Tres son las últimas cuestiones
que, de forma al menos somera, quedarían por abordar: los
efectos de los gases (iperita o gas mostaza especialmente),
el bombardeo sobre la población civil y las eventuales
responsabilidades derivadas de la Guerra del Rif. En cuanto
a los efectos de la iperita sobre seres vivos y el mismo
medio natural, son conocidas las consecuencias a corto plazo
dependiendo éstas de diferentes factores, entre otros la
duración e intensidad del ataque, las condiciones
meteorológicas imperantes y, en cuanto al factor humano, los
órganos afectados. Maticemos que, salvo en dosis masivas, el
gas mostaza no es mortal si bien el malestar producido,
quemaduras sobre todo en ojos, piel y pulmones, puede durar
hasta diez años después de la intoxicación. Hay indicios de
su carácter cancerígeno, pero nada que pueda demostrar su
carácter mutante afectando genéticamente por generaciones,
como algunos se empeñan en insistir, si bien puede
contaminar el terreno durante algunos años. Es decir y pese
a su aparatosidad, las lesiones por iperita o gas mostaza
son en general más leves y menos letales que las producidas
por armamento convencional. Más duras y de efectos
inmediatos son los gases de tipo asfixiante, neurotóxicos
que inciden en el aparato respiratorio como el fosgeno y la
cloropicrina (incluso el dick), también usados pero en menor
escala en el Rif. ¿La gran incidencia de cáncer en la
región….? Sin duda necesitaríamos de un estudio
epidemiológico exhaustivo, pero a título de ejemplo digamos
que las provincias de Cádiz y Málaga concentran la mayor
proporción de cáncer de toda España… y obviamente no fueron
bombardeadas con “gases de guerra”. Tampoco hay relación
causa-efecto en las zonas de Europa duramente bombardeadas
con iperita en la I Guerra Mundial (1914-1918).
¿Cómo distinguir a la población civil de la población
combatiente…? No debió ser fácil por diferentes
circunstancias, entre ellas que España apoyando al Sultán no
se enfrentaba a un ejército regular y convencional, sino a
una auténtica nación emergente (la rifeña) en armas: los
zocos o mercados eran lugares tradicionales de
abastecimiento y los aduares o pueblos estaban fortificados.
Por otro lado, las mujeres participaron activamente y con
saña en las vejaciones y degollina de prisioneros como, por
cierto, hicieron más de un siglo antes en España las
campesinas del país con las columnas francesas en retirada.
Nada nuevo bajo el sol. Es decir, el bombardeo sobre
“población civil” es cuestionable y abiertamente matizable.
Por lo demás y dada la cultura islámica vigente, tras la
primera menstruación una niña ya es considerada adulta y en
líneas generales, un menor con un arma es un combatiente.
Punto.
Finalmente y en cuanto a las eventuales responsabilidades,
debe tenerse en cuenta lo siguiente: primero, que para la
época el uso de armamento químico no era ilegal, lo cual ya
hemos demostrado. En segundo lugar España se encontraba en
Marruecos desde 1912 apoyando a la autoridad legítima y
legal del país, la monarquía alauí, cuyas tropas las mehalas
jalifianas combatían al lado de las españolas. Recordemos
aquí que Abdelkrim y su secesionista República del Rif
luchaba contra el Sultán y por tanto contra sus aliados, los
españoles.
En conclusión, la eventual responsabilidad española en la
Guerra del Rif es subsidiaria, pues la campaña militar se
hacía en nombre del sultán Mulay Yusef quien, por cierto,
tras la derrota de Abdelkrim por el combinado de tropas
hispano-francesas mostró su satisfacción retratándose
públicamente al lado de los vencedores. Motivos todos
suficientes, el sátrapa Hassán II lo sabía bien, para que el
proceso por la “responsabilidad de los gases” siga adelante.
Algo que pudiera no haber calibrado bien su hijo, el joven
monarca Mohamed VI, a quien nada más acceder el Trono le
habrían metido el “gol” pues, de seguir adelante ésta
reivindicación, la primera en ser salpicada de forma
irreversible sería la misma Dinastía Alauí. Por no hablar de
las responsabilidades directas de la Corona en la masacre
del Rif en 1958 y 1959, en la que miles de rifeños civiles
(aduares enteros fueron barridos con lanzallamas o
bombardeados con napalm) fueron asesinados por las Fuerzas
Armadas Reales (FAR) y células del partido del Istiqlal.
Pero esa es otra historia. Visto.
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