Al menos, por mi parte, vamos
avanzando en la destrucción masiva de células “made in Al
Qaeda” invasoras del cuerpo humano con una máquina que ya
lleva poco más de 11 años funcionando, que ya es decir.
Menos mal que hoy es la última sesión de radioterapia, ese
arma de destrucción masiva que acabo de hacer alusión, y
después de esto… ¿qué?, pues a esperar mes y medio a que me
hagan análisis y entonces me dirán si César ha levantado el
dedo gordo, perdón el pulgar de una de sus dos manos hacía
el cielo o hacía el infierno.
He comenzado el anterior párrafo con un ‘menos mal’ porque
ya estoy bastante quemado.
‘Al Qaemado’, perdón digo quemado, de coger la moto cada día
y tirarme unos buenos, o serán malos, 56 km entre ida y
vuelta.
No saben Vds. el suplicio que uno soporta en el sillín de la
moto.
Como si tuviera un silicio metido entre partes que no son
convenientes mencionar aquí (Rouco vigila).
Dirán Vds. que tengo el remedio a esos viajes, al centro de
radioterapia, como el transporte colectivo sanitario.
Bueno, no es mala idea si no fuera porque ese transporte
colectivo es peor que aquellos trenes con vagones de madera,
asientos incluidos, que tardaban más que la llegada de Papá
Noel desde enero.
Los transportes colectivos sanitarios –no creo que en Ceuta
los haya- serían magníficos si cumplieran realmente su
cometido.
Lo que pasa es que recogen a los pacientes a las 9 en punto
de la mañana para llevarlos al hospital… pero para
devolverlos a su domicilio tardan por lo menos 7 horas
–ahora comprendo el calificativo de paciente- alegando que
están saturados.
No me extraña esta alegación si se dedican a trasladar de
vuelta uno a uno a todos los pacientes que han llevado por
la mañana en plan “lata de sardinas” y hacer, los
empresarios de esos transportes colectivos sanitarios, de
“sacacuartos” del Ministerio de Sanidad, en este caso de la
Consellería de Sanitat de la Generalitat de Catalunya, con
facturas tremendamente infladas en el casillero del total,
pero tremendamente flacas en cuanto a conceptos.
Es lo mismo que si yo contratara un enorme camión TIR para
que me transporte a Ceuta, desde Mataró, un único clavo para
colgar el cuadro de mi salón.
Con lo que tendremos más casos Nóos de lo que pensábamos.
¿No los investigan?... por algo será.
Así nos anda la economía: pagar al buen tuntún facturas de
conceptos ‘sueltos’ que muy bien podían ‘globalizarse’ en
una Administración mucho más seria que la que tenemos.
Haciendo el salto de la rana, pasamos a comentar esas
manifestaciones realizadas, semanas atrás, por cierta
Delegada del Gobierno en cierta Comunidad Autónoma no
histórica (nunca existió) sobre intentar modular el derecho
de manifestación de los ciudadanos, cuando de momento a
algunos de estos ciudadanos ya los han modulado a base de
porrazos por manifestarse.
Vamos retrocediendo.
Vamos camino de la perdición democrática si asoman el hocico
con manías anticonstitucionales.
Vamos camino de un Estado basado en el terror.
Un Estado que convierte el miedo en bandera.
Un Estado que no duda en usar las artes de Maquiavelo para
agitar los fantasmas de las quiebras, como la posible de las
pensiones, como freno a reivindicaciones ciudadanas.
Un Estado que mira para otro lado cuando algunos de los
concejales municipales, del mismo partido que nos gobierna,
bailan la samba o la salsa por lo contentos que están acerca
de las modificaciones de la Ley de Costas.
En fin, la vida sigue, yo también de momento.
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