En democracia las críticas de la oposición son muy
saludables y ejercen de control a la acción del Gobierno.
Nada nuevo bajo el sol, por tanto, sino una práctica
habitual. Otra cosa es que guste (que no) al destinatario
que, aún viviendo en democracia, no parece dispuesto a
desayunar con “sapos” (críticas desagradables) o a que le
pongan las peras al cuarto.
Hasta aquí, todo normal. Lo que no parece tan corriente es
que se utilicen exabruptos con unas salidas de tono
absolutamente insolentes para “desactivar” acusaciones que,
al menos, tienen una base en las que sustentarse, como es en
este caso, el Tribunal de Cuentas. Un Tribunal que, en
palabras del propio portavoz del Gobierno, ha apuntado
irregularidades contables y que, como el propio Guillermo
Martínez, ha excusado, no se trata de malversación de
fondos, ni cohecho ni prevaricación. Se diría que son
prácticas poco higiénicas en el aspecto contable que han
merecido la llamada de atención del tribunal de Cuentas al
Gobierno de la Ciudad. Un organismo que tiene, según
Guillermo Martínez, “una sección específica para Ceuta”. Y
habrá que preguntarse la razón.
Lo cierto es que las palabras de Gaspar Zarrías, el diputado
de referencia del PSOE para Ceuta en el Congreso de petición
sobre el hecho de fiscalizar la actuación del Gobierno de
Juan Vivas hasta este año para ver si las actuaciones han
sido conforme a la ley, no debería haber soliviantado al
Ejecutivo ni al portavoz del mismo, sino más bien agradecer
la posibilidad de demostrar que hay transparencia y desde
luego, nada que temer.
Por el contrario, salirse de tono, recurrir a que “el señor
Zarrias viene de Marte”, como si estuviera en otra galaxia,
recurrir como elemento de defensa a los ERES (que ya tienen
su valoración judicial y su proceso correspondiente) es
sacar las cosas de quicio, desbarrar, marear la perdiz y
tratar de liarla. Nunca es bueno defenderse atacando o bajo
el lema de “tú más” porque, de hacerlo así, lejos de
exculpar a quien propala tales argumentos, no hace mas que
reconocerle un arma de autodefensa temerosa.
En este escenario, en el que la coalición Caballas parece
muy “apegada” al Gobierno con esa demostración –ésta sí,
señor Martínez-, proveniente de Marte de un Juan Luis
Aróstegui entregado en su argumentario de reforma fiscal al
Gobierno, resulta que únicamente el PSOE parece ejercer de
oposición pura y dura. Parece quedarse sólo en esta acción
política, ya que resulta por lo menos preocupante, que el
Tribunal de Cuenta haya puesto los puntos sobre las íes a un
Gobierno con tanto economista y abogado en su composición,
para caer en prácticas contables poco ortodoxas. Las
irregularidades de tipo administrativo, como denomina
Guillermo Martínez a las anomalías, parecen más una forma de
poner sordina a la situación que una forma exculpatoria.
Claro, después llegan las sentencias judiciales y no para
dar la razón a la Ciudad precisamente.
Con el dispositivo de técnicos que el Gobierno tiene a su
disposición, habrá que considerar que la acción política no
ha sido la más adecuada o que hubo algún técnico que, por
agradar a su jefe (político) se “mojó” donde no debía. Y con
la que está cayendo, con la crisis, el control del gasto
corriente … En vez de soberbia hay que tener templanza, en
lugar de insolencia más humildad, habría que presumir menos
de tantos mecanismos de control y en realidad aplicarlos
convenientemente para que no sucedan “casos” como éste, en
el que el Tribunal de Cuentas ha dado varios toques de
atención.
Y no actuar conforme a lo conveniente, resulta inapropiado.
Por ello, cuando la oposición recrimina comportamientos y
prácticas inadecuadas, en lugar de descalificarla no hay que
sobrevolar galaxias extrañas o recurrir a satélites
extraños. Simplemente hay que poner los pies en el suelo y
dejarse de partilugios sicodélicos. En política, las
extravagancias, mejor pasar de ellas.
|