Vaya, hombre, resulta que nuestro delegado del Gobierno se
ha puesto a llamar a las cosas por su nombre. Se ha referido
a quienes propalan rumores, rumores, (como diría Rafaella
Carrá en su conocida canción) y esos bulos llegan a
creérselos algunos. Por ejemplo: “No se va a suprimir el
plus de residencia. Que no mientan”, ha dicho Francisco
Antonio González. Además, si el fraude no revienta la
partida de 8.610.000 euros anuales, es cantidad considerada
suficiente en época de crisis para alcanzar la bonificación
del 50% al transporte marítimo para residentes. Lo peor, es
que nos salgan “residentes camuflados”. ¿Qué se hará? Pues
cruzar datos. Desde el Ministerio de Fomento y desde luego,
poner fin a los denominados “pisos patera”, entiéndase
viviendas con no menos de veinte empadronados.
En la mañana de ayer, un amigo me decía que, en un negocio
había empadronados unos cuantos y llamó la atención a su
interlocutor que reclamaba su mediación administrativa,
porque no puede ser que nadie viva en una tienda en estado
de hacinamiento; no es creíble. Ni es entendible, ni verdad
ni legal. Y a estos subterfugios son a los que se ha
referido González Pérez. Parece que se quiere poner fin al
“todo vale” o a la manga ancha cuando antes tenía sordina,
indiferencia o actitud negligente.
La economía de guerra del país no está para estas
fraudulentas alegrías, como tampoco para todos esos
defraudadores que viven en Marbella o Castillejos. Ya lo ha
dicho el delegado del Gobierno: “El fraude no tiene clase
social”. Sí, como suena: el fraude es desclasado, atípico,
multiusos y caradura por naturaleza. Un perfil pérfido. Y la
perfidia, aunque sea el título de una bella canción
romántica de Los Panchos, aquí no hablamos de una cantinela
sino de una cruda realidad de individuos adosados a la
realidad social de Ceuta como parásitos de nuestras ventajas
en razón a las singularidades. Pero nunca podrá ser una
“singularidad” de Ceuta el fraude como venía siéndolo.
Se impone el control en estos asuntos porque Ceuta no puede
ser un problema para el Estado a cuenta de sus abusos.
También lo ha dicho González Pérez, en su intervención sin
pelos en la lengua. Un comportamiento que viene demostrando
desde que llegó a su nuevo cargo de responsabilidad. ¿Saben
cuál es la ventaja con la que juega? Pues que se trata de un
“perro viejo” en política, un verdadero “animal político” en
el buen sentido y en toda su extensión. Vamos, que no se la
dan con facilidad, porque tiene muchos tiros pegados y ha
luchado en más batallas que Cascorro. Un veterano de la
política con cinco legislaturas a sus espaldas como diputado
y un largo recorrido que le hacen estar de vuelta de casi
todo en su carrera de fondo, como a él le gusta llamarla.
Como no es un recién llegado, se las ve venir. Y las huele a
distancia. Conoce a unos y a otros, cuenta con valiosos
contactos en Madrid y tiene una vocación de ceutismo
compulsiva, porque se impuso desde el primer momento,
entregarse a esta tierra que es la suya, si no por origen sí
de adopción y por irrenunciables vínculos familiares.
En una España de pícaros, también vivimos en una Ceuta donde
hay más de un pillo que trata de aprovecharse de las
circunstancias vía fraude: a ver qué saco de aquí y de allí.
No es cuestión de crisis económica, es algo fuera de
contexto: es cuestión de poca vergüenza y ningún escrúpulo.
Claro que tenemos a un Delegado del Gobierno valiente. Tan
es así que no tuvo rubor en confesar que suele pasear sin
escolta por nuestras barriadas periféricas y se encuentra
mucho más cómodo y seguro que por la Puerta del Sol de
Madrid. Vaya, lo dice un madrileño, que ha de saber algo de
esto.
Conocida la confesión, una de dos: o el delegado del
Gobierno es un iluso o está convencido de que por muchas
bandas de las que se hable, aquí estamos seguros. Sí
reconoció que había “movimientos extraños” que él relacionó
con el robo de motos. “La Policía sabe por dónde van los
tiros”, argumentó haciendo el juego de palabras para darle
sentido a su mensaje. Y dijo que las balas utilizadas por
esos supuestos malhechores, son de fogueo. “La ciudad de
Ceuta es, en general, segura”, afirmó con una frase
tranquilizadora.
Al final de la rueda de prensa de una hora, reloj en mano,
nos quedamos que, en la Ceuta del bulo, hay dispuesta una
campaña contra el fraude desde la Administración Central
contando con la autonómica. Se ha declarado la guerra a los
falsos residentes para que no acaben con la bolsa de
subvención destinada a los que residimos aquí con todas las
de la ley. Mal lo tienen aquéllos que han estado encubiertos
con subterfugios de lo más variopintos. Una campaña dirigida
a todas las clases sociales. Alguno habrá de atarse los
machos. Las pintan crudas. Se ha puesto fecha de caducidad
al uso y abuso residencial. Ya era hora, Paco Antonio. Ya
era hora, delegado. Había que ponerle los cascabeles al
fraude.
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