Se dice que los políticos son el tercer problema de España.
Es incorrecto. Eso sería así si los problemas existentes no
estuvieran interconectados, sin una relación causa-efecto.
Se señala como primer problema, el paro, seguido de la
crisis económica, y luego, los políticos. Pero ¿Quienes son
los responsables de los dos primeros problemas? No son otros
que los políticos, cuya mala gestión nos ha llevado a la
extrema y peculiar situación que vivimos hoy, al margen de
la crisis europea, cuyos efectos nos ha rozado, pero no nos
ha arruinado; de eso, se encargaron nuestros políticos.
Todos han sabido autoexculparse siempre; se creen,
sinceramente, honestos, dignos, y llevan la cabeza muy alta,
incluso cuando (caso raro) han de abandonar su puesto por
presunta corrupción. Por sus mentes debe pasar algo así: “mi
sueldo debería haber sido mayor, o más debería de haber
detraído de las arcas, después de lo mucho que he hecho por
el pueblo”.
Lo que no se les pasa por la mente es que han colaborado
activamente, unos por acción y otros por omisión, para dejar
al pueblo en la ruina, pues nunca han tomado, ni tomarán
jamás, una medida que vaya en contra de sus propios
intereses privados o políticos; es la única condición que
les impone su subconsciente. Hay un ejemplo de buena
gestión: Torrelodones. Un pueblo con unos 22.000 habitantes,
donde un grupo de vecinos, hartos de una pésima gestión y
corrupción, decidieron unirse, al margen de la política,
para llegar, con los votos del pueblo, a dirigir el
Ayutamiento. Resultado: ¡en dos años han conseguido un
superavit por encima de los cinco millones de euros! Nadie,
absolutamente nadie, me podrá convencer nunca de que no es
posible que un grupo de vecinos de España pueda hacer por
todos nosotros lo mismo que hace un grupo de vecinos por
Torrelodones.
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