Hay frases hechas, tan andaluzas,
que uno las sigue conservando en la alacena de la memoria
por haberlas oído desde que tuvo uso de razón. Locuciones
que estaban en boca del pueblo llano y que se repetían sin
cesar en casa de vecinos, en los mercados, en las tabernas,
en los partidos de fútbol, y en los espectáculos taurinos.
Y, desde luego, en celebraciones de dichos, bautizos y
casorios.
Expresiones que con el paso del tiempo fueron cayendo en
desuso y que acabarán, si no lo remedia quienes deben,
desdibujándose del todo. Viene a cuento referir esta
situación, porque el domingo pasado, mientras esperaba turno
en un almacén de comestibles, de mi barrio, una señora
hablaba con otra y, dada la estrechez del local, resultaba
imposible no oír lo que decía.
-Yo prefiero tener una habitación solita, con mi cama y mi
mesa camilla, que irme a vivir con mi hijo y aguantar a mi
nuera. Lo mejor, desengáñate, Pepa, es tener una su “rincón
de casa”.
Tener un rincón de casa, significa entre la gente modesta,
tener un techo bajo el que cobijarse. Mi abuela, cuando
pasaba por cualquier mal momento, solía pronunciarse: “Yo no
le pido mucho a la vida. Pero eso sí, que no me falte un
rincón de casa”.
Ese Fulano tiene tripas por estrenar. La segunda vez que
llegó a mis oídos, quise saber qué quería decir lo de las
tripas por estrenar. Y me pusieron al tanto. Se dice de un
individuo que es reservado y callado, pero del que se
sospecha que oculta malas intenciones o se espera de él
alguna mala faena.
Cuando el estraperlo de la posguerra estaba en auge, raro
era el día en que los niños no oíamos a los mayores decir
que al almacenero de la esquina le había “entrado el cuerpo
en caja”. O sea, que tras pasar mucho miedo por la visita de
los agentes de la Fiscalía, había vuelto a recobrar la
tranquilidad después del susto.
De los gordos ricos, ricos además que no daban ni las
gracias, se decía que estaban criados a la sombra. Lo cual
significaba estar gordo, porque los cochinos criados a la
sombra engordan más que los que se crían a pleno sol, ya que
la inmovilidad de la corraleta o cochinera engorda, como
toda vida sedentaria.
Estar hasta las trancas. Niño que se ha hecho caca y se ha
embadurnado con ella. Por similitud, individuo que está
agobiado por las deudas u otros conflictos. Si es político,
bien podría llamarse Rajoy o… bueno, tengamos la
fiesta en paz.
Lo de más cumplido que un luto, lo entendí muy pronto. En mi
pueblo, le sumábamos el adjetivo alicantino. Porque a éstos
les duraba el luto riguroso, toda una vida. La frase se
refería a las personas excesivamente protocolarias, y cursi
en sus relaciones con los demás, por demasiadas
ceremoniosas. Podría poner un ejemplo evidente de Ceuta.
Pero no me atrevo. Porque manda tela marinera. Y hay que
tener mucho tiento con él.
La primera vez que supe que alguien de mi pueblo tenía un
quebradero de cabeza. Pensé que eso podía quitarse con una
aspirina. Pronto me sacaron de mi error. El quebradero de
cabeza significaba tener relaciones ilegítimas. “Don Pedro
tiene un quebradero de cabeza con una fulanita del barrio de
Fonseca”.
Juntar chinita con los pies. Preparar disimuladamente una
traición. “Aunque creas que Juan es amigo tuyo no te fíes
mucho porque creo que te está juntando chinita con los
pies”.
Lo dije en su momento y… acerté. Eso me ocurre por saber más
que los ratones coloraos.
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