Inocencio Arias se jubiló en 2010 como uno de los
diplomáticos más conocidos de nuestro país, pero mantiene
activo su espíritu polifacético y, cómo no, sus inseparables
pajaritas al cuello. Tiene en cartelera la última película
en la que ha participado y acaba de publicar el libro ‘Los
presidentes y la diplomacia’, en el que pone nota a la
política exterior de todos los presidentes del Gobierno con
los que ha trabajado, desde Suárez hasta Zapatero.
El próximo jueves viajará a Melilla para participar en un
foro organizado por la sociedad pública Promesa. Será en el
Hotel Tryp Melilla Puerto, a las 18,30 horas.
Dentro de una semana, usted estará en Melilla hablando
sobre cómo ven a España desde EEUU y viceversa. ¿Nos puede
adelantar algo?
- Respecto a cómo vemos nosotros a EEUU, yo diría que en
España hay una mezcla de simpatía y de tirria hacia ese
país. Hay una atracción por las cosas de EEUU, todo el mundo
quiere enviar a sus hijos a estudiar allí, devoramos los
productos americanos y, sin embargo, hay una considerable
desconfianza e ignorancia hacia lo que representa EEUU.
Cualquier iniciativa de EEUU es vista aquí con disgusto. El
mejor ejemplo es cuando hay un conflicto armado, si
interviene EEUU, inmediatamente los españoles están en
contra. Y si EEUU no interviene y otros países sí, a los
españoles la noticia les resbala. En cuanto a cómo nos ven
desde EEUU, los americanos ven poco a España, tienen una
idea confusa sobre nosotros, a veces son clichés anclados en
el pasado, ven mucho flamenco, mucho tipismo, pero no están
muy al tanto de que España es un país que se modernizó y que
ha cambiado radicalmente en los últimos 40 años. Eso sólo lo
conoce una minoría muy pequeña. Los que vienen aquí, que son
pocos -un millón al año, de 308 millones que son-, se van
con una impresión muy buena e incluso querrían volver. Pero
ocurre que los que han venido, muchos habían venido ya. En
definitiva, hay un desconocimiento, pero EEUU tiene una
simpatía un poco difusa de España: no saben bien cómo somos,
pero no tienen mal concepto de nosotros.
- O sea, que aún tendremos que trabajar mucho para
quitarnos la imagen de la fiesta, los toros y la pandereta,
¿no?
- Sí, porque eso no afecta a la minoría que viene, a la que
se le quita de la cabeza esa imagen y se va sabiendo que
España es un país avanzado y un país simpático, muy
acogedor, ideal para hacer turismo o venir a vivir dos o
tres años.
- Las relaciones entre España y EEUU se vieron muy
deterioradas en la época de Zapatero…
- Se vieron deterioradas en la época de Zapatero con Bush,
porque Zapatero cometió diversos errores en un plazo de
tiempo muy corto. Con Obama las cosas fueron mejor, no tan
bien como quería Zapatero, que estaba enamorado de Obama y
creía que entre los dos iban a arreglar el mundo, sin darse
cuenta de que él para Obama era un señor respetable, pero no
eran Romeo y Julieta, como creía Zapatero. Con Bush sí
fueron unas relaciones muy mediocres, por no decir malas,
porque él cometió varios errores seguidos, el primero no
levantarse ante la bandera de EEUU. El segundo error fue
retirar las tropas españolas de Irak de una forma
precipitada y decir que estaban allí de forma ilegal, cosa
que era mentira, porque había sido aprobado unos meses
antes. La tercera metedura de pata, que la viví yo, fue que
Zapatero dijo que la solución del problema de Irak estaba en
que todo el mundo hiciera lo que él había hecho. Y eso para
Bush fue como cuando a un toro le ponen un rejón en la
espalda. En consecuencia, Bush nunca recibió a Zapatero, es
el único dirigente del mundo occidental que nunca fue
recibido por Bush.
- ¿Se ha recuperado algo la imagen exterior de España con
Rajoy, o arrastrará ese lastre todavía un tiempo?
- Incluso en la época de Zapatero, la imagen mejoró en EEUU
en la última parte. No enormemente, porque había gente que
desconfiaba en él, pero las cosas iban mejor en época de
Obama. Ahora mismo, la imagen del Gobierno español en EEUU
es buena. Es un aliado hacia él y sobre todo, que Rajoy es
una persona predecible, no va a tener una salida de tono que
lo pueda hacer poco digno de confianza. Las relaciones son
buenas.
