Aunque nuestro conocimiento deriva de los hechos narrados
por los vencedores, con todo lo que ello conlleva, la
pretensión no es revisar la historia, no es cuestionar la
legitimidad de las actuaciones, no podemos ni debemos entrar
en esa dinámica estéril. Lo que buscamos es un mejor
conocimiento de las técnicas de combate, de las estrategias
y de las consecuencias que trajeron consigo determinadas
decisiones. Roma resulta para esto un imperio en el que su
modus operandi nos es bien conocido y por tanto va a
servirnos como guía introductorio en el fascinante mundo de
la época.
La antigüedad está plagada de ejemplos de batallas
trascendentales en las que hombres se enfrentan a hombres.
El armamento, la estrategia, la disciplina, son algunos de
los elementos que habitualmente son tratados en los libros
de historia. Menos usual resulta encontrar textos en los que
se hable del dolor, del miedo, del valor o del estado de
ánimo de esos hombres que, enfrentados a un destino incierto
y poco halagüeño, hacen de la necesidad virtud.
Pero antes que nada es necesario despojarse de traje y
corbata, de nuestro móvil, olvidar donde estamos,
sumergirnos en una época diferente y coger con fuerza la
gladius, ajustarse el casco, colocarse la loriga segmentata,
pasar por el antebrazo el scutum y calzarse las caligae, a
partir de este momento no somos jardineros, administrativos,
o comerciantes, ahora ostentamos el mando como legados
imperiales, legatus de una o varias legiones, que caminan,
fortifican, luchan y avanzan en busca de un feroz enemigo
que, en su terreno, con sus propias armas, nos va a hacer
frente sin importarle morir en el intento.
Ya estamos algo mas situados, avanzamos por los bosques de
Germania, por los desiertos de Numidia, entre las brumas de
Britania, sentimos el gélido y cortante viento del Norte en
la Galia, los tórridos atardeceres de la Hispania Ulterior.
No hay caminos, tan solo pistas estrechas unas veces
embarradas por la incesante lluvia, otras veces
polvorientas, abrasadas por un sol inclemente.
No hay nadie que pueda socorrernos, estamos aislados en un
mundo hostil y desconocido, avanzamos con cautela pero
pensando siempre en nuestros hombres, en vanguardia jinetes
en misión de exploración, en retaguardia, protegidos por las
tropas auxiliares, los pertrechos. Sudorosos, cansados, sin
perder el tiempo, puesto que la época estival dura poco y
antes del final de la estación hay que volver a los
cuarteles de invierno, seguimos adelante, las tropas
enemigas no se dejan ver, los exploradores solo informan de
pequeños grupos que huyen al ser localizados y desaparecen
como por ensalmo entre los árboles o tras las ondulantes
colinas, los poblados que alcanzamos han sido abandonados
recientemente, el viento trae aromas desconocidos como
general al mando hay que tomar constantemente decisiones que
afectan al conjunto de los hombres, dónde campamentar, qué
dirección seguir, el forrajeo de los animales, la reparación
de los carros averiados, la disciplina. Y todo ello
observando a las tropas, procurando que no se sientan
perdidas, que confíen ciegamente, que mantengan la moral
alta y la cabeza erguida bajo las águilas.
Algunas de esas batallas significaron un antes y un después
y podían haber dado un vuelco a la historia y al mundo que
conocemos, y son las que a continuación detallamos, cada una
de ellas supuso un eslabón en la larga cadena de batallas
que Roma libró en su lucha por la supremacía en unos casos,
y por la supervivencia en otros, unas son victorias, otras
derrotas, pero todas representaron un hito en la memoria
colectiva del pueblo romano.
-Cabo Ecnomo: El fin del poderío naval Cartaginés.
-Lago Trasimeno: Una derrota de Roma a manos de Aníbal.
-Metauro: La constatación de la indefensión de Roma frente a
Aníbal.
-Cannas: La derrota más catastrófica y fascinante, de nuevo
Aníbal.
-Zama: El fin de Aníbal a manos Escipión en las llanuras
africanas de Zama.
-Aquae Sextiae: Cayo Mario y el horror de las tribus
germanas.
-Alesia: El final de Vercingetorix a manos de Julio Cesar.
-Farsalia: El final de la guerra fratricida entre Julio
Cesar y Pompeyo.
-Teutoburgo: El desastre de Roma en los bosques de Germania.
-Watling Street: El final de la rebelión de Boudica, reina
de los Icenos en Britania a manos de Suetonio Paulino, una
victoria impensable.
No es casualidad que todas ellas tengan como protagonistas,
en al menos uno de los bandos, al ejército romano, sin
minusvalorar otros enfrentamientos como los que los griegos
sostuvieron a lo largo de su rica historia, hemos optado por
seguir este criterio apoyados por un lado en su amplio
desarrollo temporal, en sus numerosos éxitos y fracasos, en
su capacidad de recuperación y en su inquebrantable
resolución a la hora de sobreponerse a los mas aciagos
momentos.
Como complemento, y aunque la información es sumamente
escasa, la situación de Ceuta, en cada uno de esos momentos
de la historia antigua, pretende relacionar sincrónicamente
las luchas de poder con lo que ocurría en nuestra ciudad,
que en algunos casos está todavía en la prehistoria.
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