Hace nada y menos, que se fue el
adiós al tiempo y la ausencia, cuando fue un llanto y una
emocion contenida, a cada cosa que tiene un principio y un
fin, que hay amores que son como la Leyenda de Bruce Lee,
que se añoran y admiran, pero nunca volverán...
Y llegó la aceptación, atrás quedaron los meses al calor, a
la arena y la espuma, y ahora a los frescos de otoño, a
saber convivir, en la soledad y el amor de los hijos, en
aprender al trozo de vida que te falta, a superar lo
compartido y ver que te queda mucha tarea por delante...
Y comprendí lo que es la labor de una ama de casa, la reina
del hogar, la reina de los mares, con su lavadora, los
sudores en los fogones, las espaldas molidas por agacharse a
recoger todo lo que se quedaba por los rincones, como
diciendo cada uno, ¡ que ya vendrá la criada a recogerlo
!...
A aprender a hacer la colada, a clasificar los colores de
prendas, a estar chateando por internet, y tener que decirle
a una amiga, esperate, que tengo que echar el suavizante,
que tengo que poner la cena, o no se como planchar una
camisa para irme a la discoteca.
Por olvidarte que no tienes ya que echar dos vasos de cafe,
salvo que tu hija te lo pida, que vas a los bares, y una
silla te sobra, que das las vueltas por tierra, y las coplas
de carnaval te desbordan,.
Hay miradas furtivas en el horizonte, por ser yo la pieza
que faltaba al elenco de conocidos al mercado, porque fuimos
elegidos para el Arca de Noé, de las noches que no sabe uno
donde empiezan y donde acaban.
Y va dedicado el final para todas ellas, a todas esas
mujeres que son las que saben como son sus casas, y cuando
en su ausencia vemos, que como duele alzar los brazos, para
tender la ropa en el TERCER CORDEL, y ellas nunca se
quejaron.
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