De aquellos polvos vienen estos lodos. La situación actual
del sector pesquero de Ceuta es crítica y lo cierto es que
proviene de que hace muchos años, la importante flota ceutí
prefería vender sus capturas en la península. Si quizá se
hubiera actuado de forma coordinada y con visión de futuro,
se habría podido evitar lo que ahora parece inevitable: la
caída en picado. Como se prefería vender en lonjas de la
península -cercanas a los caladeros donde faenaban- se
conseguían pingües beneficios, además de ahorros incluso en
combustible. ¿Qué ocurrió? Pues que Ceuta estaba
desabastecida de pescado, con lo cual desde la Delegación
del Gobierno se arbitraron medidas para que pudiera entrar
pescado en Ceuta desde Marruecos mediante la aduana
comercial ceutí y con las debidas garantías sanitarias. El
resultado: la mayoría del pescado, la inmensa mayoría del
pescado que se vende en Ceuta proviene de Marruecos. Y ahora
se ven los resultados: una flota pesquera prácticamente
inexistente, que no pesca más porque no puede vender las
capturas, e incluso ha de devolver las piezas al mar.
Antonio Sosa de Haro es el patrón mayor de la Cofradía de
Pescadores de Ceuta. Lleva al frente de la misma casi cuatro
añoss. Mañana lunes saldrán los ocho barcos registrados a la
mar, teniendo en cuenta que hoy domingo hay luna llena, y
que el tiempo ha impedido salir a la mar. En las almadrabas,
poco pescado. La luna o la marea ha cortado el negocio
momentáneamente.
Están pendientes de que se les llame desde la Delegación del
Gobierno para una reunión, de cara a analizar posibles vías
de ayuda. Por el momento, la situación se reduce a
subvenciones para el desguace y ayuda a pescadores que dejen
de pescar. Prácticamente un certificado de defunción. A
estas subvenciones podrían acogerse las tripulaciones de dos
o tres barcos, con personas de edad avanzada, por lo que la
flota pesquera ceutí podría quedar reducida a sólo ocho o
nueve barcos. Concretamente, se espera que mañana salgan a
faenar un barco de cerco, un barco de arrastre, cuatro
palangreros y dos de artes menores (trasmallo y volaera).
Los principales problemas que afectan actualmente al sector,
según Antonio Sosa, son dos: “la competencia desleal del
pescado procedente de Marrucos y la imposibilidad de que
podemos vender nuestro pescado en la península, debido a que
existe una prohibición por parte de la Unión Europea”. Por
supuesto, queda descartado que se venda pescado de Ceuta en
Marruecos.
En los mercados de la ciudad, casi todo lo que se vende
procede de Marruecos, excluyendo voraces, caballas, jureles
y las capturas procedentes de almadraba, como la melva o el
bonito. Por supuesto, no se pesca marisco, ya que éste se
encuentra fundamentalmente en aguas marroquíes y entra
fresco y vivo, día a día, por la frontera de El Tarajal.
“Los pescadores queremos que el pescado que entre por
Marruecos pase por primera subasta en la lonja, como está
previsto por ley de septiembre de 2009”, explica Antonio
Sosa, que además recuerda que en este sentido “no se hace
nada”. Al menos, confiesa resignado, “ya que nos perjudica,
al menos que reporte algún beneficio”, indica no sin falta
de razón.
Los pesqueros ceutíes faenan en caladeros del Mediterráneo,
fundamentlamente: en la bahía sur, en la norte, en las
inmediaciones de Algeciras, Tarifa, Barbate e incluso en
Estepona.
“En las aguas cercanas a Gibraltar pescamos, pero cuando no
se puede, pues no vamos, qué vamos a hacer. A ver si se
arregla de una vez el asunto. No obstante, teniendo
caladeros aquí, no nos vamos a meter allí para crear4
problemas. La primera vez que se produjeron, incluso, nos
echaron la culpa a nosotros”, indica Sosa. Es notorio que el
Gobierno gibraltareño que preside el ministro principal
Fabian Picardo está poniendo las cosas muy difíciles al
sector pesquero español que siempre ha faenado en la zona,
con reinvidicaciones de aguas territoriales imposibles. Los
desencuentros entre las lanchas de la Royal Gibraltar Police,
las de Aduanas, las de la Guardia Civil y los propios
pesqueros han sido últimamente una constante, que ha llevado
a conversaciones para tratar de solucionar un problema
ficticio en todo caso. De ello pueden dar buena fe los
pescadores de Algeciras y de La Línea de la Concepción, los
que se encuentran en la zona más cercana y que son los que
se enfrentan casi de continuo al hostigamiento de las
autoridades de la colonia británica, que defiende a capa y
espada unas aguas que no están reconocidas en el Tratado de
Utrecht de 1.713.
