En unas de sus últimas
declaraciones, Mariano Rajoy anunciaba el paquete de
medidas, consideradas por sindicatos y otras entidades
profesionales y sociales el mas duro de la democracia
española, que se hacen necesarias para reconvertir la
maltrecha economía española. Y así veíamos como el
presidente del gobierno dibujaba un panorama enormemente
preocupante que calificó de “excepcional” y reconoció que
las citadas medidas no figuraban en el programa electoral
con que se presentó a las elecciones celebradas el 20 de
noviembre pasado, pero que eran precisas adoptar.
Después de dar un repaso a las carencias de todo orden que
afectaban negativamente a nuestra economía, como la
estabilidad presupuestaria y de finanzas públicas, la
reestructuración del sistema financiero, la reforma fiscal y
laboral, el estado de morosidad y financiación de las
familias y diversas acciones encaminadas a establecer un
techo de gasto y endeudamiento para todas las
administraciones, así como la creación de empleo (para dar
trabajo a parte de los mas de 5.000.000 de parados que hay
en España), pago de pensiones (ya se he tenido que echar
mano del fondo de pensiones para el pago de las mismas),
herencia, todo hay que decirlo, recibida del gobierno
socialista, se hace necesario, quiérase o no, la adopción de
severas medidas económicas y sociales que tiendan a corregir
el déficit (mas de 600.000 millones de euros) y el pago de
intereses de la deuda pública, y aunque los políticos se
resisten a tomar medidas drásticas, como la reducción de
gastos del sector público (pieza fundamental para el
crecimiento) y los recortes en servicios esenciales como la
Sanidad, la Enseñanza, subidas del IRPF, del IVA y copago de
las medicinas, ha sido preciso, además, tomar otras como la
reducción del 20 % de las subvenciones a los sindicatos,
organizaciones empresariales y partidos políticos, reducción
de las aportaciones al seguro de desempleo, eliminación de
la paga de Navidad de los funcionarios (como ejemplo podemos
indicar que con rebajar el 10 % de las retribuciones de los
empleados públicos y de las pensiones, se ahorrarían al año
mas de 22.000 millones de euros), reducción de jornadas
festivas a funcionarios, supresión de empresas públicas,
reducción del número diputados, de concejales y de
ayuntamientos (solo aceptaron su propuesta los gobiernos
autónomos del Partido Popular cuando todas las entidades y
otros entes contestatarios al actual gobierno claman,
principalmente, por la “desaparición de políticos y
banqueros autores de la creación de los fondos
preferenciales”), solución al problema de financiación de
bancos y cajas de ahorros, nuevo gravamen de loterías, etc.
etc.
Ni que decir tiene que no todas las medidas adoptadas por el
actual gobierno son de la aceptación popular, pero tendremos
que convenir que de no llevarse a cabo una reestructuración
drástica de nuestros recursos y gastos iríamos, al estilo de
Grecia, a la bancarrota y, por ende, caeríamos por un
derrumbadero de difícil salida. Por eso nos pronunciamos con
que Mariano Rajoy, con sus medidas económicas, tiene razón.
|