Promoción de la salud sexual y reproductiva de las mujeres
inmigrantes’ es el nombre del curso que, a través de la
asociación de Mujeres Progresistas ‘María Miaja’, han
impartido en Ceuta las técnicas de la Federación Lórien
Aragón y Beatriz Sevilla, que son además psicólogas. La
formación, que se realiza a nivel nacional subvencionada por
la Dirección General de Migraciones (DGM) y el Fondo Europeo
para la Integración (FEI), se llevó a cabo esta semana en la
Asociación Al-Ambar, en la barriada del Príncipe, en el
Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) y en la
prisión de ‘Los Rosales’.
“Nuestra asociación continúa trabajando, día a día, por
conseguir la inserción de la mujer en la vida social,
empresarial, política y cultural de nuestra ciudad,
impartiendo talleres y eventos que puedan lograrlo”,
explican desde la entidad, desde donde resaltan que la
colaboración con la entidad nacional es “constante”, tanto
en el trabajo de la mujer en riesgo de exclusión social como
en el de la infancia
Las dos técnicas destacan que estos talleres están enfocados
a trabajar en la salud biopsicosocial, es decir que combina
los aspectos biológicos con los psicológicos. El año pasado
el trabajo se centró en los derechos sexuales y
reproductivos y este año se ha añadido un enfoque de
empoderamiento. “Dar a las mujeres las herramientas
necesarias para que sean capaces de tomar sus propias
decisiones, tanto en el ámbito de la salud sexual y
reproductiva como en otros como la violencia, los procesos
migratorios, su propia salud, los cambios legislativos... Se
busca que ellas tengan un espacio de encuentro donde puedan
compartir sus malestares y encontrar soluciones para que se
encuentren mejor”, explican las trabajadoras.
“Ceuta es un lugar en el que hay que trabajar con estas
mujeres, especialmente en el CETI por el proceso migratorio
que siguen”, destacan, y explican que con cada uno de los
colectivos se trabaja de manera diferenciada. “La idea es
trabajar según las horas que nos den en cada centro, pero
los objetivos siempre son los mismos: promover el
empoderamiento y la autoestima. La única diferencia es que
cada colectivo tiene su problemática concreta y se focaliza
en cada una de las situaciones que están viviendo, pero por
nuestra parte los objetivos y la metodología son los
mismos”, explica. Por ello, parten siempre de la premisa de
que cada mujer necesita un espacio de expresión, donde
abrirse, contar a las demás cómo se sienten y generar un
clima de apoyo grupal para, a partir de ahí, “visualizar
proyectos y ponerse en camino para realizarlos”.
En el caso de la asociación ‘Al-Ambar’ les sorprendió que
muchas mujeres no tengan permiso para residir en Ceuta, sino
que acceden con permisos de estancia por horas, pese a que
sus hijos sí han nacido en España. “Nos daba la sensación de
que no se está dando respuesta a toda esta problemática y de
que son muchas las mujeres que están en esta situación”,
explican.
En cuanto al caso de las mujeres del CETI destacan que se
debe tener en cuenta los “tabúes culturales”. “Hay muchas
mujeres que han sido mutiladas genitalmente, que han sido
objeto de la trata de mujeres por explotación sexual, y hay
que abordarlo desde una perspectiva intercultural sin
recriminárselo”, explica, y agregan: “Tienen conocimientos
pero la vivencia, por ejemplo de abordar la sexualidad, es
diferente a la que tenemos nosotras; a ellas les han
enseñado que deben ser más restrictivas”.
Aunque el trabajo en Ceuta a través de esta formación es
puntual, se trata de una actividad complementaria a la que
desarrollan durante todo el año desde Mujeres Progresistas.
Además, las psicólogas destacan que se trabaja mucho desde
el ámbito comunitario. “Se las dota de herramientas para que
juntas puedan defender sus derechos y se trabaja de manera
coordinada con la asociación ‘María Miaja’, buscamos una
sostenibilidad. Son las caras visibles a la hora de trabajar
en Ceuta. Se intenta conseguir que sean las propias mujeres
las que se den cuenta de que son un grupo grande y se den
cuenta de que pueden hacer muchas cosas.
“Las mujeres tenían muchas ganas de poder contar con un
espacio para ellas. En ese sentido sí que tienen cierto
empoderamiento, sólo que les faltan estrategias. Les falta
saber organizarse mejor para una lucha colectiva. Han
captado lo que tienen que hacer, lo que pasa es que aunque
son capaces de reconocer sus capacidades individuales les
falta el objetivo común”, añaden.
Desde la Federación consideran que, sin embargo, ha habido
un retroceso en cuanto al papel de la mujer. “Se está
agravando la situación, por ejemplo en relación a la salud,
es un retroceso a nivel de derechos”.
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