Es director del Centro
Penitenciario de los Rosales. Ha desarrollado, como
funcionario del Cuerpo Especial de Instituciones
Penitenciarias, su actividad en distintos centros, desde
1987. Es licenciado en Derecho. Y su últimos destinos han
sido en El Puerto II y III (El Puerto de Santa María),
ocupando el puesto de Subdirector de Régimen.
Nacido en Lucena. Francisco José Delgado Aguilera me
fue presentado en el pasado mes de abril, nada más tomar
posesión de su cargo, y a partir de ese momento hemos venido
compartiendo varias sobremesas. Las que me han servido para
hacerme una idea de cómo respira este cordobés impregnado de
cierto senequismo. De trato amable, educado y comedido, he
observado que gusta más de escuchar atentamente, que de
hablar porque sí, y que suele intervenir cuando él cree de
verdad que su parecer puede aportar algo de luz sobre lo que
se dilucida en la mesa.
La última vez que estuvimos charlando entre conocidos, tanto
suyos como míos, salió a relucir la historia de un torero
que estaba a punto de acabar su condena cuando perdió la
vida entre rejas. Y, al fin, pude enterarme de la verdad de
lo ocurrido, que era lo que yo me temía que le había
sucedido a quien tuve siempre como amigo.
A Francisco José Delgado -Paco, hipocorístico por el cual le
conocen sus amigos- le pregunté yo, hace escasos días, si
había leído ‘El Penal de El Puerto de Santa María
1886-1981’. Cuyo autor es mi paisano Manuel Martínez
Cordero. Y me dijo que no. Y, entonces, no tuve el menor
inconveniente en celebrarle un libro que me costó lo
indecible hacerme con él.
Le conté al director del Centro Penitenciario de Los
Rosales, por encima, de qué trata ‘El Penal de El Puerto de
Santa María 1886-1981’. Trata de su creación, de sus
antecedentes históricos. De su dureza y represión. De cómo
nace su leyenda. De cómo se actúa en el Centro durante la
Segunda República y durante la Guerra Civil. Etcétera.
En fin, un libro tan interesante como bien escrito, basado
en los mejores archivos existentes. E ilustrado con
fotografías del interior de la prisión y de sus reclusos.
Presos de varios tipos: los preventivos, los propiamente
penados y los que estaban incursos en la Ley de Vagos y
Maleantes. Destacan las condenas a políticos y gente acusada
de atentar contra el Régimen.
Precisamente, ahora que está tan de moda Arturo Mas y
su deseo independentista, se me viene a la memoria que en
1934 estaba preso Luis Companys en el penal de El Puerto de
Santa María. Y que en el libro se habla de él extensamente.
Y se le nota, por lo que dice, que está convencido de que el
honor de los hombres se encuentra en la entrepierna de las
mujeres. Curiosa creencia, debido a que leyendo su lado
oscuro, en ‘La Ilustración Liberal’, se ve perfectamente que
era capaz de todo por mantener esa posición. Mírese el caso
de Miguel Badía y Carmen Ballester.
En suma, que le prometí a Francisco José Delgado que
acudiría al Centro Penitenciario de los Rosales, con motivo
de la festividad de la Merced, tras haber sido invitado, con
el libro bajo el brazo. A modo de préstamo. Aunque me consta
que libro prestado libro perdido. Yo mismo he dado alguna
muestra de ello. Pero, por motivo ajeno a mi voluntad, me ha
sido imposible asistir al Centro. De cualquier manera,
tiempo tendré de volver a compartir ratos de ocio con su
director.
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