Ni es el gasto de combustible, ni el coste del atraque ni la
duración de la travesía. Es sencillamente, la tomadura de
pelo y la mofa más escandalosa al ciudadano, cuando las
navieras que operan en el Estrecho de Gibraltar, nos gravan
el precio del billete para el trayecto
Ceuta-Algeciras-Ceuta. Y se descuelgan con otro desafío,
incluso al propio Gobierno de la nación que subvenciona el
trayecto, vendiendo billetes mucho más económicos en
Marruecos que los que ponen a la venta en Ceuta para los
residentes.
Si las autoridades no ponen coto a este gran atraco, se
habrá dado la primera puñalada al desarrollo de Ceuta y se
habrá condenado al aislamiento más intolerable a la propia
ciudad. ¿Quién va a visitarnos con los precios desorbitados
que imponen las navieras?
Ni desde la lógica, ni la sensatez ni el sentido político
más estricto, se entiende que no haya capacidad ética y
legal para imponer un “precio político” al billete de barco.
No es asumible que lo que hace la naviera Armas en el
trayecto inter-islas no lo puede realizar aquí ninguna
naviera con Ceuta y los ceutíes.
Sólo desde el despropósito y la desfachatez, desde la
provocación y la mofa, podría entenderse una actitud así tan
altanera y abusiva contra la que ni los poderes públicos ni
nadie parece actuar. Se habla una y otra vez para nada. El
último escenario de este sainete se escribió este verano con
la venta de billetes a bajo coste en Marruecos para el mismo
trayecto. Ni los hermanos Alvarez Quintero habría escrito
una obra más esperpéntica.
El precio de oro que se cobra por nuestra travesía no hay
subvención oficial que lo soporte ni bolsillo ciudadano que
lo aguante, máxime en época de crisis cuando los sueldos
bajan y el cinturón hay que “apretárselo” menos las navieras
que hacen su agosto durante todos los meses del año,
mientras en las Canarias sí se aplican precios tolerantes,
asumibles, razonables y políticos para no aislarlos más.
Aquí, somos más quijotes que nadie: pagamos y no
protestamos, soportamos cambios de horarios sin previo
aviso, suspensiones de trayectos sin causa justificada,
embarques atípicos de gente que no lleva billete para ese
horario mientras se deja en tierra a quien sí lo tiene, nos
suben los precios por sorpresa en Semana Santa, Navidad y
verano…Asumimos sin rechistas estas situaciones, mientras
los políticos nada más que hablan de reunirse una y otra
vez, para prometer sólo en época electoral lo que no son
capaces de cumplir nunca.
Es un escándalo y un insulto a la inteligencia de los
ceutíes que un trayecto de dos horas más que el nuestro y
por tanto, con mucho más consumo de combustible cueste
muchísimo más barato que el de Ceuta. No hay explicación
razonable posible y, si alguien la tiene, que la exponga.
Un hecho de estas características sólo es entendible desde
abuso y la intolerancia empresarial de las navieras con la
anuencia de los poderes políticos, incapaces de poner orden
en este desaguisado que supone una cuchillada en el bolsillo
de los ceutíes.
Si con ofertas, el trayecto de un pasajero con coche ha
costado en la línea Ceuta-Algeciras 60 euros ida y vuelta,
en las mejores condiciones, ¿cómo se explica que en Canarias
con una persona más la ida y vuelta cueste nueve euros? ¿Es
que, acaso allí en Canarias pierden dinero o no tienen
sentido comercial?
Estamos, una vez más, dándole vueltas a un absurdo: mientras
el precio no sea político, fijado por el Gobierno de la
nación, Ceuta seguirá siendo rehén de las navieras y
nosotros los esclavos que hemos de meternos en los ferry
como si fueran galeras en las que estamos condenados a pagar
y callar. Es la condena a la que nos someten las navieras y
que el poder político es incapaz de levantar. Estamos
encadenados a los precios de las navieras. ¿Hasta cuándo?
Que lo digan los responsables públicos, ya que se trata de
un servicio público. El cuento de nunca acabar.
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