Soy catalán, pero con sangre caballa. Con estas palabras
comienza su historia el policía nacional Juan Ferrer, que
resultó herido por tres puñaladas de un individuo en la
madrugada del pasado día 15 de septiembre. Todo ocurrió
cuando, sobre las 6 de la mañana, Juan recibió la llamada de
su “comadre”, que había escuchado “ruidos” en el ambigú
habilitado en el complejo rural de las cabañas Miguel de
Luque, donde él y su esposa Susana, tienen su residencia. El
policía se levantó corriendo de la cama, se puso unos
vaqueros y unas zapatillas. “Cuando vi las puertas abiertas,
antes de entrar grité ¡alto Policía! varias veces; entré y
no había nadie”. El ordenador se encontraba en el suelo y la
caja registradora también estaba abierto. “Estaba todo muy
revuelto”, recuerda Juan a este diario.
En ese mismo instante el agente dio el aviso a la sala del
091 de la Policía Nacional para solicitar que una patrulla
subiera al lugar. Cuando llegaba a la puerta de entrada de
las cabañas, que sólo puede abrirse con un mando a
distancia, apareció un individuo de la nada, ya que la
oscuridad le guarecía. Entonces le dio una puñalada en el
cuello. “Le pregunté, ¿qué has hecho?, ¡me has apuñalado! y
le di un manotazo”, cuenta Juan de forma expresiva. “Intentó
volver a pincharme otra vez con el cuchillo; en esa ocasión
conseguí parar con la mano la puñalada”. Esta segunda le
provocó la rotura de una costilla y la mano quedó
destrozada. “Se llevó todo, tendones, venas...”, se lamenta.
El cuchillo, de grandes dimensiones, era “muy ancho” y al
intentar esquivarlo de nuevo, “me clavó el arma, con suerte,
por las dos costillas”. En estos momentos fue cuando Juan
comenzó a “chillar” y corrió hacia la casa de la dueña de
las Cabañas, que estaba con su madre y su hija. “Tenía miedo
de que se metiera en la casa y cerramos la puerta de
repente”. Al sujeto, de casi dos metros y muy corpulento,
además de experto en artes marciales y en la modalidad más
extrema de boxeo, explica Juan. “Iba a matar, le daba igual
a quién pillara”. La mujer de Juan demostró su valentía
“taponando la herida del cuello hasta que llegó la
ambulancia; tuvieron que ponerme dos bolsas de sangre”,
comenta. “Se portó como una heroína”.
Instantes después llegó la primera patrulla del CNP y, al
ver lo sucedido, solicitaron refuerzos. La Guardia Civil y
la Policía Local también estuvieron participando en el
operativo y Juan destaca lo “bien atendido que estuvo por
todos”. “Tengo que agradecerle a todos lo que hicieron”.
“Incluso vinieron compañeros de paisano, que estaban libres,
para apoyar el operativo”.
“En cuanto esté más recuperado, invitaré a todos a una
barbacoa”, dice con una sonrisa en la boca. El individuo fue
detenido unas dos horas y media después, ya que se había
escondido en un hoyo frente a las cabañas. Dos agentes
fueron los que consiguieron inmovilizarle. El agente no
quiere dejar de agradecer la atención recibida en el
Hospital Universitario, y también ahora en las curas, en la
Clínica Galea. “Todos se han portado muy bien, he recibido
muchísimas visitas y de personal de los comercios del
centro”. Tanto el jefe superior de Policía, Pedro Luis
Mélida, como el delegado del Gobierno, Francisco Antonio
González, le visitaron en el Hospital. Además, “todos los
compañeros a cada turno; a mi mujer, una oficial, Marta, no
la ha dejado sola ni un solo segundo, y eso es de agradecer;
además de a Jesús González Miaja, del SUP, que ha movido
muchos papeles”. “Todo el mundo se ha volcado e incluso se
presentaron dos mujeres con bandejas de pasteles”, bromea.
Este mes se cumplen siete años de su llegada a Ceuta y Juan
no se arrepiente. También ha estado destinado en Basauri
(Bilbao), en Vilanova de la Geltrú, Almendralejo (Badajoz) y
en Ceuta. En la ciudad, se ha dedicado a ayudar a los dueños
y dependientes de las tiendas del centro para evitar robos.
Hoy, en el día de celebración de la Policía Nacional, los
Ángeles Custodios, Juan será reconocido con la medalla de
más valor, la Orden al Mérito con distintivo rojo. “Después
de tantos años en la Policía y llegando a los 56 años, es un
orgullo; me he pasado más de media vida en el Cuerpo
Nacional de Policía”, destaca orgulloso. Juan quiere seguir
en el Cuerpo ya que es su “vida”. “Estoy muy a gusto en
Ceuta y me encanta vivir aquí”, finaliza.
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Susana, su mujer, uno de sus grandes apoyos tras el grave
suceso
Juan y Susana se miran con amor.
“Lleva su oficio en el corazón”, comenta orgullosa Susana,
la mujer de un policía nacional “de los pies a la cabeza”.
“Desde siempre ha estado volcado con el Cuerpo Nacional de
Policía, ha sido toda su vida y me siento muy orgullosa de
él”, explica con una sonrisa. “No sólo por la valentía que
demostró en este último hecho sino por todo lo que ha
hecho”, asegura. El matrimonio llegó a Ceuta en busca de
tranquilidad. “Antes de solicitar destino, vinimos a conocer
la ciudad y nos encantó; además, acostarte y levantarte con
el sonido de los pájaros es algo maravilloso”, destaca la
pareja, que se mira con ternura. Susana da las gracias a
todos los compañeros por el gran apoyo que han dado a Juan.
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