No solo de pan vive el hombre y no
solo de economía y seguridad tratará la próxima cumbre
bilateral (Reunión de Alto Nivel o RAN) a celebrar en Rabat,
en principio y si el tiempo y las autoridades respectivas no
deciden lo contrario, el próximo miércoles 3 de septiembre
con Abdelilah Benkirán como anfitrión y Mariano Rajoy como
invitado. Si el ministro marroquí de Finanzas, Nizar Baraka,
afirmaba días pasados que “España está muy bien posicionada
en Marruecos” (sic), la realidad es que en la llamemos “Hoja
de Ruta” de la RAN el gobierno marroquí, en boca de su
ministro de Exteriores Saâdeddine El Othmani, tiene idea de
sacar a colación los territorios españoles en el norte de
África. Todavía anteayer viernes en Tetuán, se lo recordaba
a éste escribano del limes el portavoz para las relaciones
con España del Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD,
actualmente en el gobierno), Mohamed Belhasen: “España y
Marruecos deben al fin abrir una conversación serena y
respetuosa, como corresponde a dos países vecinos y en lo
fundamental amigos, sobre Ceuta, Melilla y las Islas”,
añadiendo: “Es un problema histórico que llevamos
arrastrando y, aun cuando no debe impedirnos en absoluto
avanzar en otros ámbitos de cooperación, parece prudente
dadas las nuevas circunstancias empezar a abordarlo en un
clima de mutua amistad”. Es lo que hay y que si quieres
cuscús, Fatíma.
Desde 2011 y particularmente desde el pasado junio, llevo
insistiendo en éste punto: Marruecos está mandando avisos a
su modo, pues todo éste asunto de la digamos “diplomacia
paralela” del Comité de Liberación de Ceuta, Melilla y las
Islas, movido a diferentes velocidades y por distintos
actores regionales de Nador a Tetuán, tiene una clara
finalidad: forzar una situación de hecho que abra un nuevo
escenario. Para Marruecos, el asalto simbólico a Vélez de la
Gomera el pasado 29 de agosto y, sobre todo, la ocupación
por emigrantes subsaharianos de la llamada Isla de Tierra,
junto al Peñón de Alhucemas a primeros de septiembre, ha
marcado un nuevo paradigma: España tendría serias
dificultades para defender Peñones cara a una avalancha
humana, bien subsahariana o de nacionalistas marroquíes. Y
ha puesto esa carta, acariciada desde hace tiempo, encima de
la mesa. Por lo demás, el melón de una presunta soberanía
compartida (pues eso es lo que Rabat pretende en una primera
fase) podría abrirse de entrada en los Peñones; Melilla
vendría más adelante y Ceuta ya es un hueso más duro de
roer. Aunque todo se andará, “chuia chuia”… hasta Canarias.
Cuestión de tiempo, se lo aseguro.
Fíjense en la aceleración en Perejil: solo en una semana
(domingo 16 y viernes 21) se intentó forzar ese frente,
desconvocando la gobernación de M´diq (Rincón) a última hora
ayer sábado por la mañana, la marcha hacia las cercanías del
islote que pretendía liderar el abogado Hajji, quien se
limitó a concentrarse en la frontera ceutí de El Tarajal al
frente de unas cien personas. En Melilla, ya lo saben, Yahya
Yahya, el senador de Su Majestad auxiliado por su jefe de
operaciones, el incisivo Said Chramti, logró arrastrar sin
reparar en gastos a más de mil personas, que lograron
acercarse hasta la verja española en Beni Enzar, protegida
por las Fuerzas Auxiliares marroquíes y cortar durante casi
dos horas el tráfico con cadenas y candados. Mañana lunes y
en Nador, Abdelmounim Chauki tiene previsto concentrarse
frente al consulado de España. Si Rabat por un lado tiende
una mano protegiendo el territorio español, con la otra mece
la cuna y alienta asociaciones y liderazgos que lleven
adelante su añeja reivindicación, en una serie de movidas
que para llevarse a cabo deben contar con la preceptiva luz
verde desde muy, pero que muy arriba. Y la RAN a la vuelta
de la esquina. Salud paisanaje. Visto.
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