Tengo dudas de que la Presidenta de Madrid, mujer fuerte
como pocas, haya dimitido, como manifestó, para ocuparse más
de su salud y de los suyos. Creo que la Presidenta no está
de acuerdo con el orden de prioridades que Rajoy da a sus
medidas contra la crisis.
El Presidente descartó tocar la estructura de las
autonomías, porque, dijo, “están consagradas en la
Constitución”. De la misma forma, supongo, están consagradas
las Diputaciones Provinciales, el Senado, el Tribunal
Constitucional, y un interminable etcétera de carísimos
despropósitos, que nos lleva a duplicidades en la gestión
administrativa y a una mayor corrupción.
La creación de las autonomías (¡tras la eliminación en 24
horas de la España de las Provincias consagrada en la
Constitución durante más de 180 años!) llevó consigo la
creación de cientos de miles de poltronas políticas que son
las que, realmente, “están consagradas por encima de la
Constitución”. La disminución de esas poltronas es, por
tanto, un asunto intocable para cualquier político;
Esperanza Aguirre, fue la única persona que manifestó estar
dispuesta a perder su sillón.
Una vez que Rajoy dejó a salvo todo lo que no pensaba tocar
(pero retocando algunas cosas con débiles y solidarios
porcentajes de un barniz de apariencia) se encontró, de
pronto, con que sólo le quedaba la gente de a pie, peatones,
trabajadores, simples personas sobre las que tenía que
recaer, básicamente, el peso de las medidas a tomar para
solucionar la crisis. No va a conseguir nada; cuando una
casa tiene los cimientos en mal estado y se producen grietas
en las paredes, hay que fortalecer los cimientos antes de
atender a las grietas.
Si Rajoy hubiera actuado de esta forma, al margen de los
intereses políticos, no sería necesario el Rescate, ni se
hubiera marchado Esperanza Aguirre; es de las que mueren con
las botas puestas.
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