Créanme que daría lo que no tengo
para dejar de hablar de la Federación de Fútbol de Ceuta. Y
lo haría porque me disgusta sobremanera y me aburre hasta
límites insospechados redoblar el tambor acerca de un
organismo que está haciendo uso y abuso del fútbol para
beneficio de unos pocos.
En las pequeñas ciudades se sabe lo que ocurre. En pequeñas
sociedades donde todos se conocen y se ven las caras, si uno
hace de su capa un sayo, y los demás no se inmutan, es
porque cada uno está haciendo un sayo de su capa. Si no
fuera así, inspeccionarían a fondo el lugar donde habita la
podredumbre. Con el fin de ventilar el ambiente. En este
caso, no tengo el menor inconveniente en decir que se trata
de fumigar el ambiente que se respira en el organismo
presidido por Antonio García Gaona. Del que emana,
desde hace muchísimo tiempo, olor a podrido.
Lo siento, lo siento de verdad, pero mentiría si no dijera
que hay que taparse la nariz para entrar en la federación.
Pero el taparse la nariz no impide que la mierda permanezca
y la peste se extienda. En lugares cerrados sólo se va el
olor cuando se retira la porquería y se abren las ventanas.
Llevo varios años pidiéndole a Antonio García Gaona que haga
una limpieza general. Que acabe con un pasado donde los
desaguisados contables han sido tantos como para decir a
boca llena que las cuentas del organismo federativo han sido
las de Gran Capitán…
Pero hete aquí que el presidente, vicepresidente en su día y
conocedor de todos los despropósitos contables de la FFC,
decidió seguir la senda de su antecesor. Si bien conviene
destacar que lo viene haciendo con menos estilo. Sin ningún
estilo. Y desde luego arrimando el ascua a la sardina de su
negocio. Una agencia de viajes que lo factura todo en la
ciudad. Mientras que las demás agencias se encuentran
comercialmente bajo mínimos.
Las actuaciones del organismo federativo pueden desembocar
en un problema de aquí te espero y necesitan, cuanto antes,
quizá con celeridad, que alguien acabe con ellas. De no ser
así, uno seguiría teniendo la impresión de que vive en una
ciudad bananera. Donde hacer caja sólo les está permitido a
ciertas personas cuya relación con el poder es fraternal.
Cuando escribo, que es miércoles, tengo varias notas sobre
la mesa de mi escritorio, tomadas durante la mañana, acerca
de cómo funciona la Federación de Fútbol de Ceuta. Funciona
como le da la gana a García Gaona. Un tipo que le ha ganado
la voluntad a nuestro alcalde y hace y deshace en todos los
sentidos. ¿Qué tendrá García Gaona? Es la pregunta que me
hacía días atrás y que aún no he sido capaz de responderme.
Ahora bien, puedo adelantarles que tanto el presidente de la
FFC como Felipe Escane, otrora presidente del equipo
descendido administrativamente, es decir, de la ADC, tienen
el miedo metido donde acaba la espalda. Puesto que son
conscientes de que han cometido muchos desatinos en el club.
Y que, más pronto que tarde, saldrán a la palestra.
Y a veces, cuando se reúnen para rumiar sus desdichas,
suelen arremeter contra el alcalde. Al que consideran un ser
pusilánime y que no está a la altura de la defensa que ellos
consideran que deben tener. Y, como ejemplo, ponen la
mariscada de Pontevedra. Hablaré de ella. Claro que sí. Y
pronto. Muy pronto.
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