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OPINIÓN - SÁBADO, 29 DE SEPTIEMBRE DE 2012

 

OPINIÓN / EL OASIS

Hermanamientos
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

De Javier Arenas se dice que es el miembro de su partido que mejor y más saluda a la gente. Incluso se le reconoce que es el mejor intérprete del abrazo chillado. Que así se llama en Andalucía al abrazo que se da chillando un ¡ay! prolongado. Arenas, sin embargo, sustituye la interjección por un sonoro ¡campeón! que suele ir acompañado con un abrazo enérgico y rápidas palmadas en la espalda del saludado. Tableteo subrayado por la mejor de sus sonrisas.

Parece mentira, pues, que alguien que suele caer tan bien a mucha gente, entre la que me encuentro, no logre ganar unas elecciones como mandan los cánones. Es algo que he dicho tantas veces como para sentir el reconcomio que suele causar semejante redoble de tambor. Pero es imposible, al menos en mi caso, escribir de JA y no reconocer que las urnas le quieren menos que a mí una cámara de televisión.

Javier Arenas está esperando, tras haberse cumplido diez meses de su fracaso en Sevilla –lo ha sido, mírese por donde se mire, no lograr la presidencia de la Junta de Andalucía-, que Mariano Rajoy le haga un hueco en el Gobierno. Vamos, que lo nombre ministro aunque sea a costa de darle un disgusto a Fátima Báñez; recomendada por el hombre más alegre y comunicativo de los populares.

Mientras tanto, es decir, para soportar de la mejor manera posible las siempre incomodidades ocasionadas por la espera, el presidente del PP andaluz ha encontrado en los hermanamientos una terapia que le ayuda a no desesperarse. Aunque conviene decir, cuanto antes, que los hermanamientos le han gustado a Javier Arenas desde que tuvo uso de razón. Y hasta creo que mucho más que a Juan Vivas. Que es ya decir. Porque éste, si pudiera, dedicaría todo su tiempo a contarnos el cuento del alfajor.

No hay más que ver la fotografía en la cual aparecen festejando en Málaga el hermanamiento de los populares de la tierra con los de Melilla y Ceuta. Las manos entrelazadas de Arenas, Imbroda, Vivas y otro dirigente malacitano y sus rostros exultantes, parecen más bien que están celebrando que España acaba de salir de la crisis económica y que la cifra de paro se ha reducido a la mínima expresión.

Pero no; no es eso, desgraciadamente, lo que están festejando. De lo que están presumiendo es de cómo les ha sido posible, tras ardua tarea, consolidar lazos entre Málaga, Ceuta y Melilla. Lo cual se traduce en “una unión como fuente de enriquecimiento, motor de desarrollo económico y laboral, e instrumento para solucionar dificultades de nuestro entorno”, según el presidente de los populares malagueños, Elías Bendodo. Verdad es que los voceros gilitontos surgen donde menos se espera. Y en esta ocasión, le ha tocado a Málaga demostrar que tiene uno de muchos quilates. Un tonto, quiero decir.

Pero quedaba, como cierre del esperpento, la declaración de nuestro alcalde. Y éste volvió a arremeter contra Zapatero. A quien le debe haber vivido ocho años de mieles. Ah, Ceuta marinera quedó en el olvido. Ahora toca decir que son tiempos de turbulencia y mar gruesa y que debemos capear el temporal para llegar a buen puerto. Si España tuviera que depender del buen gobierno de Arenas y de Vivas, créanme, yo me iría a vivir allá donde el viento da la vuelta.
 

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