una sola
pierna por los efectos de la enfermedad. Frente a los
problemas que les ha planteado la vida a ambas, las dos
mujeres se erigen fuertes y seguras de que lo que hay que
hacer es “tirar palante”. Su actitud vital es un puro
ejemplo práctico de lo que la Unión Europea lleva celebrando
a lo largo de todo 2012, el ‘Año europeo del envejecimiento
activo’. Se trata de una forma de envejecer que, tal y como
explicó esta misma semana en Ceuta el director del Área de
Acción Social de la Fundación ‘La Caixa’, Josep Ollé, radica
en que los ciudadanos sigan sintiéndose útiles en esa otra
mayoría de edad, que puedan devolver a la sociedad su
conocimiento y su experiencia, además de los valores que en
muchos casos hoy en día parecen perdidos en un limbo de otra
era.
‘Gente 3.0’
Mañana lunes arranca en la ciudad autónoma un nuevo programa
de colaboración entre el Imserso y la Fundación ‘La Caixa’
que promueve el voluntariado del mayor, una iniciativa
denominada ‘Gente 3.0’ que quiere implicar a las personas de
más de 65 años en un nuevo movimiento social cada vez más
popular. Más de doscientos mayores se habían apuntado al
programa la semana pasada y se espera que sigan haciéndolo a
lo largo de los próximos días. A través de distintos
talleres, se fomentará, además de la actividad mediante
proyectos de voluntariado un estilo de vida saludable
mediante seminarios para dormir mejor, mantemiento de la
mente activa con talleres y jornadas literarias, además de
otras iniciativas.
Sonsoles es una de las mayores que se ha apuntado al
proyecto y está deseando empezar. Pero como esta caballa de
corazón (porque nació en Bilbao) admite, tampoco es algo
para todo el mundo. “Tenemos muchos compañeros del Centro
del Mayor que podrían apuntarse y no lo hacen, depende de
cada uno y de las ganas que tenga”.
Sentadas en el sillón del Centro, su segundo hogar, África y
Sonsoles explican que gracias a iniciativas como las que
pronto pondrá en marcha ‘Gente 3.0’, ambas han aprendido
mucho más allá de primeros auxilios o medio ambiente,
también han dado importantes pasos para manejarse en el
mundo de las nuevas tecnologías y disponen de su propio
e-mail y cuenta de Facebook.
“De vez en cuando bajo y miro a ver qué me han puesto”, dice
la rubia Sonsoles. “Yo he sacado el cuadro que estoy
pintando de Internet”, añade África, enseñando una de sus
últimas creaciones.
Un perfil femenino
Lejos del Centro Social del Mayor se encuentran en estos
momentos otros voluntarios, también hombres, aunque la gran
mayoría de este grupo altruista de edad avanzada son mujeres
“porque ellos se mueren antes”, dicen. Los voluntarios
ancianos son un porcentaje todavía pequeño, un total de 37
del millar de voluntarios con los que cuenta Cruz Roja Ceuta
en la actualidad, pero su aportación no deja de tener un
valor incalculable desde muchos puntos de vista.
Las voluntarias del Centro del Mayor cuentan cómo también
han llevado a cabo charlas ante otros grupos de mayores, más
“nuevos” en la etapa posterior a los 65, muchos de los
cuales viven un periodo de confusión y pérdida de rumbo al
encontrarse jubilados, al perder la otra mitad de su
matrimonio o encontrarse solos, ante una enfermedad o los
achaques de la edad, o sin familia cercana a la que
recurrir. Las ancianas afirman que mantenerse “útil” es la
clave.
Su actitud es la misma de voluntarios como José Luis
Martínez, otro de los voluntarios de Cruz Roja que, tras
retirarse desde su puesto de funcionario en Telefónica, ha
colaborado durante muchos años en el departamento de
Teleasistencia domiciliaria de la organización humanitaria.
La más veterana de todos, también mujer, es Manuela Trola
Tobar, nacida en 1926 y alistada entre los voluntarios de
Cruz Roja en 2008. El más veterano, aunque no el más anciano
entre los voluntarios es el antiguo director territorial del
Ingesa, Jesús Lopera, que fue el primero en registrarse como
voluntario en la ciudad autónoma según los registros de la
entidad, en 1973.
Los responsables locales de la asociación del logotipo rojo
no pueden estar más orgullosos de cada uno de sus
colaboradores, y esperan que, con el tiempo, sigan creciendo
los perfiles con trayectoria, como estas decenas de personas
altruistas sin fecha de caducidad.
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