Son días de tradición y de visita al Cementerio. Mientras la
Ciudad Autónoma de Ceuta prepara desde hace quince días el
“lavado de cara” del Camposanto de Santa Catalina, desde el
pasado fin de semana tres floristerías se han instalado a
las puertas del Cementerio de Ceuta. Allí, como tantos otros
años, muestran sus flores: colorido y variedad para una
tradición que, al decir, de los propios vendedores, va a
menos. Los jóvenes no son en la actualidad tan proclives a
visitar el Cementerio como sus antepasados y las personas
mayores, a duras penas acuden ya, aunque sí es verdad que
para el Día de los Difuntos y para el de Todos los Santos,
la visita tradicional se mantiene, por el momento.
Una visita que conlleva gasto para la adquisición de flores
cuya oferta es variada, tanto en género como en precios. Los
ramos se adaptan a todos los bolsillos en cuestión de
precios y van, de los 3 euros que es lo más económico en
adelante, con paquetes de 15 y 20 euros o más en función de
la demanda.
En Ceuta, las preferencias de la clientela se inclinan
mayoritariamente por la modalidad de flores naturales y las
artificiales apenas se venden, muy al contrario que en la
península, donde no sucede igual ya que, aquéllos que
quieren adornos que perduren, optan por ellas.
Desde hace quince o veinte años, la tradición de acudir al
Cementerio a visitar a los familiares ya fallecidos, va
decreciendo y es un síntoma que aprecian los mejores
observadores de esta situación: los floristas. En el año
1.979 se daba la circunstancias que, hasta de noche, se
vendían flores y la afluencia de público era extrema,
mientras que ahora es un “goteo” intermitente pero no se da
esa afluencia de clientela de antaño. Una mirada nostálgica
al pasado que, para los vendedores de flores, no deja de ser
una sensación de que cualquier tiempo pasado fue mejor que
el actual. Ahora, a las siete de la tarde, apenas hay
compradores interesados en adquirir flores. Algo
inimaginable en otro tiempo.
Entre las prioridades de los compradores, los clásicos
crisantemos, las margaritas, las clavellinas, los
claveles…en una gran variedad que se exponen en amplios
recipientes. Son días de ventas sin excesos, no ya por la
crisis sino también por la pérdida paulatina de una
tradición que lucha contra los tiempos de la modernidad con
el cambio de costumbres y el imperio de las tecnologías.
Nadie discute que, en estos días tradicionales de cultos a
los fallecidos, la visita al Cemenetrio es un ritual y el
engalanamiento floreado de los nichos y tumbas, un clásico.
Sin embargo, algo se mueve en este proceso: la dinámica va
en regresión y con el paso de los tiempos, se vislumbra un
futuro incierto.
El sentimiento, el recuerdo, la memoria por aquéllos que nos
dejaron parece que emprenden un sentido regresivo. La venta
de flores, hoy por hoy, ya no es lo que era. Y lo dicen los
propios vendedores.
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