Este año se celebra el
cincuentenario de la sangrienta independencia de Argelia, en
la que ambos contendientes, las guerrillas del FLN y el
ejército francés (no solo la OAS), recurrieron abiertamente
a las torturas y el terrorismo. Tras los Acuerdos de Evián
(19 de marzo de 1962), armisticio con varias cláusulas
secretas, Argelia conquista su independencia el 5 de julio,
convirtiéndose en una República Democrática Popular dirigida
por un partido único, el Frente de Liberación Nacional (FLN).
Ben Bella es elegido presidente, manteniéndose como tal y
pese a las insurrecciones bereberes de la Kabilia (Ait Ahmed)
hasta el golpe de Estado de 1965 dado por el Consejo
Revolucionario, dirigido por el coronel Bumedian. Entre las
matanzas seguidas tras la marcha a la metrópoli de los “pied
noirs” y las tropas francesas, destaca por su salvajismo el
genocidio sistemático de los “harkis” y sus familias (tropas
argelinas afectas a Francia), cerca de doscientas mil
personas, por parte de las nuevas autoridades de Argel. Años
más tarde, en la década de los noventa y tras la disolución
del FIS (Frente Islámico de Salvación), el GIA y otros
grupos terroristas de corte islamista “pagaron” al gobierno
argelino con la misma moneda que los antiguos cuadros del
FLN emplearon con la población civil, tanto francesa como
argelina partidaria de la continuidad de su integración en
Francia. ¿Por qué París permitió cobardemente y guardó un
silencio obsceno frente al exterminio sistemático de los
leales “harkis” y sus familias…? Quizás la respuesta anide
en que hasta cinco años más tarde, con la complicidad
primero de Ben Bella y luego de Bumedian, el ejército
francés mantuvo en el Sáhara argelino cuatro bases militares
secretas desde las que experimentó sin cortapisas tanto con
armamento nuclear, como biológico y químico. Las
consecuencias aún se desconocen, siendo lícito preguntarse
si los ensayos y explosiones atómicas pueden haber llegado,
por efecto de los vientos dominantes y las lluvias, al norte
de Marruecos (Rif) donde como es sabido, las tasas de cáncer
son las más altas del país. Por ejemplo, la base secreta de
guerra químico-biológica B2-Namou, construida en 1935 está a
unos 400 kms. al sur de Ujda; antes de 1945 se ensayó en la
misma con peste y ántrax y posteriormente con gas mostaza y
fosgeno. Lo curioso es que, pese a ser abandonada en 1967
por el ejército francés, sus instalaciones siguieron en
funcionamiento y en el mayor secreto bajo el control de la
sociedad civil Sodeteg (filial de Thomson) hasta su cierre,
¡en 1981!.
En cuanto a los ensayos atómicos y aun siendo más conocidos
los llevados a cabo en Muroroa (atolón de Tuamotu), en la
Polinesia francesa, en el Hoggar argelino Francia
experimentó con hasta 17 explosiones nucleares, cuatro
aéreas alrededor de Reggane y trece subterráneas en In Ekker,
polígono de ensayo situado a unos 150 kms. al este de
Tamanrasset, la última todavía el 16 de febrero de 1966,
cuatro años después de la independencia argelina. Uno de los
países en protestar por la cercanía y las eventuales
consecuencias de las pruebas nucleares francesas, realizadas
con tan poco seguridad para la población local como
demuestra el hecho que incluso efectivos militares fueron
irradiados, fue precisamente Marruecos.
Sabido es que, tras el Desastre de Annual en 1921, el
ejército español utilizó contra la independentista República
del Rif cierta cantidad de pequeñas bombas de aviación (y
también de artillería) cargadas con iperita (gas mostaza),
achacándose a ello y sin ningún fundamento científico la
alta tasa de cáncer en la región. Especialistas como el
doctor Ibrahim El Gueddari, del Instituto Nacional de
Oncología de Rabat, entienden que no hay ninguna relación
causa efecto en este sentido. Ahora bien: ¿pudieran los
ensayos franceses de guerra química y nuclear haber
“rebotado” de alguna forma alcanzando a la población del Rif…?
La hipótesis no es desdeñable como en otro momento
analizaremos. Otra sustancia altamente cancerígena con la
que si se bombardeó la región en la rebelión rifeña de
1958-1959 es el napalm, lanzado profusamente desde aviones y
helicópteros facilitados por Francia y los Estados Unidos al
ejército regular marroquí, las Fuerzas Armadas Reales (FAR),
dirigidas entonces por el príncipe (y futuro rey) Muley
Hassan, efectivos que se emplearon con saña sobre la
población rifeña (mujeres y niños incluidos) llegando a
entrar con lanzallamas en los aduares, provocando varios
miles de muertos. Visto.
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