- ¿Quién va a ganar las elecciones en EEUU? ¿Obama o
Romney?
- Yo creo, sin poner la mano en el fuego, que las va a ganar
Obama. Si me pregunta si me apostaría algo, yo me apuesto el
sueldo de un mes, pero no me apostaría el sueldo de un año.
Si las elecciones fueran mañana, gana seguro, porque le
lleva tres puntos de ventaja. Pero faltan más de 40 días
para las elecciones y en política eso es una eternidad. Los
asaltos a las embajadas no han tenido repercusión en la
campaña por ahora, e incluso ha sido negativo para Romney,
porque hizo unas declaraciones inoportunas tras el asalto a
la embajada en Libia.
- Ahora que menciona la oleada de violencia en las
embajadas. ¿Cómo ve este asunto? ¿Cree que puede ser una
revolución hacia países occidentales?
- No. Aquí hay una metedura de pata de unos señores
particulares que han hecho un video ofensivo hacia algo que
es sagrado para los musulmanes. Pero dicho esto, los
gobiernos de EEUU o Francia no tienen ninguna
responsabilidad hacia la publicación de las caricaturas, que
es un desliz de unos particulares. Por lo tanto, reaccionar
asaltando la embajada de un país ante la existencia de un
video privado, es un acto que prueba varias cosas. Primero,
que hay un número no despreciable de musulmanes que están
anclados en la ignorancia y que no se percatan de que es
totalmente reprobable que se haga un video que insulte a una
religión, pero eso no puede justificar en ningún caso atacar
una embajada y matar a un embajador, en ningún caso. Al lado
de eso, hay un número considerable de dirigentes islámicos
que no saltan inmediatamente a los micrófonos de televisión,
a una mezquita o a una radio para decir “lo que han hecho
estos señores particulares en EEUU es condenable, es una
vergüenza para esta religión, pero en absoluto no está
justificado que miles de personas vayan a quemar la bandera
de un país y a asaltar una embajada”. Tienen que decir claro
que eso no es el Islam, con eso desprestigian el Islam, esto
es una cosa de la Edad Media.
- Vamos a hablar de la crisis. España está siguiendo las
directrices de Europa, y Europa a su vez las de Alemania.
¿Nos está gobernando Ángela Merkel?
- Está gobernando la Unión Europea, en la que Ángela Merkel
tiene un peso mayor que ningún país. Y no está sola en ese
sentido. Austria la apoya, Finlandia y Holanda también.
Piensan que los que han despilfarrado ahora tienen que
apretarse el cinturón si esos que han despilfarrado quieren
que sigan ayudando económicamente. Ellos imponen unas
ciertas condiciones, lo que el Gobierno de Rajoy tiene que
intentar es que esas condiciones sean razonables. Quiera o
no quiera, tendrá que plegarse a una parte de las
condiciones que diga Europa y en ella por fuerza está Merkel,
que es la voz más importante. Pero no sólo a la señora
Merkel.
- Usted ha escrito recientemente el libro ‘Los
presidentes y la diplomacia’. ¿Qué aceptación ha tenido en
las librerías?
- Estoy contentísimo. Ya vamos por la tercera edición en
tres meses, y eso que no es una novela, sino un libro donde
examino lo que han hecho los presidentes de la democracia en
la política exterior. Y con la crisis que hay, más a favor
para estar contento.
- En su libro hace un repaso de los cinco presidentes del
Gobierno con los que ha trabajado, analizando su política
exterior. ¿Quién saca mejor y peor nota?
- Yo examino cómo se han comportado en el campo exterior.
