El independentismo catalán es una
corriente política que propugna la independencia de esta
comunidad autónoma respecto al Estado de España. También
propugna la libre y directa integración de Cataluña en la
Unión Europea con la excepción de los sectores más
radicales. Este movimiento plantea sus tesis sobre el
principio de que Cataluña es una nación, aludiendo
básicamente a su historia, cultura, lengua y derecho civil
catalán, y sobre la afirmación de que Cataluña no alcanzará
su máximo esplendor cultural, social y económico mientras
forme parte de España.
La historia de los territorios que hoy conforman esta
autonomía transcurrió en paralelo al resto de territorios
que hoy conforman España hasta el mismo instante del enlace
matrimonial entre el conde Ramón Berenguer IV y Petronila de
Aragón, circunstancia que significó la unificación del
condado de Barcelona y del Reino de Aragón, denominándose
finalmente dicho territorio Corona de Aragón. Por tanto, la
unión de ambos territorios fue el resultado de una unión
dinástica pactada y no de una conquista militar.
Tras la celebración en 1469 del enlace matrimonial entre
Fernando II de Aragón e Isabel la Católica, reina de
Castilla, se produjo la unión dinástica de las coronas de
Castilla y Aragón aunque ambos reinos conservaron sus
instituciones políticas y mantuvieron las cortes, las leyes,
las administraciones públicas y la moneda propias.
Tendríamos que esperar al reinado de Fernando II, el
Católico, para ver integrados en el territorio de la corona
de Aragón, de forma totalmente pacifica, los condados
catalanes del norte.
El reinado de Felipe II supuso el principio del cambio. La
crisis española del siglo XVII y el nuevo equilibrio de
poderes en Europa engendró la primera de las muchas
intentonas independentistas de los territorios catalanes
como consecuencia principalmente de petición de nuevos
impuestos y levas para financiar las diferentes campañas
emprendidas, dando comienzo a las primeras hostilidades
entre los catalanes “realistas” y los catalanes
“independentistas”, culminadas tras la firma del Tratado de
los Pirineos en 1659. Desde ese mismo instante, las
desavenencias entre unos y otros han marcado las relaciones
entre Cataluña y España hasta la actualidad.
La historia esta repleta de acontecimientos que demuestran
los sentimientos independentistas de una parte de la
población allí afincada. Desde la lejanía geográfica aunque
no sentimental, defiendo la integridad territorial de España
aunque no a cualquier precio. Las Elecciones Autonómicas del
domingo día 24 de noviembre ofrecerán unos resultados que
deberán ser analizados en profundidad tanto por el Gobierno
autonómico elegido democráticamente como por el Ejecutivo de
la nación en función de las mayorías alcanzadas. Si una
amplia mayoría de catalanes apoyan a las formaciones que
defienden la independencia de Cataluña, deberá iniciarse el
debate en las Cortes de España.
No quisiera finalizar esta colaboración sin recordar uno de
los artículos incluidos en nuestra Carta Magna, el documento
aprobado por los españoles donde se encuentran nuestras
leyes, derechos y obligaciones, el punto 1 del artículo 155
“Si una Comunidad Autónoma no cumpliere las obligaciones que
la Constitución u otras Leyes le impongan, o actuare de
forma que atente gravemente al interés general de España, el
Gobierno, previo requerimiento al Presidente de la Comunidad
Autónoma y, en el caso de no ser atendido, con la aprobación
por mayoría absoluta del Senado, podrá adoptar las medidas
necesarias para obligar a aquélla al cumplimiento forzoso de
dichas obligaciones o para la protección del mencionado
interés general”.
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