Mustafa Enfeddal es el concesionario de la frutería F1
‘Frutas y Hortalizas Anisa’ y es el representante del gremio
de frutas y hortalizas del Mercado Central de Abastos de
Ceuta en la asociación de concesionarios. Se dedica al
negocio desde el año 1987, y desde entonces, como afirma,
“las cosas han cambiado bastante”, pero “a peor”.
El principal problema para los vendedores de frutas y
hortalizas del Mercado Central de Abastos es la competencia
“desleal” de las grandes superficies, tal y como apunta
Enfeddal.
Asegura que no pueden luchar en igualdad de condiciones
frente a muchos factores que favorecen a dichas grandes
superficies, como pueden ser los aparcamientos.
Conviene en que hay muchos puestos cerrados en la zona de
frutas y hortalizas y lo atribuye a que bastantes de los
puestos fueron clausurados por personas que eran de cierta
edad y que finalmente se jubilaron, aunque otros muchos
cerraron “aburridos”. Así, han sido bastantes los puestos
que han echado el cierre “definitivo”.
Un concesionario medio de un puesto de la zona de frutas y
verduras tiene un gasto importante al mes, teniendo en
cuenta por ejemplo incluso los costes de Seguridad Social.
El mantenimiento de un puesto de estas características suele
costar entre treinta y cuarenta euros diarios.
“Las ventas van tirando, pero ya no es como antes”, apunta
Mustafa Enfeddal. Así, indica que con los recortes “a la
gente le cuesta trabajo comprar, tienen que pensar antes”.
Por ejemplo, quien con anterioridad compraba un kilo y medio
de fruta o de hortaliza, ahora como mucho compra medio kilo
“y pensándolo”, añade el comerciante.
Es un gremio además que trabaja con artículos que son muy
perecederos, por lo que han de calcular muy bien el volumen
de compra y las perspectivas de venta a diario.
Otro de los problemas con los que han de luchar es la
competencia desleal de productos del sector que provienen de
Marruecos.
El 80-90% de las frutas y hortalizas que se expenden en los
puestos del Mercado Central de Abastos es de procedencia
nacional, indica Mustafa Enfeddal. Finalmente, se muestra
crítico con los permisos que la Ciudad concede de cara a
puestos ambulantes. Próxima está la celebración de la
Mochila, y entiende que se debería ser más rigurosos en
torno a aquellos que venden frutos secos en la calle:
“queremos que vengan a sufrir con nosotros el día a día”,
añade, indicando que considera que se produce una
competencia “desleal”.
“Puesto que nosotros pagamos impuestos, creemos que es justo
que también los tengan que pagar aquellos que montan sus
puestos una vez al año en la calle. Además, también debería
controlarse la actividad, puesto que si un puesto callejero
está autorizado a vender castañas, pues eso, que venda
castañas, no otros productos”.
Abdelmalik, junto a su empleado Abderrahman, regenta el
puesto P-41 de la zona de pescado del Mercado Central de
Abastos. El negocio “va por días. Un día más, otro menos...
Un día nos llega el pescado más caro, otro día más barato...
“, explica.
Su concesionario luce reluciente, con chipirones y mariscos
fresquísimos, calamares, huevas, langostinos...
Abdelmalik lleva unos 17 años en el negocio y reconoce que
la crisis les está haciendo un flaco favor, pero mantiene su
reconocido puesto de venta en la zona de pescado de la
planta superior del Mercado Central de Abastos a base de
ofrecer calidad a sus clientes y de un trato personalizado.
Mientras tanto, en su puesto C-8, la Volatería Mohamed, la
señora Azaoui, viuda, sigue al pie del cañón en el negocio
desde que desgraciadamente falleciera su marido. Junto a
ella se encuentra su amable y eficiente empleado, Abdelhalak,
atentos ambos a satisfacer las necesidades de los clientes
en cuanto al sector relativo a las aves. Como explica la
propietaria, es el único tipo de carne que están autorizados
a vender, puesto que otro tipo de carnes se encuentra a la
venta, precisamente, en el sector que se halla en otro
pasillo.
“Ahora -apunta Azaoui- la cosa está muy mal. Antes sí se
vendía más, pero ahora, desde luego que no”.
En lo que ha transcurrido de año, la situación se ha vuelto
muy negativa, y apenas se vende: “no vendemos nada -apunta
con pesar- y es cierto que durante los últimos nueve meses
ha bajado muchísimo la venta”.
El mercado aúna muchísima variedad de ofertas, y dar una
vuelta por él, simplemente por el placer de andar, mirar y
conversar, depara muchas sorpresas al viandante. Volatería,
carnicería, pescadería, charcutería, floristería, puestos
especializados en aceitunas, pescaderías, marisquerías,
colmados en general, supermercados... En definitiva, un
mundo que todas las mañanas abre sus puertas a Ceuta. Como
explica el propio presidente de la asociación de
concesionarios, hay ceutíes que viven fuera de la ciudad y
que vuelven durante unos días y foráneos que visitan el
mercado como una de las atracciones de Ceuta que resulta
imposible de ignorar. Hay que verlo. Y comprar.
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