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OPINIÓN - SÁBADO, 3 DE NOVIEMBRE DE 2012

 
OPINIÓN / COLABORACION

¿Vivir cada cuatro años?

Por J.C.F.*


Dicen los filósofos que no vivimos, que viven-piensan por nosotros. Desde pequeños nos encaminan por las inercias u obligaciones del almanaque: el cumpleaños del amigo del cole, el festivo sin madrugón ni recreo… Crecemos sin que nos dejen pensar-vivir: la publicidad y las mentiras bien maquilladas, el fútbol casi diario, las obligaciones ineludibles del día a día, etc. Y un buen día, todo se acabó. En un instante, dicen, aparece ante nosotros toda nuestra vida a modo de celuloide resumido: exámenes, facturas, el sábado sabadete, las votaciones cada cuatro años, entre otras vivencias.

En realidad, pocas veces somos conscientes de que, cual santa mística, “vivimos sin vivir”. ¡Qué desperdicio de evolución! Ese animal social, que hemos llegado a ser, queda domesticado históricamente -casi sin darnos cuenta- por medios tan heterogéneos como la vida misma: la educación, la publicidad, la cultura, la propaganda…, sirviendo a insospechados intereses creados, al Poder. A fecha de hoy mismo, se nos sigue tratando -por parte de ese Poder a veces invisible, otras con forma bipartidista- como súbditos pasivos en lugar de ciudadanos activos; como homo ludens futbolensis en vez de homo sapiens politicus (completando la clasificación del naturalista Linneo); en resumidas cuentas, como manipulados votantes cuatrienales en lugar de informados demócratas diarios, que intentan ser dueños de su destino.

Por eso, los que tenemos sangre en las venas (en mi caso de color magenta), los que nos indignamos también fuera de las plazas, necesitamos, deseamos, exigimos vivir, y no que vivan por nosotros. Debemos vivir en comunidad, como el verdadero animal social y político que somos, entre contratos sociales, necesitando, como necesidad primaria, el aire, el alimento o la política. Sí, y no exagero.

Tenemos que tomar conciencia de que una vida humana plena es la suma misteriosa de muchos elementos: biología, espiritualidad (o incredulidad)… e irremediablemente el componente social y político.

La política, en un sentido moderno, extrapolando un artículo de nuestra bicentenaria y desconocida Constitución de 1812, nació principalmente para que la mayoría vivíeramos más felices, que no es poco. Con anterioridad a “la Pepa”, durante el Antiguo Régimen (la política de unos pocos), sólo buscaban la felicidad los de siempre, no todos.

Por consiguiente, actualmente, no tiene ningún sentido que la política, que es cosa de todos, no solo de los políticos, mantenga despotismos trasnochados como “todo para el pueblo pero sin el pueblo”, en donde solo importa la llamada puntual a las urnas cada cuatro años, sin relación alguna con la felicidad o la vida real de los ciudadanos.

* Simpatizante de UPyD
 

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