Aunque en sus últimos coletazos,
ha sido en verano cuando Esperanza Aguirre ha tomado la
decisión de dimitir de su cargo de presidenta de la
Comunidad de Madrid y de dejar, también, su acta de
diputada.
La noticia es de lo más importante que se podía dar en el
mundo de la política de España por dos razones, una porque
en nuestro país no hay quien haga esto de dimitir y otra
porque Esperanza Aguirre era una de las más veteranas en
activo, en el mundo de la política nacional, con 30 años en
activo y, habiendo pasado por multitud de cargos, siempre
con éxito, además de haber estado en diez elecciones que
ganó.
Con estos datos tenemos suficiente para decir que ni la
dimisión del presidente del Gobierno hubiera sido tan
llamativa, en estos días.
Y ahora, con la dimisión consumada, llegan los interrogantes
del “por qué” de tal dimisión, poniendo cada uno de su
cosecha los propios argumentos que no dejan de estar sacados
de la manga, puesto que ella, Esperanza Aguirre, en la rueda
de prensa, cuando anunció su marcha, no habló más que de
razones particulares, de querer vivir más con los suyos, de
aprovechar el tiempo con su familia y nada más.
Eso es lo que hay en su propia versión, lo que no excluye
que hay quien hable de su enfermedad, un cáncer, que parece
que está superado, o de una serie de acontecimientos
políticos que se han venido dando en las últimas semanas,
como es el caso de la excarcelación del etarra que secuestró
a Ortega Lara.
En esto, es cierto, Esperanza Aguirre no ha estado nunca al
lado del Gobierno y lo ha dicho muy claro y muy alto, para
que el Gobierno se enterara de cual era su postura.
En otros ambientes se habla de esa no colaboración del
Gobierno con mil millones de euros que necesitaría la
Comunidad de Madrid cara a los próximos presupuestos.
Todo, sin embargo, son palabras, simples rumores que algo,
poco o nada tienen que ver con la realidad de una dimisión
llevada a cabo por una de las personas con mejor trayectoria
política en el Partido Popular.
Y como las cosas hay que hacerlas y, además, hay que
hacerlas bien, ella se ha ido pero ya ha dejado un sucesor,
de su misma cuerda, que ya veremos si el aparato del partido
lo acepta de buen grado o comienza a poner “palos en las
ruedas” a esa labor para que la línea a seguir no sea la
misma.
Un ejemplo a seguir desde la Comunidad más en el centro de
la península y que debiera ser reflejo para otras de los
exteriores, sin dejar de lado a Ceuta, que bien necesita un
lavado de cara, ya en estos momentos.
Lo malo que tiene todo esto es que mientras en Madrid con
treinta años en la política, Esperanza Aguirre ya ha dejado
a alguien del PP, en Ceuta, por ejemplo, todos los que más
peso tienen, en torno a las altas esferas, proceden de aquel
entorno que nunca podremos definir qué era, como fue el
esperpento del Gil, en un momento dado.
Ni siquiera en esto podemos apoyarnos para llevar a cabo
algo similar, y no es que esté yo invitando a Juan Vivas a
que se marche, pero sí hay que recordar a todos que muchos
años en la poltrona, con mucho poder, no aportan nada nuevo
y bueno para los que, en su día les sigan.
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