El club local que compite en Liga Nacional de Juveniles,
Gimnasio Goyu Ryu expulsó ayer a un equipo de periodistas de
EL PUEBLO DE CEUTA que pretendían cubrir la información de
su partido de Liga Nacional de Juveniles, negándose incluso,
a venderles la entrada de acceso al campo donde este equipo
ceutí, subvencionado por la Ciudad Autónoma de Ceuta,
disputaba su partido. El Club Gimnasio Goyu Ryu, trataba así
de ejercer la represalia contra este medio contrariado por
la crítica realizada desde estas páginas por contar, en lo
que va de temporada, con un solo jugador de Ceuta en el
equipo titular, pese a la subvención que reciben de dinero
público por promocionar la cantera local. Sus dirigentes
tratan de acallar a este medio, para que no cuente la
realidad de su club.
El Goyu Ryu, en vez de aceptar las críticas o replicar por
los medios adecuados, opta por cercenar la libertad de
expresión y coartar la misma, negando el libre ejercicio de
la información a este medio, discriminando un derecho que
contempla la Constitución española y vulnerando un artículo
de nuestra Carta Magna.
Un comportamiento censurable e incomprensible en un club
como éste, cuya trayectoria por no respetar la cantera
“caballa” durante todas las temporadas en División de Honor
de Juveniles ha sido un hecho que se ha silenciado
sistemáticamente y que ha caracterizado a esta entidad que,
por otra parte, ha hecho bien poco por representar el buen
nombre de Ceuta sin que se le vinculara a los escándalos y
las agresiones a los equipos rivales que temían venir aquí
por las “encerronas” que les ocasionaban o los palos que les
propinaban. Una y otra vez, la Federación de Fútbol de Ceuta
ha mirado para otro lado ante situaciones violentas que en
nada tenían que ver con el fútbol (las sanciones de los aún
dirigentes del Goyu Ryu han sido una vergüenza deportiva
innegable), cosa que esperamos no suceda en esta ocasión,
porque se trata de un atentado a la libertad de expresión
La Ciudad Autónoma de Ceuta, a través de su Consejería de
Deportes, tampoco debería permanecer impasible ante
comportamientos tan deleznables como éstos, en un equipo
subvencionado con dinero público que no respeta la
Constitución y menos, lo que es mucho más alarmante:
teniendo una estrecha vinculación con el portavoz en la
Asamblea del principal partido de la oposición, Mohamed Alí,
quien desde Coalición Caballas se harta de esgrimir las
discriminaciones de todo signo y que ahora, en este caso,
esperamos que algo tenga que decir.
Claro que, mucho menos edificante es el comportamiento de
Mustafa Mohamed, presidente de la FAMPA, entidad que
representa a los padres en el área educativa y que no es
ningún ejemplo para ostentar este cargo de responsabilidad,
si su propia conducta es pisotear la Constitución española,
con un comportamiento de todo punto aberrante, coartando un
derecho constitucional, que es muchísimo más grave que todas
las proclamas que él esgrime en sus ruedas de prensa con la
politización que hace del estamento que representa. ¡En que
manos estamos los padres de todos los alumnos de Ceuta!
En una sociedad democrática es un dislate que personajes de
dimensión pública, como Mohamed Alí o Mustafa Mohamed,
puedan amparar episodios como los que el Goyu Ryu ha
protaganizado con EL PUEBLO DE CEUTA. En el caso del
portavoz de Caballas, como sujeto pasivo y en cuanto a su
responsabilidad subsidiaria y por lo que respecta a Mustafa
Mohamed, como protagonista y “artífice” de la prohibición al
equipo de este periódico de acceder al recinto deportivo.
Cuando se compite con dinero público en categoría nacional,
no existen razones para ejercer actuaciones dictatoriales
como si tuviera la propiedad suprema de un equipo que
pagamos todos los ceutíes con nuestros impuestos.
Comportamientos totalitarios solo pueden ejercerse por parte
de quienes, ni entienden la democracia ni la respetan, por
mucho que presuman de cargos que, a la menor ocasión,
desvelan la verdadera personalidad y el talante de quienes
los desempeñan. Los mismos que se amparan en el estado de
derecho para sus reivindicaciones se olvidan de éste sin
ningún rubor. Estos dictadorzuelos de vía estrecha ni tienen
cabida en entidades deportivas, ni en política y, mucho
menos, en instituciones donde la educación y la cultura son
los bastiones desde donde se han de formar a las futuras
generaciones.
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