PortadaCorreoForoChatMultimediaServiciosBuscarCeuta



PORTADA DE HOY

Actualidad
Política
Sucesos
Economia
Sociedad
Cultura
Melilla

Opinión
Archivo
Especiales  

 

 

OPINIÓN - MARTES, 16 DE OCTUBRE DE 2012

 

OPINIÓN / EL OASIS

El llanto de los niños
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

A medida que pasan los días, y sigue aumentando el malestar por la crisis económica, muchas personas hallan un enorme desahogo despotricando contra Mariano Rajoy. Mucha gente dice que cuando el presidente del Gobierno sale en la televisión cambia de canal. Que le resulta imposible digerir no sólo lo que dice sino como lo dice. Con lo cual se ha gestado en poco tiempo un hartazgo evidente de quien llegó a La Moncloa para hacer buenas las palabras de Tierno Galván: “Las promesas electorales se hacen para no cumplirlas”.

La aversión hacia Rajoy es manifiesta. Pero lo malo del asunto es que ésta procede tanto de la derecha como de la izquierda. Lo que no deja de ser una anormalidad. Todo un deterioro. Que sólo ha necesitado diez meses para que se produzca. Si bien es cierto que el hambre es muy mala. Y lo primero que tiene que hacer un Gobierno no es evitar que quiebren los bancos, sino que no haya hambre. No me extraña, pues, que MR diga, a cada paso, que se ha metido en un lío.

Un lío morrocotudo, sin duda alguna, porque a medida que las clases medías no cesan de empobrecerse y ascienden las cifras de niños famélicos, vuelven los odios ancestrales hacia los privilegiados. El privilegio. ¡Ya está ahí la odiosa palabra, contra la que se alzaron los hombres de la Revolución francesa! La palabra que separa, que divide, que hace distingos entre hombre y hombre. Resumiendo: los ricos son cada vez menos, pero más ricos. Y los pobres, todo lo contrario.

Por cierto, cuando se habla de niños que viven en familias que están bajo el umbral de la pobreza, ya no hace falta acordarse de países de otro mundo, porque el llanto del hambre de muchísimos niños suena ya insistentemente entre nosotros. Se ha convertido en algo habitual. En un sollozo constante y lánguido que acelera el corazón. En un gimoteo incesante que taladra la conciencia. En suma, no queremos volver a ser testigos del lloro de críos que han tenido la mala suerte de nacer, y a los que la vida se les escapa sin vivirla.

Sí, ya sé que mi pesimismo desagrada. Que no está bien visto. Pero es preferible denunciar lo que está ocurriendo, que no es nada comparable con lo que se avecina si no se pone pies en pared. ¿O acaso cree alguien que de seguir haciendo el Gobierno de la nación recortes y más recortes entre los más necesitados, mientras los privilegiados siguen viviendo en el machito de la abundancia, más pronto que tarde no se podrán obtener fotografías en España de criaturas cuyos huesos aparezcan recubiertos de pellejos? Criaturas en estado caquéctico.

Quizá suene a disparate. A Ganas de que quien escribe se haya levantado con enormes deseos de exagerar. Pero quien escribe vivió intensamente otra tragedia en la que los niños morían de inanición a la par que se celebraban fiestas suntuosas en casas contiguas. Fiestas en las que se derrochaba tanto dinero que, invertido un tercio en penicilina y alimentos, hubiera salvado la vida de niños y menos niños, que morían por no tener nada que llevarse a la boca.

Rajoy, que ha seguido el consejo de Tierno Galván, está metido en un lío. En el lío de no saber lo que hacer para que España no se convierta en un país donde las moscas adquieran el protagonismo que les otorga la miseria. Aún está a tiempo de enderezarse.
 

Imprimir noticia 

Volver
 

 

Portada | Mapa del web | Redacción | Publicidad | Contacto