¿Estaban cómodos cuando salían al extranjero? ¿Sabían
idiomas? ¿Sabían tocar las cuestiones importantes de España,
como la entrada en la Unión Europea, en la OTAN, las
relaciones con Marruecos, Cuba…? Eso es lo que examino, no
otras cosas. Lo más sencillo de contestar es quién saca peor
nota en política exterior, que es claramente Zapatero. El
que saca mejor nota… Hombre, saca muy buena nota Felipe
González, pero no sólo porque tenía el sentido del Estado,
también lo tenían otros, sino porque estuvo más tiempo. Y
era una persona con cierto carisma. Pero en el libro no
salen mal parados los otros presidentes. Aznar, por ejemplo,
aunque ha sido demonizado, en mi opinión muy injustamente,
sale bien parado porque yo trato de demostrar que era una
persona que tenía palabra, cumplía su objetivo y en política
internacional, el que tiene palabra es muy respetado. Y
luego rescato un poco la figura de Calvo Sotelo, que es el
gran olvidado de la Transición, y sin embargo, le debemos
algo importante, y es que en el mundo actual él colocó a
España en el sitio que le correspondía defensivamente, fue
el que contra viento y marea llevó a España a integrarse en
la OTAN.
- Rajoy no aparece en su libro porque usted se jubiló
como diplomático antes de su llegada a La Moncloa, pero
¿cómo lo está viendo en política exterior?
- Lo bueno es que en el exterior tiene credibilidad, lo que
es bueno en estos momentos. Se piensa que es un hombre
solvente, en el sentido de que trata de hacer las cosas, no
da un paso adelante y otro atrás, y va a cumplir lo que
promete. En el aspecto menos optimista, es que es algo
dubitativo, y por otra parte, tiene una política de
comunicación bastante mediocre. Este Gobierno no vende bien
lo que hace, no está aceptando todas las exigencias que le
hacen desde Europa, ha hecho sólo una parte de lo que se le
pide, y sin embargo, aquí la opinión pública piensa que ha
hecho excesivos recortes. Estamos en esa situación
paradójica, hay un fallo en la comunicación.
- De los cinco presidentes que menciona en el libro, sólo
dos han visitado Melilla en su papel como presidente del
Gobierno. ¿Cree que Rajoy seguirá los pasos de Suárez y
Zapatero, o no le interesa incordiar a Marruecos?
- Yo creo que tarde o temprano tendrá que ir. Si uno va a
Melilla todos los meses y empieza a decir cosas que hieren
al vecino, el vecino puede pensar que van a rascarle los
pies, pero que vaya una vez el presidente del Gobierno a
Melilla, pues es una ciudad española, ¿por qué no va a ir?
- Como diplomático, ¿ha visto alguna vez en riesgo la
soberanía española de Ceuta y Melilla?
- No, sinceramente no.
- Este verano se ha hablado mucho de las islas y peñones
del Norte de África, por los problemas que han planteado con
la inmigración. ¿Cree que Marruecos puede estar
utilizándolos para, indirectamente, reclamar su entrega?
- Ahora mismo yo creo que no. Marruecos está comportándose
correctamente y no de forma insidiosa en ese tema. Pero en
el incidente del Perejil en la época de Aznar, creo que sí
hubo un amago de alguien del gobierno marroquí, y no sé
hasta dónde llegó el diseño de la operación. Sinceramente,
no lo sé. Pero sí hubo un amago de incordiarnos de alguna
forma, con objetivos que no sé cuáles serían.
- ¿Cómo ve al ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo?
- Lo está haciendo bien, y una cosa que tenía al principio,
que no me entusiasmaba y parece que lo ha corregido, es que
tenía ganas de hacer titulares en la prensa. Yo creo que es
una persona ducha en el oficio, y muy conocedor de Europa.
- Más de 40 años ha durado su carrera diplomática. Ahora
que está jubilado, ¿no lo echa de menos?
- Me he buscado otros quehaceres. Echo algo de menos la
profesión, no me hubiese importado continuar dos o tres años
más porque han sido 40 años trabajando en esto. Pero tampoco
tengo una nostalgia que me entristezca. Estoy menos triste
que Cristiano Ronaldo.
- Hablando de fútbol. ¿Volverá a ejercer algún cargo de
responsabilidad en el Real Madrid, como en sus tiempos de
director general?
- No, yo soy un hincha apasionado. Voy todos los domingos a
mi asiento, pero volver al mundo del fútbol, no.
- ¿Y al cine? Porque usted ha hecho algunos cameos en
varias películas.
- Ahora mismo hay una película mía en el cine, la de Garci
que está en cartelera, se llama ‘Holmes & Watson: Madrid
Days’. El año pasado rodé dos. Si un director tiene
confianza en mí, yo me lanzo.
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