Cuando hablamos de violencia machista casi siempre olvidamos
que no sólo es la mujer la víctima de esta violencia, sino
que en todos los casos los niños y niñas son víctimas de las
situaciones de violencia de género que se dan en las
parejas. Ellos sufren la violencia psicológica (por los
insultos, humillaciones, o castigos desproporcionados que
reciben, o como consecuencia de observar las amenazas, el
control, la vigilancia, el chantaje, las agresiones físicas
o el abuso sexual que sufren sus madres), y a veces también
son víctimas de agresiones físicas directas al igual que
ellas.
Vivenciar la angustia, el temor, la inseguridad, la
tristeza, la impotencia….que sufre la madre cuando es
maltratada, les produce a sus hijos una elevada inseguridad
y confusión que se traduce en numerosos trastornos
nocturnos, alteraciones del sueño, estrés, ansiedad, falta
de rendimiento escolar, ….etc.
Esta violencia no suele tener consecuencias inmediatas en el
menor sino que suele ser a largo plazo hasta el punto de
condicionar las capacidades de adaptarse socialmente en el
futuro como adulto.
Al estar en fase de crecimiento y desarrollo, su
personalidad se ve afectada por la violencia y la toman como
modelo, interiorizando el papel del maltratador o de la
maltratada.
UNICEF señala que aunque no se le ponga una mano encima al
niño/a, sólo con presenciar situaciones violentas , éstas
tienen efectos sicológicos negativos y recoge que en España
188.000 menores están expuestos a una violencia en el hogar,
alertando de la posibilidad de que se pueden convertir en
futuras víctimas o maltratadores.
La decisión de algunas mujeres víctimas de la violencia de
género de continuar con la relación o la de volver con el
agresor viene determinada por la situación de miedo a la
represalia del agresor al menor, por no someterlos a
procesos judiciales, por no tener recursos suficientes para
mantenerlos, por la inestabilidad de la separación… o
simplemente porque piensan que la situación es temporal y va
a cambiar con el tiempo.
Por el bienestar físico y emocional de estos niños y niñas
la madre que sufre la violencia del padre debe denunciar y
poner fin a esta situación que perjudica enormemente a sus
hijos, ya que la recuperación por ellos mismos no podrá
avanzar sino es con el acompañamiento de una persona adulta,
ya que ellos necesitan un referente cercano que les
transmita seguridad emocional y les ofrezca un contexto
familiar en el que poder expresar sus emociones, un contexto
que fomente la comunicación afectiva y les ayude a
convertirse en adultos sanos y equilibrados emocionalmente.
Si el que un hombre maltrate a una mujer no es motivo
suficiente para denunciar y acabar con una situación
denigrante, insostenible y humillante, la maltratada tendrá
que reflexionar que si además de ella es su propio hijo el
que directa o indirectamente se perjudica por ese maltrato
es ya ésta una razón fundamental para terminar con la
situación actual y comenzar una nueva vida carente de
violencia y maltratos.
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