Corrían los años cuarenta cuando
en nuestra más tierna juventud conocimos al padre Pons,
párroco (si así se le puede llamar) a este sacerdote que
apareció por Tetuán (Marruecos) en los años treinta y que,
en los bajos de una vivienda de no muy extensas dimensiones,
fundó una iglesia y, al mismo tiempo, un aula escolar donde
daba clase a todos los niños, sin distinción de raza o de
religión, del Barrio de Málaga, donde ubicó su sede. Mucho
después, en los años cincuenta, se construyó una nueva
iglesia, llamada de San Antonio.
El padre Salvador Pons Tur, (según cuenta Manuel R. Pazos,
O.F.M.) sacerdote católico y filántropo (según el vocablo de
origen griego “amor al género humano”), llega a Marruecos,
concretamente a Tánger, con 26 años, recién ordenado
sacerdote donde desempeñó su labor docente hasta el año
1926, veinte años después de su llegada a Marruecos, donde
fue puesto al frente de las escuelas de la Misión Católica
de Tetuán en atención a su magníficas dotes pedagógicas.
En 1926 se le encargó, veinte años después de su llegada a
Marruecos, al frente de las escuelas de la Misión Católica
de Tetuán, y es aquí donde desarrolla sus dotes pedagógicas
que le convirtieron en uno de los grandes pedagogos del
siglo XX. Naturalmente, alternaba su dedicación docente con
las propias de su condición sacerdotal: su apostolado en los
barrios extremos. Enseguida observó la necesidad de
establecer una iglesia y una escuela en la “Barriada de
Málaga”, que así se llamaba el lugar ocupado por aquel
entonces por modestísimas familias españolas, muchas de las
cuales vivían en miserables barracas. Tras enormes trabajos,
logró inaugurar una modesta iglesia en el año 1938, de la
que fue nombrado párroco. Mas tarde, esta capillita (de la
que hemos dado referencia anteriormente) se transformó en el
templo de san Antonio ya en 1945.
Aparte de su función docente, el Padre Pons se preocupó de
la atención a desvalidos y menesterosos procurando una
formación a los niños de clases mas modestas, lo que le
llevó a desarrollar técnicas pedagógicas innovadoras para la
época. En tiempos en que la enseñanza primaria no era
obligatoria, puso todo su empeño para que los menores que a
veces tenían que ayudar al sostén de la familia trabajando
como aprendices en talleres o fábricas, tuvieran al menos la
formación primaria suficiente para no ser considerados
analfabetos, procurándoles también la alimentación básica
para su subsistencia. (En este punto hay que hacer justa
mención a don Antonio Pinzón, propietario de la única
panadería del Barrio, y otros comerciantes, que de manera
desprendida colaboraban con la entrega del alimento básico y
demás viandas para el sustento de los niños a los que
atendía).
Hay que reconocer que el trabajo durante tantos años a favor
de la enseñanza le habían hecho merecedor al reconocimiento
de las autoridades de Marruecos. No solo era poseedor de la
Medalla de África y de la Orden del Mérito Civil, la
Encomienda de Alfonso X el Sabio, sino que ya en 1937,
cuando se aprobó la creación del grupo escolar de Sidi Talha,
se decidió que llevara su nombre.
El titular de esta breve semblanza, el Padre Salvador Pons
Tur, falleció en Tetuán (Marruecos), el 3 de diciembre de
1956, donde está enterrado. A su sepelio acudió todo el
Barrio de Málaga, miles de tetuaníes y, entre ellos, los
representantes de diversas organizaciones religiosas. La
presidencia oficial la ostentaban el Obispo de Fussala
Monseñor Aldegunde, el cónsul de España Marqués de Patiño,
además de otras autoridades civiles y militares. Sidi el
Hach Mohamed Benyelum, jefe de la secretaria del embajador
de Marruecos en España que asistió en representación de Sidi
Abdeljalak Torres, Administrador de la Zona Norte de
Marruecos, una vez reconocida a este país su independencia,
quienes evidenciaron la gratitud que sentían los miles de
marroquíes y españoles que se habían beneficiado de su labor
docente.
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