No creo que en la época, en la que
San Daniel estuviera por la tierra, hubiera muchas
reivindicaciones, especialmente sindicales. Los tiempos han
cambiado en todos estos siglos.
Sin embargo, el domingo por la mañana, a eso del mediodía,
me encontré con una sorpresa doble, cuando salía del Parador
Hotel La Muralla para dirigirme a Radio Nacional. Salía de
la Catedral, con banda de música que se oía desde cien
metros a donde estaba ubicada, la imagen del santo patrón de
Ceuta y acompañando al santo varias docenas, muchas docenas
de personas, posiblemente todos ellos devotos de San Daniel.
Aquella no era una procesión del silencio, ni mucho menos,
puesto que aunque las personas que acompañaban al santo iban
con todo el silencio y toda la piedad exigibles en esos
casos, el ruido de la banda de música dejaba sordo a
cualquiera de los que se acercaban a ellos.
Doscientos metros más adelante, escasamente, llegando a la
Plaza de la Constitución, y a la misma hora, sin banda de
música, pero con muchas banderas, especialmente de CCOO, iba
“otra procesión”, o al menos eso es lo que parecía y que se
dirigía hacia la Plaza de los Reyes, para situarse frente a
la residencia del delegado del Gobierno.
Haciendo un recuento, un poco a ojo, parecía que el número
de seguidores de la procesión de San Daniel era
sensiblemente más numeroso que el de la manifestación de las
banderas, o lo que es lo mismo, tiene más tirón San Daniel
que Aróstegui. Quedaba muy claro, pues, San Daniel y su
fuerza “en el Cielo” parece que es mucho más contundente que
aquí en la tierra todos los sindicalistas juntos.
Tranquilidad en la manifestación, silencio como si fueran
todos los que participaban de la orden de San Bruno, o con
la idea de no molestar o no despertar al delegado del
Gobierno.
La procesión de San Daniel ya es tradicional todos los años
por estas fechas, las manifestaciones de las banderas de los
sindicatos se están haciendo cada vez más frecuentes en la
calle que menos lo esperamos y en cualquier ciudad, tanto en
horas de trabajo como en las que no se trabaja.
Una procesión como la de San Daniel no va en plan
reivindicativo, no tiene que reivindicar nada, por cuanto el
propio San Daniel no pide más que las gentes que le
acompañan sean piadosas, como un acto de sacrificio más.
Sólo eso.
Muy distinta era la manifestación a como vienen siendo las
manifestaciones que cada día se dan por decenas,
especialmente, durante las últimas semanas en cualquier
lugar de España y no digamos en Madrid.
La procesión de San Daniel terminó como es norma cada año,
sin nada especial y sin ningún aspecto negativo, en tanto
que la manifestación, “la otra procesión”, una vez
demostrada su disconformidad, ante la primera autoridad
gubernamental de Ceuta, se dio media vuelta y cada uno se
marchó a su casa o a tomar el aperitivo del domingo, en
cualquiera de los lugares típicos de la ciudad.
Un año más, por tanto, las pías costumbres de muchas
personas se ejercitaron como en otros momentos anteriores.
Un día más, según se van dando las cosas, una manifestación,
una más, se dejó ver por las calles de Ceuta.
No me gustan las manifestaciones, cada vez me gustan menos y
si son con los sindicatos como protagonistas no me gustan
absolutamente nada.
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