La calle es un hervidero de
noticias. De un tiempo a esta parte, las malas superan a las
buenas en gran medida. La clase media está tan asustada como
soliviantada. Por lo cual no es raro que alguien
perteneciente a esa clase social exprese sus temores a
cualquier persona que le ofrezca confianza.
Muchos miembros de la clase media están sufriendo lo
indecible, porque han pasado de tener un empleo para ir
tirando decentemente a verse sin él y sin posibilidades de
que en la casa se pueda hasta poner la olla diaria.
Situación dramática en todos los sentidos. Mientras el
sistema privilegiado de los políticos sigue funcionando a la
perfección. Por lo cual la decadencia de éstos es tan
evidente que no hubiera hecho falta que nos lo recordara el
Juez de la Audiencia Nacional, Pedraz, en el auto
sobre los promotores que querían ocupar el Congreso. Aun
así, bienvenida sea la forma de expresarse del magistrado.
Así se lo manifiesto a una persona de cuya amistad me
congratulo y con la que llevo muchos años compartiendo ratos
de ocio y charlando de todo cuanto se encarte. Esta vez, me
percato muy pronto de que mi amigo está un poco ido. Que su
estado de ánimo no es el más adecuado. Cosa rara en quien
siempre ha destacado por ser la alegría de la huerta en las
reuniones.
En un momento determinado, aprovecho la ocasión para meterle
los dedos y me confiesa que lo está pasando muy mal. Que es
consciente de que más pronto que tarde, es decir, en menos
que canta un gallo, puede convertirse en uno más de los
muchos desempleados que existen ya en España.
Mi amigo trabaja en una de las empresas municipales. Y,
según él, éstas están abocadas a desaparecer ya mismo. Pero
ya mismo. Y semejante certeza, en lo que no deja de ser una
tragedia para muchas personas, es la que le trae por la
calle de la amargura. Me confiesa que lleva ya muchos días
sin pegar ojo. Y su malhumor ha ido aumentando ante el
desconcierto de su mujer. A la cual todavía no se ha
atrevido a poner al tanto del asunto.
Las empresas municipales fueron creadas por alguien que
llegó a manejarlas todas y que las sigue manejando. Y que
nunca ha dejado de hacer uso y abuso de ellas para colocar a
sus amigos, a los amigos de sus amigos y a los afiliados al
partido al que ese alguien se afilió cuando vio que era el
momento oportuno…
Ese alguien sabe que ha debido actuar ya. Por muy dura que
sea la decisión que está obligado a tomar. Que no es otra
que la de acabar con algunas empresas municipales. Pero está
haciendo el paripé de resistirse para demostrar que es la
única persona que no desea que semejante destrucción de
empleo se convierta en una realidad tremebunda. La que hace
que mi amigo esté ya viviendo la antesala de la tragedia de
cualquier parado. La que hace que muchos hombres se sientan
emasculados.
MI amigo, tras sincerarse, parece recuperar el aliento y me
adelanta algo que conviene saberse: cuando se cierren las
empresas municipales es posible que alguien trate de eludir
sus responsabilidades desviando la atención hacia la plaza
de los Reyes. Con el fin de que las personas afectadas crean
que el Gobierno, presidido por Mariano Rajoy, le ha
encomendado al delegado del Gobierno la tarea de presionar
al alcalde para que éste cumpla, cuanto antes, con tan
desagradable cometido. La estrategia está servida. Cuidado
Paco.
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