Perdonen que hable de mí, pero me
gusta tanto hacerlo, que me resulta imposible resistirme. Y
mucho más si se trata de opinar sobre cuestiones
futbolísticas. Reconociendo, eso sí, que muchos de mis
lectores dicen no leerme cuando lo hago mientras otros sí se
sienten complacidos.
Por si alguien no se ha enterado aún, yo me dediqué a la
profesión de entrenar durante veintitantos años. En una
época total y absolutamente distinta a la actual y en la que
entrenar en Primera División era algo imposible para quienes
no fueran ya personas con muchos años y… bueno, a qué
seguir.
De cualquier manera, no deseo quejarme de nada sino
defender, una vez más, al entrenador del Madrid: José
Mourinho. Al cual se le ha criticado la orden que le dio
al portero Adán para que éste sacara de puerta
enviando el balón al área del equipo local, con el fin de
evitar el domino que éste ejercía
Cuando un equipo sale en tromba, en el caso que nos ocupa un
conjunto inferior al visitante aunque repleto de entusiasmo
y aprovechando las medidas de un terreno de juego acto para
maniatar a los rivales, no cabe más que decirle al
guardameta que saque de puerta por alto y envíe el balón lo
más cerca posible de la portería contraria.
El motivo no tiene vuelta de hoja: se trata de quitarse de
encima la presión de los rivales, alejándoles del campo
propio, amén de cortar de raíz el juego de la zona vital del
medio campo. ¿Cómo se hace? Tan fácil como lo que hizo el
Madrid tras percatarse de que los futbolistas del Alcoyano
llegaban con cierta facilidad a la portería defendida por
Adán. Por lo cual forzaron varios córners seguidos y
consiguieron que los defensores madridistas comenzaran a
estar incómodos y dando pruebas de debilidad.
Entonces, Mourinho hizo lo que tocaba: decirle a su portero,
quien por cierto juega con los pies más que bien, que
golpeara el balón hasta los dominios de Unai. De esa manera
se podía presentar una oportunidad de gol o bien una falta
que lo provocara. Todo ello acompañado por el adelantamiento
de la zaga merengue hasta la raya divisoria del medio
terreno.
Pronto llegó el gol de Benzema que dejó al Alcoyano
tocado de un ala durante muchos minutos. En tanto que los
visitantes iban serenando su juego y reduciendo el enorme
sacrificio que significaba verse obligado a pensar en campo
propio ante la feroz acometida de unos futbolistas
dispuestos a hacer el partido de su vida. Aun a costa de
tener que echar mano de un segundo esfuerzo que podría
pasarles factura en el siguiente partido de su competición.
La táctica empleada por el Madrid en el campo de El Collao
sirve también en cualquier momento cuando el equipo rival,
aunque sea inferior, y ya no hablemos si se trata del
Barcelona u otro grande, se ha adueñado del centro del campo
y domina a placer el encuentro. Ningún demérito tiene que el
portero del equipo dominado sea el que vaya capeando el
temporal con su saque. Incluso a veces resulta una magnífica
acción enviar el balón fuera lo más lejos posible y
presionar el saque de banda. En el fútbol, a ver si se
enteran quienes escriben de él, no todo es sota caballa y
rey, sino que hay muchas alternativas. Eficientes, muy
eficientes, si son bien aplicadas. Y los entrenadores deben
conocerlas y usarlas adecuadamente. No todo radica en hacer
un rondo en el césped.
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