Es lo que parecía el pasado
domingo, de ocho a diez de la noche, tiempo en el que media
España se vestía de azul-grana y la otra media de blanco.
En esas dos horas, las calles estaban desiertas, los
televisores en casa o en el bar tenían todos las mismas
imágenes y ni el paro, ni la crisis se manifestaban por
ninguna parte.
¡¡Lo que mueve el fútbol!! Y muy especialmente cuando
enfrenta a dos gran des equipos que, una vez más,
demostraron que los ciclos se van alternando.
El partido fue muy deportivo y ni ese esperpento de los
mangantes de la política catalana o catalanista, secundados
por el impresentable Rosell, con la manifestación de las
banderas, lograron romper, sobre el terreno de juego, lo que
intentaban cocer en los graderíos.
Rechazo y me repugna todo lo que huele a separatismo y lo
que no me explico es con qué cara ciertos jugadores
catalanes, que han hecho sus matizaciones días pasados sobre
la independencia o separación de Cataluña, son capaces de
aceptar ahora ir a defender la camiseta roja de España,
cuando ellos sólo piensan en catalán.
Será porque “la pela es la pela” y porque la Federación de
Fútbol de España paga bien.
Con todo, repito, fueron dos horas en las que nadie pensó en
separatismos, ni en crisis o en paro, luego después, al no
haber habido jugadas discutibles, ya habrán vuelto los
problemas que tanto están abundando los últimos meses.
Llegados a este punto ¿Qué van a hacer, o qué pueden hacer,
los políticos para que el personal se quite de encima esa
losa que tiene de la crisis?.
Desde luego, lo que no tendrían que hacer, ni a nivel
nacional y mucho menos a nivel local o autonómico es estar
enzarzados en problemas que no llegan a ninguna parte y que
frenan las buenas acciones para enderezar el ritmo del país.
Y las cosas no deben ser muy complicadas, porque ha bastado
un partido de fútbol, sólo eso, un simple partido de fútbol
para que todos los politicastros, maldita sea la madre que
los parió, se juntaran, estuvieran el uno al lado del otro
juntos y además revueltos, en un palco y tramando un futuro
que afortunadamente no les va a sonreír a ninguno de ellos.
Un “don nadie” como es Rosell, un mentiroso, puesto que ha
dicho que su equipo no entraría en asuntos políticos y
luego, ahí está su posicionamiento, se ha visto rodeado por
todo lo más “granado y florido” de la política catalana, el
día que en su campo jugaba el mejor equipo de todos los
tiempos, el Real Madrid.
La casta política había logrado su objetivo, hacer política
a costa de un partido de fútbol, pero el hecho de haber
empatado en casa a más de uno le debe haber proporcionado
dolor de estómago.
Y, a partir de ahora, en todos los campos de los equipos
verdaderamente españoles, habría que recomendar que no
hubiera más que una bandera, la de España, sin dejar que
entren estandartes que en vez de unir, lo que vienen
haciendo es separar o romper todo aquello que está unido
desde hace muchos años, siglos mejor.
Sea como sea, lo cierto y lo realmente importante es que
fuera de la imagen absurda que dieron los catalanes, todo
terminó como era debido, sin problemas.
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