El noventa por ciento del personal de tripulación de los
pesqueros de Ceuta procede de Marruecos, aunque los
propietarios de los barcos que aún quedan en la ciudad
tratan de contratar personal español, ya que cada vez son
más los problemas a los que se enfrentan para contar con
mano de obra a extranjera. De hecho, en la Casa del Mar se
están haciendo cursos de formación y capacitación de
marineros y pescadores para que poco a poco vayan sumándose
a las tripulaciones, en detrimento de los marroquíes. Por el
momento, en cuanto a las soluciones por parte gubernamental,
los pescadores de Ceuta están a la espera de ser citados por
la Delegación del Gobierno y también confían en mantener
conversaciones con la Autoridad Portuaria de Ceuta.
Normalmente, la jornada de trabajo es partida. Se levantan a
las 04.45 horas para embarcar, en el caso de Antonio Sosa,
los palangres, piedras, los equipos eléctricos -sonar,
sondas, radar- ya que todos los días han de evacuar de los
barcos todo el material sensible, puesto que se están
produciendo numerosos robos, y por ello han de tener mucho
cuidado. Así, se solicita por parte de la Cofradía de
Pescadores que la Autoridad Portuaria de Ceuta acreciente la
vigilancia porque les roban las artes, los plomos... Los
ladrones los venden incluso como chatarra. Salen normalmente
al alba, en los momentos en los que aún el sol no está
visible. Trabajan del orden de dos horas por la mañana y
después unas seis horas por la tarde, según la marea.
“Lo gracioso -dice Antonio Sosa con tristeza- es que hay
pescado, pero los barcos tiene que dejar que se vayan
después de haberlos capturado”. La razón: muy sencilla. Sólo
venden entre veinticinco o treinta cajas diarias. Lo demás
han de soltarlo al mar porque saben que no se va a vender.
Las primeras veinte cajas se suelen vender en lonja en torno
a los diez euros, aunque el precio cae en picado poco tiempo
después.
“Muchas veces llamamos a Cruz Blanca para que se lleven el
pescado que nos sobra. Sería una pena que capturaramos hasta
200 cajas para depués tener que tirar el pescado”, afirma
Antonio Sosa de Haro.
Por si fuera poco, barcos de Marruecos se acercan a faenar
en aguas cercanas a Ceuta y capturan todo lo que pueden,
puesto que saben que van a poder venderlo.
Paradójicamente, mucho de ese pescado se vende en la
ciudad.Los gastos que soportan los armadores ceutíes son
numerosos. Una traíña, por ejemplo paga del orden de 800 a
1.000 euros mensuales sólo en Seguridad Social. Además, los
gastos en cuanto al combustible que necesitan los barcos
oscilan entre los 2.000 y 3.000 euros, también al mes. Por
otra parte, han de hacer frente al dinero que supone lo
referente al mantenimiento de los barcos, y la reposición de
materiales -hay que insistir- que siguen siendo robados
impunemente. Y evidentemente, los sueldos de los tripulantes
de los barcos pesqueros de la exigua flota ceutí.
Otra cuestión es que ahora están obligados a pagar por los
almacenes en donde tienen sus pertenencias, y que se
encuentran en la zona de los terrenos ganados al mar
cercanos al helipuerto. Allí se encuentra la zona de atraque
y de varadero de los buques, así como la propia sede de la
Cofradía de Pescadores de Ceuta y también de la lonja.
En total, la tripulación mínima de una traíña se sitúa entre
6 y 7 personas, mientras que los palangreros están
tripulados por dos o tres profesionales, al igual que suele
ocurrir con los barcos de artes menores. Los de arrastre
cuentan con una tripulación de 4 o 5 hombres. Entiéndase,
ciertamente, que cada persona representa el ingreso de una
familia, por lo que el asunto afecta a un número importante
de personas.
La sensación que produce visitar la zona pesquera de Ceuta
es casi desoladora. Un vacío. Dos o tres hombres ocupándose
de las redes, el patrón mayor andando y esperando que llegue
el lunes para salir a faenar, la lonja cerrada a cal y canto
a media mañana, la Cofradía de Pescadores cerrada también,
de no ser por la presencia del patrón mayor Antonio Sosa de
Haro...
En definitiva, una situación que parece difícilmente
sostenible, pero que se mantiene gracias al esfuerzo diario
de aquellos que siguen confiando en las cada vez más exiguas
posibilidades de un sector que antaño fuera más que
importante, que daba vida a Ceuta, pero que se está yendo al
garete por un cúmulo de circunstancias que parecen ser
insalvables y que están abocando al desguace de los pocos
barcos que quedan y al pase de los pocos marineros que aún
quedan trabajando en Ceuta hacia una jubilación o una
petición de prestaciones.
|