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OPINIÓN - DOMINGO, 14 DE OCTUBRE DE 2012

 

OPINIÓN / EL OASIS

De cuando Puigvert quería catalanizar España
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Al ministro Wert, días atrás, se le ocurrió proponer que había que “españolizar” a los catalanes. Por mor de lo que es bien sabido: que los niños catalanes están siendo adoctrinados contra España y que, además de hablar cada vez menos y peor nuestra lengua, que también es la de ellos, los están atiborrando de historias de nacionalistas. En las que prevalece el victimismo por encima de todo. Porque se les hace creer que Cataluña fue una gran nación invadida y saqueada por los españoles.

Ni que decir tiene que las palabras del ministro de Educación fueron contestadas con dureza por los independentistas catalanes. La Generalidad las equipara con aquellas otras que pronunciaron destacados franquistas en su día. Y, desde entonces, no ha cesado el tumulto de unas disputas que han conseguido silenciar el gran drama que estamos viviendo: cada vez son más los niños que pasan hambre en España. Por estar viviendo sus familias por debajo del umbral de la pobreza.

Lo dicho por José Ignacio Wert, y dado que no cesa la trifulca entre partes, me ha hecho recordar algo que cuenta el doctor Antonio Puigvert, eminente urólogo catalán, en sus memorias, titulada ‘Mi vida… y otras más’, acerca de una conversación mantenida con el vicepresidente del Gobierno, general Muñoz Grandes, cuando éste era paciente suyo.

Cuenta Puigvert: Como yo para verle, se refiere a Muñoz Grandes, iba y venía de Barcelona, el general me preguntaba con mucho interés acerca de cómo estaba Cataluña y de qué pensaban los catalanes; porque Cataluña había estado en el bando republicano durante la guerra civil y al finalizar la misma se habían abolido por los vencedores todos sus fueros y privilegios e, incluso, se les había prohibido el uso de su propio idioma en múltiples circunstancias. Yo le conté que en las malhadadas épocas de Felipe V, Barcelona, que había sufrido, durante largos meses de sitio, epidemias, hambre y cañoneos de las tropas del duque de Berwick, se vio irremisiblemente forzada a capitular. Y cuando entraron los invasores se encontraron con un espectáculo realmente insólito: los catalanes, aquellos hombres que el día anterior estaban con las armas en la mano enterrando a sus muertos, se habían puesto a trabajar. ¡A trabajar!

Muñoz Grandes, al oírlo, se impresionó.

Y yo continué, dice Puigvert.

-Creo que si al término de nuestra guerra civil, en lugar de castellanizar a Cataluña, como se pretende, se hubiesen dedicado los esfuerzos a catalanizar España, habríamos salido ganando todos. Se quedó pensativo el general. Y después de un momento de pausa me contestó: “Puede que tenga usted razón”.

Cabe decir lo siguiente: Muñoz Grandes, por más que le hubiera tomado afecto al afamado cirujano que le operó de enfermedad renal grave, de haber sido un intransigente nacionalista español, habría mandado a Puigvert a los chirlos mirlos. Lejísimos. Después, tampoco mentiría yo si dijera que Puigvert era, a pesar de su amistad con Franco y demás capitostes de la época, un convencido de que la Guerra de Sucesión entre austriacos y borbones no fue entre dinastías sino entre Castilla y Cataluña. De ahí que hablara de la invasión de Felipe V. Y si un catalán de la categoría de Puigvert iba de víctima, qué podemos esperar de Arturo Mas y de cuantos le secundan en su despropósito secesionista.
 

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