Ha sido un detalle que, antes de
acabar el año del insulso y vergonzante Centenario, la
revista “La Aventura de la Historia” dedique su último
número 169 del mes de octubre a un amplio dossier sobre los
“Cien años del Protectorado español en Marruecos”, en el que
colaboran los especialistas M. Hernando de Larramendi e
Irene González, Julio Martín Alarcón y Mimoun Aziza. En
líneas generales y salvando algunos tópicos como el hecho de
insistir en el marchamo “árabe” (¿dónde están los “árabes”
en el norte de Marruecos…?), la habitual y arbitraria
confusión entre “Colonias” y “Protectorado”, así como unas
referencias bibliográficas demasiado someras y un tanto
escoradas, el dossier es bastante equilibrado lo que en los
tiempos que corren es de agradecer. Como ya es habitual por
parte marroquí el investigador Mimoun Aziza, profesor de
Historia Contemporánea en la Universidad “Muley Ismail” de
Mequinéz, aprovecha y barre para casa, eso sí con cierto
estilo: de entrada cuestiono abiertamente, en la forma y el
fondo, la reducida y parcial encuesta citada (solo
trescientas muestras) del profesor Benjelloun, realizada
hace más de treinta años en Nador, sobre la “imagen de la
antigua potencia colonial”; y rechazo tajantemente las
últimas parrafadas: desde el recordatorio de la interesada
movilización de la sociedad civil “para pedir a la antigua
potencia colonial que reconozca los abusos de la
colonización”, a la artificial polémica sobre “La cuestión
de la utilización por el ejército español de armas químicas
durante la guerra del Rif”. El profesor Aziza termina su
colaboración recordando, oportunamente, que “Varias
asociaciones en ciudades del norte como Nador, Alhucemas o
Tánger reclaman un reconocimiento del Estado español de
estos crímenes, así como la indemnización material a las
víctimas”. Lamentablemente y como insiste el doctor Azzuz
Hakim (decano de los historiadores marroquíes), quizás al
lector no le quede suficientemente claro que “España
prohibió toda clase de discriminación racial, religiosa o
política, por lo que no hubo en su Zona del Protectorado
como lo hubo en la francesa, carteles que prohibían el
acceso de los moros y los perros a determinados lugares
públicos, tales como cines, teatros, casinos, restaurantes,
cafés, hoteles y pensiones” y que “En resumen, el
Protectorado español no trató de españolizar, sino de
modernizar la vida marroquí en todas sus manifestaciones,
pero sin atentar a los usos, costumbres y tradiciones del
país”. Esa es la realidad.
Por lo demás, no es la primera vez (la primera fue en
febrero de 2001 y la última el 24 de junio de este año) en
la que salgo al quite del escabroso asunto de los gases
sobre el Rif, jaleado sin pudor y obscenamente manipulado no
solo desde el lado marroquí pues ha sido un periodista
español, el converso de la raja David Alvarado, actual
director desde este verano del Instituto Cervantes en Orán
(Argelia), quien en un vomitivo trabajo publicado con la
mayor inquina en el número 4 de la revista “Kántara”,
correspondiente a marzo de 2011, escribió un amplio y burdo
dossier sobre la “Historia de la guerra química en el Rif” o
“Cuando España envenenó el norte de Marruecos” (la portada
era espectacular), sobre el que volveremos en otra ocasión y
que, según parece, debió de sumarle méritos para que el
incauto gobierno Rajoy le nominara con un importante puesto
directivo en el buque insigne de España para la cooperación
cultural en el extranjero, a saber el emblemático y
prestigioso “Instituto Cervantes”. Vergüenza ajena, vivir
para ver y ya les seguiré contando. Un mes antes casualmente
de la intoxicadora aportación del converso Alvarado, el
semanario “Le Reporter” (nº 587, de 17 de febrero) dedicó
varias páginas a la “Utilización del arma química en el Rif”,
pidiendo que “Los marroquíes deben de reclamar a España ¡la
verdad!”, así como que “España debe de presentar sus excusas
a las víctimas de las armas químicas”. Y este asunto, el del
“perdón español” por la guerra química en el Rif, iba en
principio (estoy en condiciones de asegurarlo) a ser
presentado encima de la mesa de negociaciones de la última
RAN (Reunión de Alto Nivel) celebrada este mes. El por qué,
finalmente y a última hora, el Reino de Marruecos decidió no
plantearlo es harina de otro costal. Llueve, como ven, sobre
mojado.
La historia del bombardeo químico por parte del Ejército
español en la Guerra del Rif es un asunto que, desde casi el
inicio del reinado del joven soberano Mohamed VI, saltó a la
palestra atizado por la Asociación de Víctimas de los Gases
Tóxicos (AVGT), entidad organizada ex profeso por el ubicuo
Ilias El Omari, mano derecha en el Rif del valido in péctore
y actual consejero real Mustafa El Himma (“El pequeño rey”),
además de importante dirigente del Partido de la
Autenticidad y Modernidad (PAM), formación política sin duda
de innegable ritmo y sabor majzeniano. El asunto de los
gases tóxicos y sus eventuales efectos cancerígenos aun al
día de hoy sobre la población rifeña, ha generado una gran y
viva inquietud entre la misma, última muestra de la cual es
la citada colaboración del profesor Mimoum Aziza en “La
Aventura de la Historia”. Aprovecharemos los próximos días
para, en una serie de columnas, centrarnos sobre el
particular, abordando el hecho en su contexto histórico, la
cantidad de los bombardeos (“masivos y sistemáticos” según
el actual director del “Cervantes” de Orán, el mencionado
converso de la raja), la legalidad o no de la utilización de
ésta arma, las eventuales responsabilidades y su plausible
incidencia en las altas tasas de cáncer de la región,
intentando dar carpetazo a la polémica. Visto.
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