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OPINIÓN - DOMINGO, 28 DE OCTUBRE DE 2012

 

OPINIÓN / EL MAESTRO

Y, después de una huelga, ¿qué?
 


Andrés Gómez Fernández
opinion
@elpueblodeceuta.com
 

La Comunidad Educativa, en los momentos actuales, no está de acuerdo con las nuevas directrices del actual Gobierno, por lo que encuentra motivos para incitar a los docentes al abandono escolar, traduciendo en términos coloquiales, ir a la huelga, son motivos suficientes para profesores y alumnos dejen de asistir a los centros educativos, paralizándose con ello la actividad escolar, pero, en general, se trata de un método que no siempre consigue sus objetivos, por lo que el tiempo perdido, lo quieran presentar como quieran, ha significado un esfuerzo estéril.

Pongamos el ejemplo, un corto período de abandono de las aulas,-el tiempo (tres días) que ha durado la última huelga-, qué “precio” ha tenido: en primer lugar se han perdido las jornadas lectivas, es decir, horas de clase y conocimientos, con unas consecuencias que repercuten tanto en los alumnos como en los profesores y en el funcionamiento de cada centro educativo. Y siempre, como apunta algún responsable de Asociación, ¿cómo puede un país como el nuestro con tan alto índice de fracaso escolar, de los más elevados de Europa, permitirse el lujo de faltar a clase?

La respuesta generalizada es que no, que esa pérdida de días es irrecuperable. Porque no es lo mismo que un alumno falte por una enfermedad, pongamos por ejemplo, ya que puede recuperar el ritmo y adquirir los conocimientos con el apoyo del profesor y los compañeros a que lo haga un instituto completo.

Es indudable que no asistir a clase durante tres días rompe el ritmo del alumno. Y en eso están de acuerdo todos los profesionales con resultados, tanto de la enseñanza pública como de la concertada y privada. Descarta al estudiante y todo lo que rodea el sistema educativo, afecta a la preparación de las clases, al cumplimiento del programa… Se ha perdido la oportunidad de aprender más, repasar mejor e incidir más sobre las dudas. La materia se recupera, pero a costa del avance que se podía haber hecho.

Se estima que en una huelga de corta duración, como estamos considerándola, se han desajustado dos semanas de trabajo. Todos los profesionales saben que cuando comienzan el curso escolar, durante las primeras jornadas es difícil trabajar a un ritmo adecuado. Algo parecido ha ocurrido con ese corto espacio, tres días de huelga. Además, hay que tener en cuenta que en estos momentos es cuando se dan los contenidos básicos del curso para finalizarlo bien.

Conviene tener presente que la programación se ha visto alterada. La mayor parte de los profesores “retomarán las clases donde las dejaron”, es decir, en el mismo tema, tendrán que hacer un esfuerzo adicional “y reajustar el programa para conseguir los objetivos previstos”.

Aunque hay quien opina que la única manera de recuperar esos cortos días es dar más después o ver la materia más de forma superficial, si se quiere ver todo el programa; si no, se quedarán temas en el tintero, ya que las fechas de exámenes o evaluaciones no se cambian, ni los días de vacaciones, horario lectivo y tampoco emplear días al final de curso, por lo que lo más probable es que se queden contenidos sin desarrollar, resultando, pues, un fraude el alumnado.

El rendimiento también se verá afectado. Los técnicos lo plantean así: “Tres días menos suponen una pérdida de rendimiento y se van a notar al final, una lección menos, no acabar una actividad….Los estudiantes que van más retrasados, no tendrán ocasión de dedicar más tiempo a algún aspecto más difícil.

El debate sobre estas tres jornadas de huelga también plantea otras reflexiones: un coste económico. El coste de un puesto escolar está en torno a 8.000 euros por alumno. Sólo hay que hacer cálculos, y eso pasa factura a las arcas públicas. Aunque el factor económico, unido a las condiciones sociales y culturales son esenciales a la hora de valorar el nivel de rendimiento educativo.

Es lamentable que cuando en la enseñanza algo no funciona bien, agotadas, todas las vías de negociación, se tenga que recurrir a una huelga, que, en general, con medidas de presión utilizadas, no se haya podido llegar a un acuerdo para resolver los problemas que la plantea. A veces, son de corta duración, resolviéndose los problemas de forma general, por lo que las vías no están totalmente resueltas, es decir, las heridas no están totalmente cerradas, o lo están en falso.

La última celebrada –de momento- ha tenido una participación muy especial: la presencia de una Asociación de Padres, que ha hecho su campaña para que sus hijos no fuesen a la escuela. El mundo al revés, aunque no se sabe con que finalidad lo hicieron. Una situación, pues que no deja de asombrar, porque siempre ha sido, lógicamente los padres los que ha protestado al ver que sus hijos se han visto privados de asistir a la escuela. El mundo al revés.

No se sabe si, en realidad a corto o medio plazo, los objetivos de esta “mini-huelga” se han cumplido, con lo cual estarán todos satisfechos. En caso contrario, decepción y esperar otra ocasión.

Según se desprende de los comentarios sobre la misma, de la impresión que, de momento, se habla de éxito, por lo tanto, siendo así, habrá que seguir trabajando hasta conseguir los fines propuestos, por los organizadores, que se supone, si no está en la línea de mejorar las condiciones económicas de los docentes, al menos que les hayan quedado fuerzas para seguir luchando.
 

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