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OPINIÓN - DOMINGO, 28 DE OCTUBRE DE 2012

 

OPINIÓN / EL OASIS

En Grecia aumentan los suicidios
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Es bastante bueno que la gente de la nación no entienda nuestro sistema bancario y monetario, porque si lo hicieran creo que habría una revolución antes de mañana por la mañana. Lo dijo Henry Ford. El gran hombre de la industria del automóvil en los años veinte del siglo pasado. Aquellos ‘años felices’ que acabaron en tragedia.

La tragedia consistió en que los estadounidenses se levantaron un jueves con la noticia de que la bolsa se había hundido y había arrastrado a los bancos en su caída. Desde ese jueves calificado de negro hasta el martes siguiente, días que propiciaron lo que es conocido como el crack del 29, todo cambió en el país donde decían que hasta el más pobre tenía la oportunidad de hacerse rico.

Fueron días donde la gente se suicidaba. Millonarios y especuladores saltaban al vacío desde las alturas de unos edificios que parecían hechos a propósito. Varios días de octubre donde las funerarias trabajaban a destajo y las autoridades europeas se iban encogiendo a medida que se iban recibiendo las noticias procedentes de la tierra de promisión. Presidida por un político funesto, llamado Hoover, dedicado a perseguir a los innumerables parados que salían a la calle clamando contra su miseria.

De la Gran Depresión podría uno escribir tanto como ha leído sobre ella. Sobre todo para destacar cómo otro presidente, Roosevelt, fue capaz de devolverle a la nación americana el prestigio y puso los medios necesarios para salir de aquella pavorosa ruina económica. Una crisis causada por el mundo financiero. Ese mundo del cual, según Henry Ford, era preferible que la gente no lo entendiera.

Aquella tragedia americana, cambiando lo que haya que cambiar, es calcada a la que está viviendo Europa actualmente. De momento, hay ya casi seis millones de parados españoles. Muchos de ellos, tras agotar todas las fuentes de ingresos y ayudas familiares, se están viendo obligados a acudir a los comedores sociales. Cáritas no da abasto. Menos mal que Amancio Ortega ha hecho de buen samaritano. Con su regalo millonario a Cáritas. Al mecenas gallego deberían hacerle los ricos un homenaje. Pues su gesto no ha hecho sino rebajar en parte la aversión que se está generando contra las grandes fortunas, contra la clase política y contra los directivos de Bancos y Cajas. Es decir, contra todos aquellos tipos que han hecho posible el desastre que estamos sufriendo. Culpables de la crisis por habérselo llevado crudo. Y hasta el momento no se tienen noticias de que alguno haya decido saltar al vacío. Aunque sea sólo para demostrarnos, con su paripé, que les remuerde la conciencia por trincones.

Lo que sí está ocurriendo, desgraciadamente, es que los suicidios de personas pertenecientes a las clases medias están aumentando en España. Nada que ver, afortunadamente, con las cifras registradas ya en Grecia. Pero al paso que vamos, donde los más listos se aprovechan para hacerse ricos o siéndolo ya, para incrementar sus fortunas, mientras los que vivían con cierta holgura han perdido sus empleos y hasta son desalojados de sus viviendas, por impagos, no saben lo que hacer. Y acaban por caer en las garras de la desesperanza. Que es peor que la desesperación. Motivo suficiente para que un día les dé por pensar que no merece la pena vivir con tanto deshonor ni dando lástima. En un escenario ruinoso y desolado. Triste sino. España se hunde. Y está pidiendo a gritos un Roosevelt.
 

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