La que iba a convertirse en una auténtica “marea sindical”,
capaz de poner en graves aprietos al Gobierno cuestionando
su legitimidad, finalmente arracimó en Ceuta a tan sólo
trescientos cincuenta manifestantes según las cifras más
optimistas ofrecidas por los responsables del orden público.
El dato lo dice todo sobre la verdadera legitimidad de los
convocantes, empeñados últimamente en usurpar la
representación democrática que los ciudadanos españoles
expresan libremente en las urnas. Culpables del brutal
deterioro que padece la sociedad española, socialistas y
comunistas, auxiliados por sus sindicatos afines, no tienen
reparo en erigirse como los únicos capaces de revertir una
situación que ellos mismos han provocado aplicando su
destructiva política durante ocho larguísimos años.
Los ciudadanos saben de sobra que la situación general es
grave, y muchos de ellos, por desgracia, lo están sufriendo
en sus vidas de manera especialmente dolorosa: ahí están las
pavorosas cifras de desempleo. Asimismo, son conscientes de
que la gestión de la crisis por parte del Gobierno de Rajoy
es manifiestamente mejorable, habida cuenta de su renuencia
a acometer la imprescindible reducción del aparato del
Estado; a cambio, ha optado por socavar aún más la economía
de familias y empresas elevando abusivamente la presión
fiscal que han de soportar.
Ahora bien, junto a la constatación de esos errores, que
aquí jamás dejaremos de censurar, parece existir un acuerdo
general en que lo que menos necesita España en la situación
en que se encuentra es, precisamente, ahondar en las recetas
socialistas, que tanto daño han causado y siguen provocando
a nuestra economía.
Los ceutíes, con buen criterio, han decidido que no piensan
aceptar más lecciones sobre política económica y moral de
los grandes responsables de la ruina nacional, ni de sus
subvencionados palafreneros. Que cunda el ejemplo.
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