Este equipo de tercera “engancha” y vincula a la afición. Y
lo hace porque todos los “canteranos” que en él juegan, son
hijos, amigos, vecinos o conocidos de los mismos aficionados
que les siguen. Como alguien dijo a mi lado: “Con todas las
incomodidades del “54” aquí viene tanta gente como en
Segunda B”. Quiere esto decir que el equipo ilusiona y
entusiasma, que hay unos incondicionales fijos, a los que
hay que respetar políticamente hablando, porque quieren
fútbol y son aficionados al equipo de su tierra, al que
siguen en cada partido de local.
Parece que el “54” lleva camino de convertirse en un fortín,
ya que todos los partidos en feudo local, se van ganado.
Ante el Montilla, Antonio Prieto que había salido un poco
frio, pero que “tiene el gol entre ceja y ceja”, como
siempre le definió su exentrenador hasta juveniles, Manu
León, había tenido dos oportunidades claras antes de marcar.
Sin embargo, a la tercera fue la vencida y después se apuntó
otro tanto.
Antoñito, como se le conocía en las categorías inferiores
del Goyu Ryu y en el Ceuta, ya en juveniles, siempre ha sido
jugador de “olfato” de gol y cansado de que por ahí le deban
dinero, ha vuelto a su tierra, desoyendo esta temporada
otras ofertas foráneas. Y parece que va cogiéndole el aire
al equipo y a los goles. Sin embargo, Antoñito, cometió una
novatada y cayó en la trampa que le tendió un contrario, del
que recibió un manotazo y él, con la sangre caliente y a mil
revoluciones por la tensión, no supo controlar su reacción
casi refleja y le devolvió el sopapo. Se fue a la calle,
expulsado por el árbitro y dejó a su gente con diez
jugadores, en inferioridad, durante más de media hora. Menos
mal que sus “compis” se defendieron como gato panza arriba y
mantuvieron el tipo.
El padre de Antoñito se enfadó mucho con la reacción de su
hijo, que a buen seguro irá aprendiendo conforme coja
veteranía. Lo cierto es que cayó en una “trampa de viejo”
que en fútbol se paga con la expulsión.
Los aficionados, vinculados a este equipo de “cachorros”
ceutíes con algún veterano como Sandro, Pepe Martínez o
Perita, cuenta con el apoyo de la grada. En ella se comenta
que hay que darle oportunidades a estos jóvenes de la
tierra. La gente les ve con opciones de “play off” y, si no,
es un secreto a voces, que reforzándolo para conseguirlo,
podría lograrse el objetivo, sin cometer errores como el de
la jornada anterior ante el Sevilla C, de no sumar, al menos
un punto, jugando en superioridad numérica. Ese error, dice
la gente, no se puede cometer dos veces. Con una basta. O
sea, ni una más.
Vimos a Damián Torres, ese buen entrenador de cantera y que
tuvo bajo su tutela a jugadores del actual Ceuta como Jesús
Villatoro, Reda, Jorge o Cristián y se enfrentó a otros como
Segura, Prieto, o Jaime, cuando los entrenaba Manu León.
Damián Torres no se pierde partido para seguir la evolución
de esos chavales que tuvo desde benjamines y les enseñó
tantas cosas…tanto en el Ceuta como en el Goyu Ryu o en el
Viajes Revellín.
Al fútbol ahora se va por familias (de los jugadores): la de
los Vega, la de Villatoro, la de amigos y compañeros de
equipo, que van a ver a sus “colegas”, en un ambiente
estupendo, familiar, de andar por casa, con la intimidad de
que todos se conocen y nos conocemos. Haciendo piña, que se
dice. De buen rollo. Algo que ha sabido lograr esta
Directiva que ha aglutinado a muchos ceutíes que ven a este
equipo como algo muy suyo. Se ha logrado el “calor” de
muchos aficionados. Se ha creado un ambiente propicio para
tener motivos y excusas de ir al fútbol. ¡Vayamos, por tanto
a ver a nuestra gente!
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